Santos con valentía heroica - Alfa y Omega

Santos con valentía heroica

Los siete nuevos inscritos en la lista de los santos, entre ellos la española Carmen Sallés, vivieron de forma «heroica su existencia y su servicio generoso a los hermanos», dijo Benedicto XVI, en la ceremonia de canonización. Su ejemplo inspira a pueblos y a naciones enteras, como la filipina, que abarrotó la Plaza de San Pedro para celebrar la canonización de Pedro Calungsod, o los indios pielroja, que llenaron de color el Vaticano con sus trajes típicos

Cristina Sánchez Aguilar
Un momento de la canonización de los siete nuevos santos, el domingo 21 de octubre, en la Plaza de San Pedro.

Eran las 9 de la mañana del domingo 21 de octubre, y los cerca de cien mil peregrinos llegados de diversas partes del mundo abarrotaban ya la Plaza de San Pedro, a la espera de la canonización de los siete nuevos ejemplos de santidad para la Iglesia católica. El ambiente festivo que amenizaba la espera, media hora antes de la celebración, se tornó en oración cuando los fieles se dispusieron a rezar el Santo Rosario, en latín, para preparar el corazón y el alma ante tan gran acontecimiento.

El Papa aseguró a los peregrinos españoles, durante la homilía, que la obra de la nueva santa española, Carmen Sallés y Barangueras —religiosa nacida en Vic en 1848 y fundadora de la Congregación de Religiosas Concepcionistas Misioneras de la Enseñanza— «sigue dando abundantes frutos entre la juventud a través de la entrega generosa de sus hijas, que, como ella, se encomiendan al Dios que todo lo puede».

Sus palabras fueron especialmente celebradas por las religiosas de esta congregación y por los numerosos miembros del Movimiento Laico Concepcionista, también seguidor del carisma de la santa, allí presentes —distinguidos, en todo momento, por sus pañoletas con la imagen de Carmen Sallés—. A ellos también se dirigió Benedicto XVI en español, durante el rezo del ángelus, y les instó a «acoger y meditar en su corazón la Palabra de Dios, llevándola a la práctica con espíritu de servicio, confianza y humildad, a ejemplo de la Inmaculada Virgen María». También pidió que, «ayudados con la intercesión de la nueva santa, sean cada vez más quienes anuncien y den testimonio con la valentía del Evangelio de Jesucristo, sobre todo entre los jóvenes».

Delegación española en Roma

En la Ciudad Eterna se encontraba el ministro del Interior, don Jorge Fernández Díaz, que encabezó la delegación del Gobierno en la ceremonia de canonización de la religiosa catalana. El ministro saludó personalmente a Benedicto XVI y le pidió: «Rece por España en las circunstancias actuales». —«Ya lo hago», le contestó el Pontífice. Fernández Díez ofreció, la noche del sábado, en la embajada de España, una cena en honor de la nueva santa, a la que acudieron, entre otros, los cardenales Antonio Cañizares, prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, y Antonio María Rouco, arzobispo de Madrid. En el brindis, el ministro del Interior destacó la trayectoria vital de la santa Carmen Sallés y las dificultades y problemas sociales y políticos por los que atravesaba España en esa época (1848-1911), y dijo que era «una ocasión propicia para que hagamos referencia al momento concreto que nos ha tocado vivir».

Peregrinos del mundo entero

La Plaza de San Pedro se llenó de originalidad con la presencia de un grupo de indias de las naciones originarias de América del Norte, que acudieron a festejar la canonización de Kateri Tekakwitha, la primera santa piel roja proclamada por la Iglesia. Eso sin contar con los más de 20.000 peregrinos filipinos, llegados de todas las partes de Europa —3.000 llegaron directamente de Filipinas—, para venerar a su joven compatriota Pedro Calungsod, el segundo santo de origen filipino, que murió asesinado por su fe con 18 años.

Durante la homilía, el Santo Padre, recordó la «feliz coincidencia» entre la celebración de las canonizaciones y la Jornada Misionera, y afirmó que los siete nuevos santos «gastaron, con valentía heroica, su existencia en una total consagración a Dios y en un generoso servicio a los hermanos».

El Papa sobre los otros seis nuevos santos

Jacques Berthieu (1838-1896) «murió diciendo: Prefiero morir antes que renunciar a mi fe. Que la vida de este evangelizador sea un acicate y un modelo para los sacerdotes. Que su ejemplo ayude a los numerosos cristianos que hoy en día son perseguidos a causa de su fe».

Pedro Calungsod (1654-1672) «mostró una gran fe y caridad, dando testimonio de Cristo mediante una vida de pureza y dedicación al Evangelio. Que el testimonio valeroso de Pedro inspire al querido pueblo filipino, para anunciar con ardor el Reino y ganar almas para Dios».

Giovanni Battista Piamarta (1841-1913) «percibía la exigencia de una presencia cultural y social del catolicismo en el mundo moderno, por eso se dedicó a hacer progresar cristiana, moral y profesionalmente a las nuevas generaciones con claras dosis de humanidad y bondad».

Mariana Cope (1838-1918) «mostró un amor, valor y entusiasmo inmenso en su trabajo con los leprosos de Molokai. Ella es un ejemplo luminoso y valioso de la mejor tradición de las hermanas enfermeras católicas».

Kateri Tekakwitha (1656-1680) «impresiona por la acción de la gracia en su vida, carente de apoyos externos, y por la firmeza de una vocación tan particular para su cultura.Que su ejemplo nos ayude a vivir donde nos encontremos, sin renegar de lo que somos, amando a Jesús».

Anna Schäffer (1882-1925) «se convirtió un espejo del amor de Dios para muchas personas en búsqueda de consejo. Que su apostolado de oración y de sufrimiento, de ofrenda y de expiación sea para los creyentes de su tierra un ejemplo luminoso. Que su intercesión intensifique la pastoral de los enfermos en cuidados paliativos».