Tengo alumnos universitarios que no leen. No son pocos, ni una excepción que confirme la regla del sentido común académico. Los hay incluso entre los que cursan Periodismo o entre los que estudian Comunicación Audiovisual y anhelan ser directores de cine. Por eso no es extraño que, cuando aparecemos por el aula los profesores de Humanidades con algún que otro libro debajo del brazo y les decimos cuáles son las lecturas del curso, alguno pregunte que si no hay película. Aquí, en la conocidísima Reina Roja de Juan Gómez-Jurado había libro y ya tenemos serie. Ambos de palomitas, que no es poco, pero poco más.
He de reconocer que ya leí a regañadientes la novela y que la dejé para un verano. En remojo, casi todo se lee mejor. Flojita de estilo, carne de best seller, pero me entretuvo por encima de mis expectativas. Hay que saber hacer eso y hacerlo bien. No seguí con otras reinas, pero le tenía ganas a la versión audiovisual, por si encontraba algún libro-serie que pudiera recomendar al alimón a los alumnos universitarios que se pelean con la cultura escrita.
Objetivo cumplido. Reina Roja, el libro ha enganchado a unos cuantos, y la serie, que puede verse en Amazon Prime, la han disfrutado en lo que es, una serie de crímenes por resolver en la que una mujer con un cociente intelectual de 242 y un policía vasco de difícil carácter van a tratar de no darnos tregua, de que seamos uno más en medio de la adrenalínica acción y, sobre todo, en medio de sus particulares redenciones personales. Los actores son, a mi juicio y con diferencia, lo mejor de la serie. Vicky Luengo y Hovik Keuchkerian, en los papeles protagonistas de Antonia Scott y Jon Gutiérrez, están espléndidos. Pongan cabeza, que esta es de las que, como te pongas, te pegas el atracón de los siete capítulos seguidos. La apuesta es fuerte, el thriller manda y engancha, a pesar de que el tono general sea bastante irregular y haya que atravesar en la historia unos cuantos altibajos de guion.