Retratos - Alfa y Omega

La vida se construye a través de la historia. La historia es como un espejo en el que se va dibujando la realidad. Historia de salvación; historias de piedras y de sueños que se han ido amasando como un mosaico de luz; historias de piel, de carne, de rostros, de arrugas, de versos y de besos. En la historia permitimos que el agua repose hasta dejarnos ver el fondo: persuadir la mirada, conocer lo profundo. Es fácil agitar el lodo, confundir nuestros sentidos, rendirnos y claudicar.

Tengo un buen amigo que sabe de historia, que es capaz de escuchar los ritmos del tiempo, capaz de esperar para mirar profundo. Ama a la Iglesia y ama la ciudad donde ha construido su ministerio. Por eso ha escrito un libro sobre la historia de la Iglesia de Madrid. Y de amor son sus manos que tejen los retratos, como quien visita un museo, sala por sala, contemplando, consciente de la huella y del alma que esconden. Retratos con primeros planos; retratos escondidos; retratos entre paisajes; retratos de salón o retratos de familia. Mirar la historia es como pintar un cuadro, lleno de colores, lleno de matices, escuchando el corazón y respirando con los sentidos. No sé si leer nuestra historia y nuestras historias nos hace más sabios, pero sí nos hace mejores. Nos regala la posibilidad de aprender, incluso, a equivocarnos. Nos deja contar palmo a palmo lo que hay de pasión, de gracia, de rivalidad, de entrega, de egoísmo, de gratitud. Con este barro Dios va modelando cada vasija: cada una con su singularidad, diferente, especial. Llenas de particularidades, con su belleza y con sus taras. Volver sobre los pasos es adivinar el camino, pero, sobre todo, el destino final.

La historia no se acaba. Hoy seguimos dibujando los retratos del mañana. Manchando los lienzos o tiñendo cada espacio de sorpresa y maravilla. Construimos la historia y la historia nos construye. He visto a mi amigo trabajando, sentado delante de un gran cuadro, con su delantal y sus lentes, con su paleta llena de colores y sus ojos humedecidos por el trabajo. He visto su sonrisa y su tesón. Historia de salvación; historias de piel y sangre; historias de versos y de besos. Barro en manos del alfarero.