«Rolando Álvarez representa la resistencia pacífica de todo un país frente a un régimen cruel»
La CONFER entrega sus Premios Carisma. El concedido al obispo nicaragüense de Matagalpa, condenado a 26 años de prisión, fue recogido por el periodista Israel González
La Conferencia Española de Religiosos (CONFER) ha condecorado al obispo nicaragüense Rolando Álvarez «por su compromiso social», particularmente «con la Iglesia perseguida» de su país, en una nueva edición de los Premios Carisma, que anualmente concede la entidad y que este lunes ha coincidido con el 57 cumpleaños del prelado.
A Álvarez, que fue condenado en febrero a más de 26 años de cárcel por «traición a la patria», se le reconoce además por «su trabajo por construir comunidades desde la justicia, la paz y la solidaridad». Una labor que se ha visto interrumpida por la persecución religiosa por parte del Gobierno de Daniel Ortega.
El premio ha sido recogido en su nombre por el periodista nicaragüense Israel González, que se encuentra exiliado en España y que ha destacado el compromiso con los derechos humanos y la libertad de los nicaragüenses de la Iglesia, que vive, junto al pueblo, «crucificada por el autoritarismo». Pese a la represión, ha destacado González, «mis conciudadanos siguen decididos a luchar con métodos pacíficos para alcanzar la democracia». Un camino, sin embargo, hoy convertido en una «vía dolorosa» desde abril de 2018, cuando se produjo el estallido social en el país.
El periodista, y colaborador de Alfa y Omega, ha destacado también la figura del obispo de Matagalpa, «encarcelado injustamente», quien represente «el amor, la dignidad y la resistencia pacífica de todo un país frente a un régimen cruel e inmoral».
«Feroz dictadura»
Tras la alocución de González, las pantallas del CaixaForum han proyectado un vídeo en el que Silvio Báez, obispo auxiliar de Managua, ha manifestado su agradecimiento a la CONFER por el premio a su hermano en el episcopado y ha denunciado la represión impuesta por el Gobierno del presidente Daniel Ortega. «El régimen brutal que domina Nicaragua desde hace algunos años como una feroz dictadura ha convertido a la nación en una gran prisión», ha criticado Báez, que vive en el exilio en Estados Unidos desde abril de 2019.
Frente a esta actitud, el obispo auxiliar ha ensalzado la figura de Rolando Álvarez, quien se encuentra encarcelado «por proclamar la justicia y la verdad en nombre del Evangelio, por defender los derechos y la dignidad de las personas, por caminar al lado de lo más pobres». Asimismo, Báez ha subrayado la actitud evangélica, la esperanza y el continuo testimonio de Jesucristo del obispo de Matagalpa, que es «para nosotros un faro de luz y de esperanza».
Resto de premiados
Entre los premiados también se encuentra el documental Amén. Francisco responde, dirigido por Jordi Évole y Màrius Sánchez y que se estrenó a principios de abril. El filme se ha alzado con el Premio Carisma de Impacto.
La IV Edición de los Premios Carisma de CONFER ha distinguido igualmente a Carlos San Juan, en su categoría Justicia y Solidaridad, «por su iniciativa Soy mayor y no idiota» con la que este jubilado reclamó «un trato más humano en las sucursales bancarias». En el ámbito de la Comunicación, el galardón ha recaído en la religiosa Silvia Rozas «por su trayectoria como periodista y por su labor al frente de Ecclesia». Y en la categoría Fe y Cultura, el premio es para el sacerdote Jesús Sánchez Adalid, quien «está considerado uno de los escritores de novela histórica más destacados de nuestro país».
El resto de premiados son la religiosa esclava de la Santísima Eucaristía y de la Madre de Dios Ianire Angulo, en la categoría de Formación y Espiritualidad; el colegio María Corredentora, en el ámbito de la Educación; la iniciativa Noches Claras, organizada «con gran éxito» por la diócesis de Barbastro-Monzón, en la categoría Pastoral Juvenil Vocacional; la comunidad escolapia de Salamanca y su proyecto de convivencia con la familia Casanova, en la categoría de Misión Compartida. Por último, el premio Carisma de Salud ha sido para la Fundación Basida, en funcionamiento desde 1990, «por su trabajo con personas en exclusión social con VIH/sida, con problemas de adicción o con enfermedades crónicas».