Religiosas y laicos ya pueden celebrar las exequias en Barcelona
El Arzobispado ha formado a siete personas para «responder a la necesidad de una atención espiritual más amplia»
«La sensibilidad especial de estar en contacto con gente dolida y con vidas difíciles la traigo de casa. Lo he vivido desde pequeña con mis padres», dice Conchi García en conversación con Alfa y Omega. Es natural de Almería, lleva más de 20 años siendo dominica de la Presentación y es una de las tres religiosas que, junto a cuatro laicos, han sido autorizadas recientemente por el Arzobispado de Barcelona para oficiar exequias en los tanatorios.
Aunque sin duda este nombramiento forma parte de un paso importante en la Iglesia, la consagrada le quita importancia y defiende la idea de normalizar esta situación, porque «no estamos descubriendo nada nuevo». «Por supuesto que hay que reconocerlo, pero sin darle más pompa de la que tiene, porque las mujeres llevan oficiando exequias desde hace muchos años en otros países».
- En noviembre de 2020, la Conferencia Episcopal Española hizo pública la instrucción pastoral Un Dios de vivos, en la que se indica que, «ante la imposibilidad real de que oficie los ritos exequiales un sacerdote o ministro ordenado o instituido», puede ser un laico quien dirija esas ceremonias.
- Los tres momentos principales en las exequias sin Eucaristía son: la acogida de la comunidad, la liturgia de la Palabra y el último adiós al difunto.
- El ritual de los funerales de la liturgia romana propone tres tipos de celebración correspondientes a tres lugares: la casa, la iglesia y el cementerio.
Para el director del Secretariado Diocesano de Tanatorios del Arzobispado de Barcelona, Alfons Sagalés, estas designaciones «responden a la necesidad de una atención espiritual más amplia y cercana a las familias que atraviesan un proceso de duelo». Además, lo enmarca en el contexto del Sínodo sobre la sinodalidad puesto en marcha por el Papa Francisco, en cuyo proceso se está pidiendo más responsabilidad y participación de todos los miembros de la Iglesia, especialmente laicos y religiosos. Conchi es contundente: «Todos, como bautizados, somos responsables del caminar de la Iglesia. Como en una familia, todos debemos colaborar».
Pese a todo, celebrar las exequias no deja de ser un momento íntimo y especial. No solo porque se hace con ocasión del entierro de un ser querido, sino porque, en esas circunstancias, un acompañamiento cercano es esencial. Por eso, en la ceremonia se trata de crear un ambiente en el que «compartimos desde el corazón y desde el alma aquello que une a los seres queridos con el difunto», señala García. Algo que es muy agradecido por las familias, que si bien al principio se sorprenden gratamente al ser consoladas por una voz femenina, luego lo llevan con una tremenda naturalidad.
La sensibilidad y escucha necesarias son cultivadas en estos agentes pastorales a través de una formación teológica y espiritual proporcionada por el propio Arzobispado. Se profundiza en temas más específicos como la psicología del duelo o la atención a las familias. Sin embargo, algo que tanto la religiosa como Sagalés ven imprescindible es una formación permanente, «porque no podemos quedarnos anclados», dice García. «Pero no solo nosotros, sino también todos los cristianos y en todos los ámbitos», añade.
Actualmente, la archidiócesis de Barcelona cuenta con 33 personas que pueden oficiar estas ceremonias exequiales, además de atender pastoralmente los tanatorios: 16 presbíteros, siete diáconos, tres religiosas y siete laicos. La configuración del equipo comenzó a finales de 2019, cuando el Arzobispado formó por primera vez a tres laicos para colaborar con el Secretariado Diocesano de Tanatorios. En diciembre de 2023, el cardenal Omella dio un paso más al designar a la primera religiosa y abrir la puerta a que ella y los laicos dirigieran las exequias. El movimiento se ha completado con la designación de otras dos consagradas y cuatro laicos.
«En este contexto, creo que las religiosas aportamos una sensibilidad femenina especial», explica García, siempre teniendo en mente que en este servicio «todos somos un equipo y todos tenemos algo bueno que aportar». Porque al final la misión es la misma: estar presentes para ayudar, servir, hacer que la Iglesia camine al lado de la gente que más sufre y que pasa por momentos complicados. «Estamos llamados a trabajar por el Reino. Sea con voz femenina o con voz masculina», puntualiza la religiosa.
En la diócesis catalana de Urgel, el arzobispo Joan-Enric Vives ha instituido este mes la figura de 13 laicos y consagrados, entre los que se encuentran ocho mujeres y cinco varones, en los ministerios de acólito y lector. Este grupo de «animadores pastorales», según informa la propia diócesis, «podrán presidir celebraciones dominicales en ausencia o espera de algún presbítero». Además, y como parte de esta misión de animación litúrgica y pastoral, también podrán prestar servicios en las parroquias colaborando con Cáritas, catequesis o la atención a los enfermos y necesitados.
Los nombramientos llegan después de un amplio discernimiento pastoral y
comunitario, sumado a más de un año de formación en el arte de la celebración y renovando su fidelidad a Dios y a la Iglesia. La importancia de estos servicios litúrgicos radica en que trascienden la propia celebración y conllevan una espiritualidad concreta que se ejemplifica en la forma de «vivir el testimonio y la entrega en lo cotidiano».