San Juan de Ávila vuelve a Guadalupe - Alfa y Omega

San Juan de Ávila vuelve a Guadalupe

Cientos de jóvenes cordobenses llegaron, el pasado fin de semana, a Guadalupe, en la peregrinación que organiza cada año la diócesis de Córdoba. En pleno Año Jubilar de San Juan de Ávila, los peregrinos llevaron las reliquias del nuevo Doctor de la Iglesia a los pies de la Virgen extremeña

Juan Ignacio Merino
Procesión con las reliquias de san Juan de Ávila, en la basílica de Guadalupe.

En las biografías de san Juan de Ávila se narra su gran devoción por la Virgen de Guadalupe. Se sabe también que sus padres peregrinaron desde La Mancha hasta Guadalupe, que él mismo debió acudir a ponerse a los pies de la Virgen y que recomendó a san Juan de Dios que peregrinara a Guadalupe para pedir a la Virgen que le enseñara a tratar a los enfermos. Cinco siglos más tarde, la diócesis de Córdoba ha peregrinado a Guadalupe con las reliquias itinerantes del corazón del Maestro Ávila, que estuvieron expuestas el domingo pasado en el santuario. Los días previos a la peregrinación, las reliquias permanecieron en Ávila con motivo de la fiesta de santa Teresa; y el domingo entraron solemnemente en el santuario de Guadalupe para la Eucaristía de clausura de la peregrinación. Entre los peregrinos estaba don José Almedina, rector de la basílica pontificia San Juan de Ávila, en Montilla, que explica: «La devoción a la Virgen María para san Juan de Ávila era esencial», y se reflejaba en frases como ésta: Más querría estar sin pellejo que sin devoción de María.

Camino penitencial e indulgencia plenaria

«San Juan de Ávila peregrinó a Guadalupe en vida, ahora siendo Doctor de la Iglesia, peregrina por segunda vez», afirma don Pablo Garzón, sacerdote colaborador en la organización de la peregrinación y delegado de medios de comunicación de la diócesis de Córdoba. Este año, con motivo del Doctorado y del Año Jubilar Avilense, inaugurado el 12 de octubre, los tres días de camino penitencial han estado marcados por la doctrina y el espíritu catequético del Apóstol de Andalucía. Han asistido 565 peregrinos, divididos en 11 grupos, cada uno de ellos acompañado por un sacerdote, varios seminaristas y voluntarios. «Les hemos predicado y mostrado la importancia de la vida en gracia sacramental, la importancia de la Confesión y la Eucaristía», afirma Garzón. Los peregrinos realizaron varias etapas de verdadero camino penitencial, desde el Puerto de San Vicente (Toledo) hasta Guadalupe

Los jóvenes han vivido unos días intensos de oración, de conversión y también de diversión. La peregrinación les ha servido para sentirse más cercanos a Dios y a la Iglesia, «sobre todo, a los que estaban más alejados», dice don Pablo. «La peregrinación ha sido una bendición, ya que, así, muchos jóvenes redescubren un rostro cercano y amable de la Iglesia», añade. Además, todos los peregrinos han ganado la indulgencia plenaria por el Año Jubilar Avilense. «Hay dos maneras de ganarla —explica—: o vas dónde están las reliquias, o las reliquias vienen a ti, cumpliendo siempre los requisitos de confesarse, recibir la comunión y rezar por las intenciones del Papa», dice el padre Garzón

Juan de Luque, un peregrino de 15 años procedente de la parroquia de la Sagrada Familia de Córdoba, es uno de esos jóvenes que han sentido más cerca al Señor en estos días. «Lo que más me ha ayudado han sido los tiempos de oración en silencio y el rezo del Rosario mientras que caminábamos: ahí es donde el Señor me ha hablado», cuenta. Al principio —reconoce—, no tenía mucha ilusión por ir, e iba sólo para pasárselo bien; pero, poco a poco, con la oración y las celebraciones litúrgicas se metió de lleno en la peregrinación, y se vio confortado al venerar a los pies de la Virgen las reliquias del maestro de santos y al haber ganado la indulgencia: «Salí muy contento al saber que tenía todos los pecados totalmente perdonados», comenta. Y concluye. «San Juan de Ávila lo había dejado todo por anunciar a Cristo, y a mí me ha ayudado, porque yo no soy capaz de dejar mis comodidades ni lo más mínimo, por anunciar a mis amigos a Cristo e invitarlos a la Iglesia».

Al comienzo de la peregrinación, monseñor Demetrio Fernández, obispo de Córdoba, les dio a los jóvenes una palabra de ánimo, en la Eucaristía con la que comenzaba la peregrinación en la parroquia de San José y Espíritu Santo, de Córdoba, mostrándoles la santidad de vida del apóstol de Andalucía y su especial devoción a la Virgen María, y también alentó a los peregrinos, a través de una Carta pastoral, en la que concluía: «Jóvenes que vais a Guadalupe, decidle a la Virgen vuestro amor. Ella os presentará a su Hijo Jesús y os presentará el precioso horizonte de la nueva evangelización, que necesita santos para realizarla».