Rose Busingye: «La salvación del sida no puede depender de un trozo de plástico»
A Rose Busingye la llaman la madre Teresa laica. Es la fundadora y directora de la ONG Meeting Point International en Kampala (Uganda), donde lleva desde 1992 recogiendo de la calle a mujeres seropositivas. Mujeres que para sobrevivir tienen que escarbar en los vertederos en busca de botellas de plástico que luego venden a unos 200 chelines ugandeses el kilo, alrededor de cinco céntimos de euro.
¿Qué les dice a los que defienden el uso del preservativo en la lucha contra el sida?
El preservativo no sirve de nada si antes no se cambia el método, si no se pone en el centro la vida de las personas. La salvación del sida no puede depender de un trozo de plástico. Es aplicar un simple instrumento, pero con ello no se consigue nada. Sería como decir a las personas que son animales incapaces de controlar sus instintos. Además, en África el uso del preservativo se considera poco válido. No son infalibles y menos los que llegan aquí.
Lleva más de 20 años luchando contra esta enfermedad. ¿Qué es lo más peligroso?
Cuando empecé a trabajar con los enfermos sentía mucha frustración, por que no sabía cómo ayudarlos. Rechazaban el tratamiento, veía cómo tiraban a la basura los retrovirales que les dábamos. Era desesperante, porque querían dejarse morir. Entonces entendí que teníamos que dedicarnos a la educación para que comprendan que ni la enfermedad ni siquiera la pobreza son las características que los definen. Las personas somos más grandes que las circunstancias que nos tocan vivir, porque tenemos un valor infinito como hijos de Dios.
Pero es difícil hablar de Dios a quien lo ha perdido todo…
No podemos reducirnos solo a lo que nos pasa. Aunque alguien haya perdido la esperanza, eso no significa que su dignidad se haya extinguido. En África tenemos que confiar en nuestro valor como sociedad y descubrir la verdad. Esto se está perdiendo en Europa. Pero ojo, esto no es un valor que nos dé la religión o el Papa. En Uganda tenemos la suerte de contar con un presidente, Yoweri Museveni, que lo ha entendido desde el principio y no es católico.
¿A qué se refiere cuando dice que Europa ha perdido el valor de reconocer la verdad?
Lo que veo es una constante copia de cosas inútiles: la moda, lo que dice la televisión o las redes sociales, lo que hacen los demás… En cambio, lo importante, lo que se debe copiar es lo que está dentro del corazón de cada uno. Europa está perdiendo la capacidad de comprender lo que es verdaderamente puro, honesto y bello.
¿Cómo cambió todo cuando empezó a proponer a los enfermos un nuevo camino?
Yo no diría que es algo que yo haya propuesto. Vivo mi fe y ellos lo ven en mí. Así entiendo la educación: que la persona llegue a conocer plenamente su dignidad. Por eso evito las lecciones o los sermones que no sirven de nada. Ofrezco mi amistad, me pongo a su lado, a caminar con ellos. Así, recorriendo juntos este camino, nos damos cuenta de que responder solo a una pulsión o necesidad física —como puede ser el sexo— olvidando la totalidad de la dignidad de la persona es algo que deja insatisfecho a la larga, porque te hace desgraciado.
¿Cuál es la situación del sida en estos momentos en Uganda?
En los últimos diez años hemos experimentado una drástica disminución del número de personas infectadas. Han pasado del 21 % al 7 %. Es la mejor señal de que la educación está funcionando. No olvidemos que más del 25 % de las estructuras que asisten a los enfermos de sida en el mundo son católicas. Muchas trabajan en las zonas más pobres del mundo enviando personal médico voluntario, así como distribuyendo medicamentos a los más necesitados.