Responsable de Migraciones de Cádiz y Ceuta: «El cierre del CIE de Tarifa es una gran noticia para los derechos humanos»
La Iglesia de Cádiz y Ceuta celebra el cierre definitivo del CIE de Tarifa. «Era un sitio realmente opaco, como lo son todos los CIE», asegura Gabriel Delgado, director del Secretariado de Migraciones de Cádiz y Ceuta
Después de 14 años abierto, el Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de Tarifa ha cerrado definitivamente sus puertas. Así lo ha confirmado recientemente el Ministerio del Interior, que ha ordenado que el cierre temporal en el que se encontraba la instalación a raíz del Estado de alarma sea definitivo.
El CIE de Tarifa, situado en la icónica Isla de las Palomas –que divide el Atlántico y el Mediterráneo, y que forma parte del Parque Natural del Estrecho- se abrió en 2006 como centro anexo al CIE de Algeciras. Pero con la remodelación de este último, el de Tarifa se transformará en un enclave turístico que albergará un centro de interpretación y punto de atención al visitante.
Para el director del Secretariado de Migraciones de Cádiz y Ceuta, el cierre definitivo «es una gran noticia, tanto para los migrantes que lleguen a nuestra tierra como para para el pueblo de Tarifa, que va a recuperar un enclave que le va a dar mucha vida a la zona, y también para los derechos humanos», explica Gabriel Delgado. «Los inmigrantes que eran internados no habían cometido ningún delito sino una falta administrativa, pero, sin embargo, estaban custodiados por la Policía. Se encontraban en una especie de limbo jurídico, con un expediente activo de expulsión y, por lo tanto, con una gran dificultad para regularizar su situación», añade en conversación con Alfa y Omega.
«Es que era un sitio realmente opaco, como lo son todos los CIE», asegura Delgado. «A mí se me caía el alma a los pies cada vez que enfilaba la carretera para acceder a la isla. Un sitio realmente precioso y, de pronto, te encontrabas con una gran valla metálica». Al cruzarla, «uno se sumergía en la tristeza al contemplar cantidad de gente joven en los patios interiores, enrejados también, que tan solo habían intentado acceder a nuestro país con la ilusión de trabajar».
Dentro del CIE la ilusión había mutado hacia «una situación anímica y psicológica tremenda. Todos ellos habían arriesgado sus vidas, habían perdido por el camino a familiares y amigos y, cuando llegaban a España, eran encerrados». «Te encontrabas gente deshecha, rota y tratada como a delincuentes».
La Iglesia, volcada con el CIE
La Iglesia de Cádiz y Ceuta se ha mostrado cercana a los internos desde que, a finales de los años 90 –antes de la apertura oficial del CIE–, la Guardia Civil llevara allí a los primeros migrantes, principalmente marroquíes, aunque también algún subsahariano.
«Ya desde esa fecha, el equipo del secretariado se hizo presente en este espacio. Yo mismo visitaba frecuencia a los migrantes», asegura. En aquella primera época, la presencia de la Iglesia en los antiguos barracones consistía en «acudir allí y responder a las necesidades que pudieran ir surgiendo en los internos. Tratábamos de aliviar su situación». A partir de 2006, con la apertura oficial del CIE «iniciamos una serie de actividades estructuradas, aunque siempre dependiendo de las circunstancias y de las posibilidades de cada momento».
Por ejemplo, «había un equipo de voluntarios que accedía para dar clases de español». También «se hacían presentes nuestros abogados para asesoramiento jurídico. Iban a las respectivas entrevistas cuando había algún caso de protección internacional, al haber solicitado alguno de los inmigrantes el asilo político». Y, por supuesto, había una presencia pastoral y religiosa. «Habitualmente se podía celebrar la Misa; la celebraba yo», asegura el director del secretariado. «La mayoría de los internos eran de lengua francófona, así que solíamos celebrar la Eucaristía en francés. Y cuando no se podía celebrar, además de escucharles siempre, hacíamos algún tipo de lectura religiosa o canto para desestresar la situación».
«Incluso hemos apoyado en el tema del vestuario y la higiene. Era una labor que no nos correspondía a nosotros, pero no podíamos quedarnos quietos ante la situación que estábamos contemplando». «Ha sido un proceso largo de presencia en el CIE de Tarifa».
La experiencia acumulada le hace desear al director del secretariado «no solo su cierre, sino el de todos los centros de este tipo de España. Ojalá esta clausura temporal sirva para que se busquen alternativas, que las hay, más justas, más dignas, más humanas. Ojalá España se replanteará las políticas migratorias y cómo tratar a los migrantes que han accedido a España sin la documentación requerida», concluye Gabriel Delgado.