Rosquillas y tirabuzones de santa Beatriz de Silva de la Orden de la Inmaculada Concepción, en Toledo - Alfa y Omega

Rosquillas y tirabuzones de santa Beatriz de Silva de la Orden de la Inmaculada Concepción, en Toledo

En la Guerra Civil las fuerzas republicanas usaron el monasterio de las concepcionistas franciscanas de Toledo para asediar el Alcázar. Forman la comunidad 17 religiosas, incluida una que ofrece su vida en una residencia

María Martínez López
Rosquillas y tirabuzones de santa Beatriz de Silva
Foto: Casa Madre Concepcionistas Franciscanas de Toledo.

Al hablar en vísperas de Nochebuena con la casa madre de la Orden de la Inmaculada Concepción, en Toledo, ofrecieron a Alfa y Omega una receta de lentejas que toman en Adviento, tiempo para ellas de ayuno y abstinencia. Pero pronto sugirieron cambiarla por estos dulces que solo preparan para Navidad. Sor María Julia Barrios de la Inmaculada, abadesa del monasterio, afirma que la alegría con la que viven estas fiestas, «más que de tirar cohetes, es un sentimiento interior de gozo que lleva a la adoración», especialmente tras la Misa de gallo. A la vez, «son días de levantar un poco el silencio para cantar villancicos y comentar lo que este tiempo de gracia nos ofrece». Además, «cada hermana escribe su carta a los Reyes y siempre hay algún detalle para cada una. También para alguna que siempre dice que no tiene nada que pedir».

Otra cosa que hará la abadesa estos días será visitar a una religiosa que está en una residencia de ancianos regentada por otra congregación. Fue una decisión difícil, pero «no podíamos atenderla» porque sufre demencia y se alimenta por sonda. Cuentan con ella como una más. A pesar de que «a veces no se da cuenta de quiénes somos, sigue haciendo el ofrecimiento de su vida y ayudando así a la comunidad, a la Iglesia y al mundo». Con ella, son 17 hermanas, casi todas españolas. Entre ellas hay una decena «en activo» y una postulante de República Dominicana. Aunque «de vez en cuando asoma alguna vocación, es difícil que perseveren. La Iglesia nos está diciendo que hay que estudiarlas bien. En ocasiones hemos tenido que decirles que no tenían esta llamada».

Algunas hermanas se dedican a las mayores a tiempo completo. No es fácil en un edificio en pleno casco antiguo de Toledo, lleno de escaleras para salvar los muchos desniveles. «Tuvimos que poner un ascensor en la zona que comunica la parte nueva con la antigua para que las mayores puedan estar en comunidad» sin castigar sus articulaciones o que otras tengan que subirlas a pulso en silla de ruedas, explica la abadesa.

Parte de la comunidad posa con uno de los belenes que llenan su casa estos días.
Parte de la comunidad posa con uno de los belenes que llenan su casa estos días. Foto: Casa Madre Concepcionistas Franciscanas de Toledo.

La otra cara de la moneda es que pueden presumir de vivir en el mismo monasterio que habitaron desde 1501 las primeras concepcionistas franciscanas, fundadas por santa Beatriz de Silva 17 años antes. Esta noble portuguesa había sido dama de Isabel de Portugal —madre de Isabel la Católica—, pero cayó en desgracia y su señora la encerró tres días en un cofre. La Virgen se le apareció y le encargó fundar una orden para honrar su Inmaculada Concepción. En la Guerra Civil las monjas tuvieron que abandonar el edificio ya que las fuerzas republicanas lo utilizaron para el asedio al Alcázar. Sufrió tanto daños que, tras la toma de la ciudad por los nacionales, las religiosas se dispersaron. Al volver, a pesar de ser contemplativas, abrieron una pequeña escuela para buscar su sustento y que las instituciones ayudaran en la reconstrucción. Se mantuvo hasta que, tras el Concilio Vaticano II, las autoridades eclesiales les pidieron elegir entre esta labor y la clausura.

Ahora, para mantenerse, las concepcionistas han buscado trabajos que no les supongan mucha exigencia en los plazos. Descartaron la repostería para no competir con otras religiosas de la ciudad y hacer labores de lagartera, porque tendrían que venderlas a un precio que la gente no está dispuesta a pagar. Durante un tiempo se dedicaron a montar cerraduras de seguridad con las piezas que les llevaban sueltas. «Ahora colocamos los filtros a cigarrillos, algo que pueden hacer también las mayores». Barrios aclara que no quieren favorecer que la gente fume. Pero «facilitamos al que no quiere dejarlo que al menos no se le llenen los pulmones de tanto humo». Con todo, este trabajo «no nos saca de apuros. Vivimos casi completamente de las pensiones». Rechazaron una oferta para abrir el monasterio a visitas turísticas. «Solo iba a traernos quebraderos de cabeza» al necesitar que una hermana se dedicara a ello o tener que invertir esos posibles ingresos en contratar a alguien. Y, sobre todo, lo veían como una amenaza a la atmósfera contemplativa del monasterio.

Pinche aquí para descargar la receta en PDF

Pinche aquí para ver todas las recetas de Entre pucheros también anda el Señor

Rosquillas

INGREDIENTES

  • Tres huevos
  • Tres tacitas de leche
  • Tres tacitas de aceite de oliva
  • Tres tacitas de azúcar
  • Tres sobres de levadura
  • Ralladura de limón
  • La harina que admita

PREPARACIÓN
Mezclamos los ingredientes, añadiendo harina y amasando hasta que la masa se maneje bien sin manchar las manos. Formamos las rosquillas. Las freímos en aceite bien caliente, las escurrimos bien y las espolvoreamos con azúcar.

Tirabuzones de santa Beatriz

INGREDIENTES

  • Cáscara de naranja
  • Dos tazas de aceite de oliva
  • Una taza de licor de anís
  • Canela en rama
  • Una pizca de sal. Azúcar
  • Harina

PREPARACIÓN
Cocemos la cáscara y la canela. Mezclamos dos tazas de agua con el aceite, el anís y la sal. Añadimos harina y amasamos hasta que la masa no manche. Hacemos tiras y las enrollamos en trozos de caña. Las freímos, escurrimos y echamos azúcar.