Rogar por vivos y difuntos
Si «el nombre de Dios es Misericordia», como dice el Papa, sus apellidos bien pueden ser los 14 modos que desde hace siglos propone la Iglesia para vivir y practicar el amor de Dios: las obras de misericordia. Estos son testimonios reales de cómo se puede vivir el Año de la Misericordia
«Ninguna de las obras de misericordia, ni las espirituales ni las corporales, pueden vivirse ni practicarse sin la oración. Aunque la Iglesia la ponga la última de la lista, rogar al Señor por vivos y difuntos es la base de todas las obras buenas que el Espíritu inspira en el mundo». La voz serena del hermano Alfonso Lora, superior de la comunidad de cistercienses contemplativos de Oseira, en Orense, remarca cada palabra para subrayar que «todas las cosas importantes de la vida tienen que ver con Cristo». «Nuestra vida de monjes, como la de cualquier contemplativo, no tiene otro objetivo que entregarnos por entero a Dios con el trabajo y la oración. Sin embargo, que el mundo viva de la oración es responsabilidad de todos los católicos», recuerda. Porque «cada vez que rezamos, acudimos a la fuente de la misericordia: Cristo. Él intercede por nosotros ante el Padre, nos escucha, nos va cambiando el corazón, y nos une a los hermanos vivos, purgantes o victoriosos en el cielo». En este Año de la Misericordia, «la llave que nos abrirá el corazón a las otras 13 obras de misericordia es la vida de la gracia que surge de la oración», concluye.