Sacerdote desde Alepo (Siria): «No sabemos cómo va a aplicarse la ley islámica»
Los religiosos del Instituto del Verbo Encarnado han acogido a personas que huyen de los barrios afectados por los enfrentamientos o los bombardeos tras la toma de la ciudad por grupos rebeldes. A pesar del toque de queda de 24 horas, el domingo se celebraron Misas
«Es terrorífico e impensable que en tres días hayan tomado Alepo, una ciudad de 3,2 millones de habitantes, la segunda más importante de Siria», subraya el padre Hugo Alaniz, del Instituto del Verbo Encarnado, desde esta localidad tomada el viernes por organizaciones rebeldes e islamistas. «No es un solo grupo sino varios distintos», explica, liderados por Hayat Tahrir al Sham (HTS, herederos de Jabhat al Nusra, como afiliado de Al Qaeda. «Con ellos hay otros», como restos de Al Nusra y varios más.
«Gracias a Dios, no los más radicales, los que estaban en Idlib y fueron los primeros que intentaron implementar el Estado Islámico». Por otro lado, «también han entrado en batalla los kurdos, a los que se les permitía estar en un barrio pero ahora se han hecho más fuertes» y están protagonizando enfrentamientos con el resto de rebeldes, añade el sacerdote.
La tarde del viernes «fue un caos, con cristianos y musulmanes tratando de escapar de los barrios de la parte oeste hacia el centro y el este», una zona más pobre donde el Instituto del Verbo Encarnado tiene su iglesia y centro de actividades. En su comunidad, han acogido a personas de barrios afectados por los enfrentamientos.
«Los que pudieron» también intentaron abandonar la ciudad. La carretera principal estaba cortada y «pasaron horas en un camino por el desierto. Pero al final pudieron salir todos». Cuando el sábado los rebeldes se hicieron con el control de toda la ciudad, «hubo cierta tranquilidad»; si se puede llamar tal a sufrir los bombardeos del Gobierno sirio y de Rusia, por primera vez desde la batalla por la ciudad en 2016.
«Donde saben que hay puestos de cualquiera de estos grupos golpean con bombas muy, muy fuertes», describe Alaniz. Si hasta ahora oían de lejos las operaciones en la zona de Idlib, a unos 60 kilómetros, «ahora están a 400 o 500 metros. Impresiona muchísimo».
«Intentamos dar ánimo»
Por otro lado, del sábado a las cinco de la tarde al domingo a la misma hora los rebeldes decretaron un toque de queda para evitar víctimas civiles por los enfrentamientos entre grupos. Pero cuando finalizó «se abrieron las iglesias y en muchas hubo Misa». Por la mañana, el obispo latino, Hanna Jallouf, la había celebrado en la sede del Obispado con las misioneras de la Caridad, que tienen en el complejo una residencia con 65 ancianos. El mismo Alaniz desafió el toque de queda para hacer lo mismo con las carmelitas.
«No hay nada claro y no sabemos cómo va a ser el día de mañana. Tampoco cómo va a ser la aplicación de la ley islámica. Depende de qué zona le toque a cada grupo. Han hecho saber que los cristianos no tenemos que estar preocupados, que quieren liberar el país de la corrupción pero esto no va contra nosotros». En cualquier caso, «sin duda estamos en manos de Dios».
Ante la incertidumbre, bastantes de los que quedan siguen pensando en huir, si bien ahora es imposible porque «está todo cortado». «Otros estamos tratando de dar ánimo y creemos y rezamos para que esto vaya a mejor» para una sociedad golpeada por la guerra, una brutal crisis económica y el terremoto del año pasado. En relación con esto y a modo de conclusión, el sacerdote y religioso subraya que «este tiempo de Adviento y el de Navidad es justamente un mensaje de esperanza. Nos anima su promesa de que va a estar con nosotros hasta el final de los tiempos y que vendrá con gloria».