Razib Debnath: «Todavía estos trabajadores no ganan lo que deberían» - Alfa y Omega

Razib Debnath: «Todavía estos trabajadores no ganan lo que deberían»

El responsable del proyecto de Bangladés de la ONG Terre des Hommes Italia lleva años intentando ayudar a miles de empleados del sector textil a hacer más dignas sus condiciones laborales

Giammarco Sicuro
En el Centro de Desarrollo Rural Integrado para Asia y el Pacífico (DAP).
En el Centro de Desarrollo Rural Integrado para Asia y el Pacífico (DAP). Foto cedida por Razib Debnath.

Hemos visto el dramático estado de los ríos de la capital. ¿Qué medidas se están tomando en Bangladés para que la industria textil sea menos perjudicial para el medio ambiente?
Por desgracia, el proceso de reconversión ecológica en este país es muy lento y puedo afirmar sin temor a equivocarme que al menos el 70 % de las fábricas textiles siguen siendo altamente contaminantes. Tanto las empresas que no cumplen la normativa como las que las marcas internacionales consideran conformes.

Hablemos ahora de los trabajadores. ¿Cómo intentan ayudarles a mejorar su situación?
Terre des Hommes está presente en Bangladés desde hace años con un proyecto llamado Unidos por la Dignidad. Es una iniciativa que llevamos a cabo con algunas organizaciones locales y que apoyamos con donativos, sobre todo de ustedes, los europeos. Básicamente, intentamos ayudar tanto a los empleados como a los empresarios, facilitando la cooperación mutua. El objetivo es garantizar, a todos los que trabajan en estas empresas, que cumplen las normas un entorno laboral sano en el que se respeten los derechos sindicales. También formamos a la dirección de las empresas con cursos ad hoc y, por otro lado, informamos a los empleados sobre las herramientas que tienen para hacer valer sus derechos.

¿Cuáles son los principales problemas a los que se enfrentan?
Afectan sobre todo a las mujeres. Casi el 75 % del personal empleado en el sector textil son mujeres y muchas de ellas dejan de trabajar porque no saben dónde dejar a sus hijos. O los llevan con ellas a los talleres, solo para ponerlos a trabajar muy pronto. Con este proyecto hemos podido abrir guarderías dentro de las empresas cumplidoras, contratando a personas que cuidan a los hijos de las empleadas durante todas las horas de trabajo. Esto permite a las madres trabajar con la tranquilidad de saber que los niños están seguros.

¿Qué puede decirnos de los salarios?
Que es un tema dramático por el que miles de trabajadores protestan cada año y cada vez con más conciencia. La masacre del Rana Plaza aquí dejó huella. Desde entonces está surgiendo una conciencia colectiva que empuja a la gente a manifestarse para que se reconozcan sus derechos.

Las marcas internacionales imponen una larga lista de normas a las empresas locales para ser evaluadas como conformes. Se han dado muchos pasos adelante en este sentido, pero sigue existiendo el problema de los bajos salarios. El sindicato está presionando para que se suban, pero la inflación que está afectando al país en los últimos años dificulta que se ajusten al coste de la vida y, aún hoy, estos trabajadores, incluso en las empresas que cumplen las normas, no ganan lo que deberían.

Respecto a la cuestión de la subcontratación, ¿cree que las marcas internacionales saben que muchos de los pedidos acaban siendo procesados por empresas que no cumplen sus requisitos?
Sinceramente, no creo que lo sepan, aunque aquí en Bangladés todos somos conscientes de que esas prácticas son bastante habituales. En resumen, es frecuente que las empresas que cumplen las normas no puedan responder a los pedidos cada vez mayores y más rápidos que llegan de Occidente, por lo que recurren a fábricas que no cumplen las normas mínimas. El problema es el seguimiento: estos acuerdos se hacen verbalmente, sin registros contables ni documentos oficiales a disposición de quienes quieran llevar a cabo una auditoría.

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