Salvador Romero, cura durante la DANA: «A pesar de la pérdida, el bien se ha multiplicado» - Alfa y Omega

Salvador Romero, cura durante la DANA: «A pesar de la pérdida, el bien se ha multiplicado»

En representación de todos los curas que se entregaron en cuerpo y alma para atender a los afectados por la DANA, este sacerdote ha ganado uno de los premios de la revista Misión

José Calderero de Aldecoa
Romero imparte la bendición a los voluntarios
Romero imparte la bendición a los voluntarios. Hace un mes organizó un acto para darles las gracias. Foto cedida por Salvador Romero.

—¿Cómo está la situación en Paiporta? ¿Todavía son perceptibles los efectos del agua en el territorio?
—Externamente no tanto. Hay ya mucho reconstruido. Ahora, por ejemplo, están actuando sobre el cauce del río. Pero de puertas para adentro, todavía hay problemas. Un ejemplo serían los ascensores. La mayoría todavía están parados. Los edificios que tienen personas con movilidad reducida pueden solicitar que se les dé prioridad y las empresas están obligadas a ir; pero todavía queda mucho trabajo por hacer.

—¿Y a nivel humano, psicológico?
—En cuanto al aspecto humano, la situación sigue mal. Una vez resueltas las necesidades materiales más básicas, ahora está aflorando el duelo. Hubo muchas pérdidas humanas y eso se junta al cansancio y al agotamiento y se manifiesta en forma de estrés. Hay gente, por ejemplo, que me busca estos días para hablar. Yo trato de darles ese consuelo espiritual. Son, sobre todo, personas mayores.

—¿Cómo ha cambiado la comunidad parroquial desde entonces?
—Se ha desarrollado un sentimiento de gratitud muy grande. Ahora sabemos que, sin toda esa ayuda personal y material que nos brindaron, hubiese sido imposible estar como estamos actualmente. De hecho, en la parroquia organizamos el fin de semana del 13 y 14 de septiembre un reconocimiento a los voluntarios. Recuperamos por aquellos días un salón parroquial y quisimos montar este acto. Llamamos a todas las personas que vinieron a ayudarnos y de las que teníamos contacto, sobre todo de Madrid. La verdad es que fue muy bonito; un clima festivo y de gratitud. Al final, cuando vives algo tan intenso se crean lazos.

—Al final han sacado algo bueno.
—Bueno. Nadie querría pasar por algo así, porque ha sido una película de terror. A pesar de ello, y a pesar de la pérdida tan grande, puedo decir que al final hemos experimentado más bien que mal. El bien se ha multiplicado. Ha sido una explosión de gratitud. Hay que decir que España es una nación solidaria. La respuesta siempre es desbordante e inmediata.

Más premios

Hermanas Finat: son madres y utilizan sus redes para mostrar la historia que Dios está haciendo con ellas.

Familia Zavala Gasset: han producido siete películas dedicadas a distintos santos, han escrito libros y sus vídeos en YouTube llegan a miles de personas.

Marcha Sí a la Vida: han mantenido en alto 15 años el estandarte a favor de la vida.

Pablo y Lola: de sus seis hijos, tres son adoptados y tienen necesidades especiales.

Parroquia de San Ramón Nonato: su párroco demuestra que la asistencia social a los necesitados va de la mano de la evangelización.

Mar Dorrio: madre de doce hijos, saca tiempo para ayudar a madres que quieren educar en virtudes a sus hijos.

Nártex: se dedica a dar a conocer la belleza del Evangelio que se muestra a través del riquísimo patrimonio artístico de la civilización cristiana.

—Al hablar de gratitud es imposible no recordar la historia de las seis personas a las que usted salvó de una muerte segura.
—Cuando llegó la alerta, yo decidí celebrar Misa. Al terminar, ya estaba entrando el agua en la parroquia y me ocupé de subir a mi madre, que tiene 82 años, al segundo piso. En ese momento, el agua ya llegaba hasta los dos metros. Al llegar arriba, recibí una llamada en la que me informaron de que fuera de la parroquia, pegadas a la pared sobre un bordillo, había seis mujeres que se habían quedado atrapadas. Una de ellas había estado en la Eucaristía que acababa de celebrar. Al colgar, bajé de inmediato, abrí la puerta como pude y haciendo una cadena humana logramos poner a las seis a salvo. Estuvieron con nosotros prácticamente toda la noche.

—¿Por qué decidió celebrar Misa en ese momento? ¿Qué significa la Eucaristía para usted?
—Para mí es el centro de todo; por eso decidí seguir adelante con la celebración. Luego, cuando me encontré el corporal y el cáliz impolutos en una zona que quedó arrasada por el agua, entendí el suceso como una caricia del Señor, como la confirmación de haber hecho lo correcto. Luego usé ese mismo corporal y cáliz para celebrar Misa todos los días en la segunda planta a la que nos subimos a refugiar. Venían muchos voluntarios y militares, todos manchados de barro, al acabar su jornada. Eran unas Eucaristías muy vividas, la mejor manera de entender que Jesús está con nosotros, que nos acompaña siempre, que no nos deja a pesar de todo, a pesar de la muerte. Literalmente, además, porque al salir de la celebración el olor era a muerte. Ahí recogíamos todo el cansancio y el esfuerzo y lo poníamos en el altar.