San Dámaso, signo elocuente de la vitalidad misionera de Madrid
Uno de los desafíos que la Iglesia en Madrid marca a su centro de estudios superiores es que la reflexión académica incida más en la labor pastoral y sea más sensible a los desafíos actuales, según escribe su nuevo rector
La solemne inauguración del curso académico en la Universidad Eclesiástica San Dámaso, que se celebra este jueves a las 18:00 horas, brinda una oportunidad excepcional para reflexionar sobre su breve historia, su misión y los desafíos que afronta en la actualidad.
Como casi todo en la diócesis de Madrid, San Dámaso es una realidad muy joven, de apenas una docena de años de existencia. Pero como todo en nuestra Iglesia, con una prehistoria que habla de la preocupación de nuestros pastores por garantizar una buena formación a los sacerdotes y de la inquietud intelectual de muchos de ellos, que los llevó a cultivar con rigor la teología, los estudios bíblicos y las lenguas clásicas. Sobre esos fundamentos pudo erigirse la Facultad de Teología en 1996 y la universidad en 2011.
A San Dámaso le corresponde una misión específica en el conjunto de la Iglesia y de la sociedad. Al ser una institución universitaria, su misión primordial es profundizar en el conocimiento de la fe revelada, entablar un diálogo sereno con las corrientes del pensamiento actual y ofrecer caminos que contribuyan a la conversión pastoral y misionera a la que nos convoca el Papa Francisco. Esta labor la desempeña fundamentalmente a través de la formación de los alumnos, procurándoles unos conocimientos y una mentalidad que los ayudarán a ser testigos que puedan dar razón de su fe.
La singularidad de San Dámaso estriba en su origen y dependencia de la diócesis de Madrid. Es un signo elocuente de su vitalidad misionera y potencial evangelizador. Nuestro proyecto universitario posee una gran envergadura, con sus cuatro facultades y su Instituto Superior de Ciencias Religiosas. Es difícil encontrar en otro lugar la oportunidad de conocer ampliamente la cultura cristiana y clásica, con su expresión en las distintas lenguas antiguas. Además, la presencia de muchos sacerdotes de otros países constituye una preciosa forma de colaboración con otras Iglesias más jóvenes, facilita el enriquecimiento mutuo gracias a sus experiencias previas y da una perspectiva universal al servicio que impartimos.
El impacto de nuestra labor queda patente, sobre todo, en las numerosas promociones de alumnos formados en nuestras aulas y que, siguiendo su propia vocación, contribuyen a la misión de la Iglesia en muy diversos lugares, comenzando por nuestras mismas parroquias. Ese impacto se despliega también en la producción científica de sus profesores.
Algo característico de la juventud y, por tanto, de San Dámaso, es pensar en el futuro. Son numerosos los retos que tenemos por delante para ofrecer más a Madrid y a la Iglesia. En primer lugar, lo que ella misma ha marcado como agenda a sus instituciones universitarias para los próximos años: lograr que la reflexión académica incida más en la labor pastoral y sea más sensible a los desafíos actuales, que se atreva a afrontar las cuestiones desde distintos ángulos y que cree redes que permitan el enriquecimiento mutuo. La inserción en una diócesis como la nuestra, tan viva y tan rica pastoralmente, facilita lograr estos desafíos, ya que constituye un estímulo para la reflexión y la riqueza de la oferta universitaria que también sea de inspiración cristiana e imparta titulaciones como las nuestras. Todo ello facilitará ofrecer un mayor servicio a la Iglesia y a la sociedad. La imagen del coro, utilizada por el Papa para explicar la complementariedad de las instituciones universitarias, puede encontrar en Madrid un acabado ejemplo.
Estos sueños los compartimos con las restantes instituciones universitarias católicas, pero San Dámaso tiene dos retos propios a corto plazo. El primero es finalizar las obras que permitirán dotar a su biblioteca del espacio y las instalaciones necesarias para la investigación y para ofrecer un espacio de cultura cristiana en el mismo corazón de Madrid. El segundo es ampliar su oferta formativa para todo tipo de personas, esperando desterrar el mito de que la reflexión sobre la fe es solo para unos pocos. Precisamente nuestro programa Universidad Abierta oferta diversos cursos sobre cuestiones bíblicas, litúrgicas, morales, filosóficas, etc. Los títulos propios, por su parte, permiten un conocimiento riguroso de aspectos sectoriales que son de gran importancia para la misión de la Iglesia y el diálogo con la cultura. El deseo de que nuestra oferta académica llegue a más personas es la consecuencia de nuestro afán de servir y la condición para que nuestro servicio sea más aprovechado.
La historia y el futuro de San Dámaso solo ha sido y será posible por la generosidad de los que aquí sirven a la Iglesia: desde el obispo y gran canciller, pasando por profesores, personal administrativo y de servicios y alumnos. Gracias a todos ellos el futuro de esta joven institución está en buenas manos.