Rector de San Dámaso: «La docencia presencial física es insustituible»
El teólogo Javier Prades, que acaba de ser reelegido como rector de la Universidad San Dámaso, pide que se detalle cuanto antes «en qué condiciones sanitarias nos van a permitir reabrir y comenzar el curso que viene»
El cardenal Osoro le ha renovado como rector para un tercer cuatrienio, ¿cómo ha cambiado San Dámaso en estos años?
Mi inicio coincidió con la erección de la universidad. Teníamos la Facultad de Teología, que ya llevaba funcionando unos 15 años, y otras facultades recién creadas, de dimensiones todavía reducidas. Hemos favorecido la conjunción de estas instituciones y hemos ido vertebrando los instrumentos jurídicos, administrativos y académicos para alcanzar la realidad de hoy. Ha habido un incremento del alumnado, cuya mayoría son laicos, con una creciente presencia de estudiantes de otras diócesis y de Iglesias hermanas de África y, sobre todo, de América Latina. También se ha producido la consolidación del profesorado, mediante los concursos de cátedra, para ir creando un cuerpo docente estable y de calidad.
Volviendo la vista atrás, ¿qué es lo que mayor satisfacción le da?
Ayudar a poner en marcha las tres facultades, con sus estudios especializados, ha sido muy bonito. He ido comprendido también el significado de la sección a distancia del Instituto de Ciencias Religiosas. Es un instrumento muy valioso, en especial para diócesis pequeñas, pues permite el acceso a formación universitaria en unas condiciones flexibles y muy bien pensadas. Ahora están echando a andar los títulos propios, una modalidad prevista en Veritatits gaudium. Son títulos con un número más limitado de créditos, sobre temas monográficos, que pueden encajar con los intereses de muchas personas. También estamos impulsando títulos compartidos con otras universidades.
¿Les pilló con el pie cambiado el coronavirus?
Tuvimos un caso positivo muy pronto en la universidad y ha sido algo que hemos vivido no ya día a día, sino hora a hora. Los primeros diez días fueron de una intensidad, de una incertidumbre y de un desconcierto muy grandes. Cuando pensábamos que podía ser una interrupción corta, lo primero que hicimos fue facilitar apuntes, lecturas, ejercicios… Pero al ver el alcance ya se trabajó para disponer de apoyo de la actividad académica online.
San Dámaso no tenía infraestructura para poder sustituir de la noche a la mañana su docencia presencial, que es la habitual, por una actividad académica online. Y esto ha sido posible en un tiempo récord gracias al esfuerzo coordinado de muchas personas. Estoy muy agradecido y orgulloso de la respuesta del personal de administración y servicios, del personal docente e investigador, y de los estudiantes.
Con tanto lío, ¿ha tenido tiempo para leer?
Con el teletrabajo uno acaba pendiente del ordenador, del teléfono y de WhatsApp más que nunca [se ríe] y eso ha supuesto horarios muy intensos. Las primeras semanas, que tuve una cuarentena más rigurosa, leí novedades teológicas que tenía pendientes, al hilo de un curso que preparaba. Y luego, para sacar la cabeza un poco de tanto ordenador, sí he leído poesía y literatura española, como Julián Ayesta, Eloy Sánchez Rosillo, José Mateos o Jesús Montiel.
Sé que están pendientes de las pautas del Gobierno y de la Congregación para la Educación Católica, pero ¿la universidad va a ser más digital que nunca?
Hay dos evidencias al mismo tiempo. La primera es que la docencia presencial física es insustituible y es la referencia. Todos hemos echado de menos el aula: los niños, los jóvenes universitarios y los profesores. Soy profesor y quiero volver a disfrutar del acto de dar clase presencialmente. No me subiría al carro de una revolución informática radical. La segunda evidencia es que esta pandemia nos ha obligado a todos a asumir el uso de tecnologías telemáticas que han demostrado su validez. Hemos comprobado que los recursos online, sobre todo los que denominamos síncronos porque permiten interactuar en tiempo real, aportan un plus y permiten llegar a más alumnos. Podrá ser una buena ayuda en el futuro.
Los primeros en cerrar fueron los centros educativos y parece que van a ser los últimos en reabrir, ¿qué sensación le deja?
Hay actividades que se han regulado con detalle y, en cambio, el mundo de la educación, en todas las etapas, ha ido un poco por detrás. Una pregunta abierta es en qué condiciones sanitarias nos van a permitir reabrir y comenzar el curso que viene. Si, por las circunstancias, no nos permitieran llenar la capacidad de las aulas, estamos preparando alternativas. Ya nos ha cogido el toro una vez y hemos esquivado la cornada, pero tenemos que estar preparados. San Dámaso sigue, San Dámaso trabaja, San Dámaso acoge y quiere acoger a más estudiantes para continuar esta actividad universitaria al servicio de la evangelización.