San Pedro de Segorbe, humilde templo de frontera - Alfa y Omega

San Pedro de Segorbe, humilde templo de frontera

La parroquia castellonense es más antigua que su catedral y en ella han rezado tanto mozárabes como moriscos

Rodrigo Moreno Quicios
El retablo de san Pedro estaba originalmente en el Museo Catedral de Segorbe
El retablo de san Pedro estaba originalmente en el Museo Catedral de Segorbe. Foto: José Cebrián.

La iglesia de San Pedro, en el municipio castellonense de Segorbe, «es uno de los edificios más queridos de la ciudad», cuenta a Alfa y Omega David Montolío, técnico de Patrimonio de la diócesis de Segorbe-Castellón. Aunque la ciudad cuenta con una catedral gótica posterior a este templo erigido en 1247, la grandiosa construcción nunca ha eclipsado a esta humilde parroquia, «que ya era lugar de culto antes y lo sigue siendo después». Por su parte, Federico Caudé, párroco de esta iglesia desde hace más de 20 años, revela que «es la parroquia tradicional de un pueblo dedicado a la agricultura y a la administración» y cuenta con una feligresía de unas 1.800 personas, «muy modesta pero muy acogedora».

Antes de convertirse en la iglesia que lleva siendo durante ocho siglos, el emplazamiento que hoy ocupa San Pedro de Segorbe ya era un lugar de culto para los mozárabes, es decir, para la minoría cristiana en esta ciudad de origen musulmán. «Pertenecía a un barrio fuera del recinto de la ciudad, que entonces estaba amurallada», explica Federico Caudé. Su parroquia siempre ha estado dedicada a san Pedro, «que actualmente se encuentra representado en el altar mayor, en una tabla del siglo XV», añade.

Otra de las particularidades internas de San Pedro de Segorbe son sus arcos diafragma. Es una técnica constructiva medieval que se usaba para soportar de forma económica las grandes cubiertas de madera de las iglesias. «Es la típica arquitectura de los siglos XIII y XIV en la Corona de Aragón; se buscaba hacer edificios muy sencillos pero de amplia capacidad», cuenta David Montolío.

El técnico de Patrimonio de Segorbe-Castellón explica que la parroquia ha sido testigo de todo tipo de episodios, también algunos violentos, pues la época posterior a la conquista de Valencia por Jaime I en 1238 fue «bastante hostil» porque «la población todavía era islámica». Tras superar las primeras tensiones, durante los siguientes siglos de dominio cristiano «fue también parroquia de moriscos», es decir, musulmanes convertidos al cristianismo, «hasta su expulsión en 1609», añade Montolío.

Pero los enfrentamientos entre religiones no han sido los únicos peligros a los que ha sobrevivido San Pedro de Segorbe, que «sufrió mucho durante la guerra de la Independencia», cuando «toda la ciudad fue invadida por los franceses». Y más aún durante la Guerra Civil, cuando «la saquearon absolutamente». «Había retablos de san Pedro del siglo XVI del que queda la tabla principal, también orfebrería del siglo XVII que desapareció y otros retablos góticos».

Por suerte no perdió todos sus tesoros. A la izquierda del altar mayor hay todavía una imagen del Santo Ángel Custodio, patrono de la ciudad. Y a la derecha, otra imagen de la Virgen de Loreto, «que es sacada en procesión la segunda semana de septiembre por la Comisión de Toros, en la fiesta de la Entrada de Toros y Caballos que se remonta al siglo XIV», recalca Federico Caudé.

Ahora la parroquia está experimentando una segunda vida gracias a los cuidados que le proporcionan desde la diócesis. «La gente que viene a la ciudad suele acudir primero a la catedral y a otros edificios», reconoce David Montolío, pero gracias a su trabajo «se está restaurando y poniendo de relieve su valor histórico». «Nuestra idea es hacerla más visitable tras algunos años en los que era menos valorada», concluye.

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