San Vicente Ferrer cumple con su última promesa - Alfa y Omega

San Vicente Ferrer cumple con su última promesa

Este lunes arrancó en la Comunidad Valenciana el Año Jubilar Vicentino por el VI centenario de la muerte de san Vicente Ferrer

José Calderero de Aldecoa
El cardenal Cañizares incensa una imagen de San Vicente Ferrer durante la Eucaristía de apertura del Año Jubilar
El cardenal Cañizares incensa una imagen de San Vicente Ferrer durante la Eucaristía de apertura del Año Jubilar. Foto: AVAN / A. Saiz.

San Vicente Ferrer quiso morir y ser enterrado en Valencia, y hacia allí se puso en camino cuando se sintió enfermo. Pero poco después de partir desde Vannes (Francia), las inclemencias meteorológicas le obligaron a regresar a puerto. En esta localidad francesa murió el santo valenciano y sus restos reposan en la catedral gala.

El dominico sí pudo, sin embargo, escribir a sus paisanos antes de fallecer. «¡Pobre patria mía! No puedo tener el placer de que mis huesos descansen en su regazo; pero decid a aquellos ciudadanos que muero dedicándoles mis recuerdos, prometiéndoles una constante asistencia y que mis continuas oraciones allí en el cielo serán para ellos, a los que nunca olvidaré», aseguró en aquel mensaje.

Tras recordar a sus compatriotas, Vicente Ferrer murió el 5 de abril de 1419. Seis siglos después, la Santa Sede ha concedido un Año Santo Jubilar a las diócesis de Valencia, Orihuela-Alicante, Segorbe-Castellón y Tortosa por el VI centenario de la muerte del patrón de la Comunidad Valenciana.

Modelo para la evangelización, la paz y la unidad

La petición fue enviada al Vaticano por el cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, que en una reciente carta pastoral con motivo del jubileo vicentino calificó al santo como «ese evangelizador que, en su época, llevó a cabo una obra de evangelización tan grande y transformadora» como la que «ahora necesitamos». San Vicente Ferrer «fue un apóstol gigantesco» que «contribuyó decisivamente a la reconstrucción europea». «Para nosotros, que sentimos la urgencia y la necesidad de una nueva evangelización de nuestras viejas tierras europeas», Ferrer «puede constituir un punto de referencia» y «un estímulo constante».

Asimismo, el santo es un «buen guía» para la paz ante las «amenazas» del «terrorismo o el narco» que se viven en España y frente a las tensiones y violencia sucedidas «en momentos no lejanos». También, asegura el cardenal Cañizares, «nos sentimos llamados por el propio san Vicente a construir, entre todos, la unidad tan necesaria en estos momentos que vivimos». El santo lidió en una Iglesia rota por el cisma de Occidente. Como entonces, «sabemos lo importante que es retejer la unidad; de nuevo se oyen voces, se escuchan rumores sordos de divisiones en el interior de nuestra Iglesia». Necesitamos «el testimonio de hombres de fe, como san Vicente Ferrer, que devuelvan la unidad firme y sólida a la Iglesia».

Antes de concluir, Cañizares anunció que «se están dando los pasos convenientes» para promover la causa del doctorado universal de la Iglesia de san Vicente Ferrer. En este sentido, «se están llevando a cabo encuentros pertinentes con la Orden de Santo Domingo, la Facultad de Teología de San Vicente Ferrer, la Universidad Católica de Valencia y el capítulo de Cavallers Jurats de Sant Vicent Ferrer, y la diócesis de Vannes».

No avergonzarse del Evangelio

El jubileo, que concluirá el 29 de abril de 2019, comenzó este lunes 9 de abril en la catedral valenciana de Santa María con una Misa Pontifical presidida por el cardenal Cañizares en la que, sin embargo, predicó el fraile dominico José Manuel Alcácer.

La homilía se pronunció desde el mismo púlpito —situado junto al altar mayor de la Seo— en el que predicó en numerosas ocasiones el santo valenciano. En ella, Alcácer instó a Europa, España y Valencia a «levantarse y no avergonzarse del Evangelio», tan definitorio en los orígenes europeos, y en el que «encontrará luz y fuerza para conseguir su auténtico destino». El dominico elevó asimismo una plegaria al patrón para que «en Valencia no se apegue nunca la llama de su protección, en un tiempo en que no es fácil ser cristiano».