Rocket Club, el proyecto de los agustinos para enseñar a emprender
Alumnos de ESO del colegio San Agustín de Madrid sacan adelante varios proyectos de emprendimiento empresarial. «Los chavales tienen un potencial enorme de creatividad y de imaginación que les servirá de mucho en el mundo laboral», dice su responsable
«En general, la educación en España lleva a los niños por raíles, se les guía demasiado, se les dice lo que tienen que hacer y ya está, sin ninguna libertad, cuando los chavales tienen un potencial enorme de creatividad y de imaginación que les servirá de mucho en el mundo laboral», afirma Juan Gorsch, el responsable del programa Rocket Club, la iniciativa de emprendimiento del colegio San Agustín de Madrid.
El programa funciona como una asignatura extraescolar en la que alumnos de 12 a 14 años aprenden finanzas, marketing, estrategias empresariales, diseño de productos, comercio electrónico… «Rocket Club está enfocado a que los chavales tengan una idea, y a través de una mentoría personalizada puedan sacarla adelante, pero son ellos los que van resolviendo los escollos que inevitablemente tiene el arrancar un negocio», afirma Gorsch.
La idea nació cuando Gorsch buscaba recursos para que sus hijos aprendieran nociones de emprendimiento, «pero las herramientas que hay actualmente para estas edades son demasiado teóricas, mientras que los chavales lo que necesitan es algo práctico, experiencia real en el mercado».
En apenas dos años y medio ya han salido del programa 40 proyectos, once de los cuales han llegado a facturar. Crazy Pajarraco es una marca de sudaderas que está llevando pedidos fuera de nuestras fronteras; Sutori es otra marca de camisetas y sudaderas asociadas a la música que escuchan los jóvenes de hoy; OKlock es una marca de relojes que se pueden comprar en varias tiendas de Madrid, y Kuviki comercializa un smartdesk que ayuda a los estudiantes a tener el pupitre ordenado y mejorar su rendimiento escolar.
«Hay que tener en cuenta que estos proyectos empezaron con chavales que entonces tenían 12 años y ahora tienen 14. Los niños a estas edades tienen muchísima creatividad y, emprendan o no, todo lo que están aprendiendo les va a servir para su experiencia laboral en el futuro», asegura Juan Gorsch.
El éxito de la iniciativa está siendo tal que ya ha habido varios padres que han llamado a su responsable para aprender ellos también técnicas de emprendimiento. Y todo «compartiendo los valores de la orden de los agustinos, porque esto no consiste en enseñarles hacerse ricos, sino a aportar valor a la sociedad a través de un proyecto de negocio».