¿Qué significa para un movimiento como Comunión y Liberación ser convocados por el Papa en la Vigilia de Pentecostés? Ante todo, es una ocasión valiosísima para afirmar el valor que para nosotros tiene el Papa. En un mundo como el nuestro, en el que la confusión prevalece, el obispo de Roma es el punto histórico que Cristo no ha dado como roca, como punto de unidad. En torno a él nos reunimos como mendigos, para ser sostenidos y confirmados en la fe.
Ser convocados por el Papa en el Año de la fe nos ayuda a identificar la singularidad de la fe católica: la existencia de un punto histórico, objetivo, que no es producto de nuestra imaginación, un punto real que nos salva del mercado de las interpretaciones y de la confusión que conlleva. Como decía don Giussani, sin este punto histórico no hay experiencia católica: «El cristianismo es el anuncio de un Hecho, un Hecho bueno para el hombre, un Evangelio: el nacimiento de Cristo, su muerte y su resurrección. No es una definición abstracta o un pensamiento interpretable. La Palabra de Dios –el Verbo– es un hecho que ha entrado en el seno de una mujer, se ha hecho un niño, se ha convertido en un hombre que hablaba en las plazas, que comía y bebía con la gente, que fue condenado a muerte y ejecutado. (…) El rostro de aquel hombre es hoy el conjunto de los creyentes, que son su signo en el mundo, o –como dice san Pablo– son su Cuerpo, su Cuerpo misterioso, llamado también pueblo de Dios, guiado, como garante, por una persona viva, el obispo de Roma».
Desde el inicio de su pontificado, el Papa Francisco nos ha invitado a reconocer la razón última por la que hemos sido elegidos a través del Bautismo y por la que hemos encontrado un carisma, al llamarnos a «abrir las puertas de nuestro corazón, de nuestra vida, de nuestras parroquias, (…) de los movimientos, de las asociaciones y salir al encuentro de los demás, hacernos nosotros cercanos para llevar la luz y la alegría de nuestra fe, (…) sabiendo que nosotros ponemos nuestras manos, nuestros pies, nuestro corazón, pero luego es Dios quien los guía y hace fecunda cada una de nuestras acciones» (Audiencia general, 27 de marzo 2013).
¿Por qué esta insistencia del Papa a salir? Porque la necesidad del corazón del hombre de hoy grita por todas partes. Es una necesidad que no conoce fronteras, y por eso sólo una respuesta ilimitada puede estar a su altura: «La verdad cristiana es atrayente y persuasiva porque responde a la necesidad profunda de la existencia humana, al anunciar de manera convincente que Cristo es el único Salvador de todo el hombre y de todos los hombres. Este anuncio sigue siendo válido hoy, como lo fue en los comienzos del cristianismo» (Discurso a los cardenales, 15 de marzo 2013).
En el inicio de su pontificado, el Papa nos lanza a vivir la fe como testimonio: «No se puede anunciar el Evangelio de Jesús sin el testimonio concreto de la vida», y esto no es posible si no estamos «junto a Él, como Pedro, Juan y el resto de los apóstoles» (San Pablo extramuros, 14 de abril 2013).
En Roma, junto al sucesor de Pedro, mendigamos el Espíritu de Cristo para reconocer su Presencia viva, hoy, en medio de nosotros, capaz de generar una vida apasionante.