Retiros de Emaús en cárceles mexicanas: «Es impresionante ver a Cristo vivo entre ellas»
Crece esta herramienta de primer anuncio en la pastoral penitenciaria en México
«Es impresionante ver a Cristo vivo caminar entre las mujeres en las prisiones. Parece que en dos días y medio imposible que un grupo de mujeres hagan nada para que esos corazones se restauren, sanen, renuncien a las supersticiones, que quieran bautizarse, confesarse, dejar la homosexualidad… Es impresionante poder verlo con tus ojos», afirma Susy Servalli, representante de los retiros de Emaús en la Arquidiócesis de México. El primer retiro en prisiones tuvo lugar en 2016 en la cárcel de Santa Martha, en Ciudad de México, y después se extendió a otras cárceles del país, informa OSV News.
Tanto Servalli como la religiosa María Elena Martínez explican que el propósito de los retiros de Emaús es «dar consuelo, instruir, acoger y compartir y llevar a la gente a la Eucaristía». Durante apenas dos días, los participantes «tienen la oportunidad de reconciliarse con Dios», y se consigue gracias a «un equipo de mujeres, con unos corazones muy generosos, llenos del amor de Dios, que quieren traspasar aquello que un día Dios hizo en ellas», afirman.
A pesar de lo difícil que puede ser el ingreso en la prisión, todo ese esfuerzo vale la pena totalmente para las voluntarias. Uno de los factores que hacen todavía más loable su labor evangelizadora es la presencia de bandas criminales y carteles del narcotráfico en las inmediaciones de algunos centros penitenciarios de mujeres. Sin embargo, estas mujeres laicas y consagradas se encomiendan a Dios y llevan su mensaje de misericordia porque los frutos y las transformaciones de las que han sido testigos, gracias a los retiros, son incontables.
Entre los testimonios que más recuerdan está el de una mujer condenada por ser una sicaria de un cartel de narcotráfico mexicano. Ella, como las demás del módulo de máxima seguridad, vio la luz del sol solo una hora al día. «En una dinámica ella se paró y dijo: “ustedes saben quién soy yo y lo que he hecho, pero ya no soy la misma de antes. En tres ocasiones tuve la oportunidad de vivir este retiro y no quise, pero hoy le doy gracias a mi amiga porque me insistió”», recuerdan las voluntarias.
Explican también que durante los retiros se escuchan y comparten testimonios sobrecogedores, «de secuestros, de la santa muerte, de trata de blancas, de drogas… Son testimonios fuertes, no cosas que tú vas a escuchar en una parroquia afuera».
Durante el retiro hay un punto de inflexión, una dinámica seguida de la confesión. «A partir de allí, ellas se quiebran y ya son otras. El último día es un sentimiento de paz, de alegría, de liberación y gozo, de sentirse sanadas, amadas y sobre todo de saberse, que el Señor las puede perdonar, si es que ellas realmente se arrepienten», cuentan.
«Nosotras sabemos que todo esto viene de Cristo, porque si no, no nos meteríamos allá. Es a Él al que llevamos, y cuando nos vamos solo podemos decir: “Dios mío, se quedan contigo, que has obrado en cada una de ellas y has derramado tu amor”», concluyen.