La exposición Stefan Zweig. Autor universal llega a Madrid desde la Biblioteca Nacional de Austria, donde se inauguró en 2022 con ocasión del 80 aniversario de la muerte de Zweig (Viena, 1891-Petrópolis, 1942). El escritor austriaco mantenía relaciones epistolares con las grandes personalidades de la cultura y la vida pública de su tiempo. Presentarlo como un autor recluido en el Parnaso es una caricatura. Nuestro hombre participó, no solo a través de sus libros, sino también de sus conferencias y artículos, en los grandes debates políticos y sociales de su tiempo.
El parte de defunción del autor, exiliado en Brasil, nos recuerda el dolor de aquella generación que vio cómo el mundo anterior a la Gran Guerra (1914-1918) se hundía para dar paso al periodo turbulento que condujo al ascenso del nazismo con su aterradora carga de odio: el racismo, el antisemitismo; la muerte de Europa, en suma. Zweig estuvo entre aquellos «escritores alemanes de origen judío» que Joseph Roth describió en «Auto de fe del espíritu» (La filial del infierno en la tierra. Escritos desde la emigración, Acantilado, 2004) como «la primera oleada de soldados que hemos luchado bajo el estandarte del espíritu europeo». Roth los describió como «guerreros vencidos». Zweig no pudo soportar esa derrota. Perdida la esperanza ante lo que parecía una victoria total del nazismo, él y su esposa se suicidaron el 22 de febrero de 1942, aproximadamente un año antes del fin de la batalla de Stalingrado, que cambió el curso de la guerra.
Como Roth, como Bánffy, como Von Horváth, Stefan Zweig vio cómo su mundo se desmoronaba. El legado de la alta cultura europea, el tesoro de 25 siglos de civilización, parecía derrumbarse ante el avance del comunismo, el fascismo y el nacionalsocialismo. Nuestro hombre escribió que «no puedo atribuirme más protagonismo que el de haberme encontrado —como austriaco, judío, escritor, humanista y pacifista— precisamente allí donde los seísmos han causado daños más devastadores. Tres veces me han arrebatado la casa y la existencia, me han separado de mi vida anterior y de mi pasado, y con dramática vehemencia me han arrojado al vacío, en ese “ya no sé adónde ir” que ya me resulta tan familiar».