Raniero Cantalamessa: «Quiero continuar vistiendo mi hábito de franciscano»
«Un simple sacerdote capuchino que lleva media vida anunciando la Palabra de Dios»: así se ve el nuevo cardenal
La sencillez de quien conoce al dedillo las Sagradas Escrituras y su voz parsimoniosa le preceden. El sacerdote capuchino Raniero Cantalamessa predica cada año por Adviento y Cuaresma en San Pedro mientras que el Papa lo escucha en silencio. Lo hace desde hace cuatro décadas. Con tres Pontífices distintos. San Juan Pablo II lo nombró en 1980 predicador de la Casa Pontificia y el próximo 28 de noviembre Francisco lo creará cardenal. Será uno de los cuatro nuevos purpurados con más de 80 años a quienes el Santo Padre ha querido distinguir por su servicio a la Iglesia.
¿Qué significa para usted llevar la birreta cardenalicia?
Espero tener que llevarla el menor tiempo posible. Quiero continuar vistiendo mi hábito de franciscano. Y cuando no pueda estar exento de llevar algo de color púrpura encima, me acordaré de la interpretación que hace el Santo Padre en la entrega de la birreta a los cardenales. Debemos recordar la caridad y nuestro compromiso para defender la fe hasta la muerte o hasta el punto de donar la sangre por Jesús.
El Papa ha subrayado en muchas ocasiones que el de cardenal es un servicio a la Iglesia. ¿Cómo acoge este nuevo desafío?
Tengo 86 años y llevo media vida anunciando la Palabra de Dios. Este ha sido el único servicio que he hecho a la Iglesia. Estoy convencido de que mi nombramiento es más un reconocimiento a la importancia de la anunciación de la Buena Noticia que hacia mi persona. Hasta que el Señor me dé fuerzas continuaré siendo el predicador de la Casa Pontificia, algo que retomaré el próximo Adviento.
Sus predicaciones han sido apreciadas por san Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco. Alguna incluso ha conquistado las redes sociales…
Soy yo el que los aprecio a ellos. Es justo al revés. Los que escuchan son los verdaderos predicadores y los predicadores somos los verdaderos oyentes. Siento plena admiración no por mis predicaciones, sino por quien las escucha. Son el Papa y la Curia los que me predican a mí y a la Iglesia entera, porque encuentran siempre tiempo, en medio de tantos compromisos en su agenda, para venir a escuchar a un simple sacerdote capuchino. En cuanto a las redes sociales me gustaría decir algo. Los apologistas cristianos del siglo II y III bendecían a Dios por las calles construidas por el Imperio romano, porque –según decían– por ellas podía transitar y viajar más fácilmente el anuncio de la fe. Podemos hacer lo mismo por las calles virtuales construidas por la tecnología moderna. Eso es justo lo que rescata a los medios de comunicación de tantos abusos que se cometen sobre ellos; es decir, que a través de las redes sociales y los medios de comunicación tenemos que difundir también el bien que se hace en el mundo, y en concreto el mensaje del Evangelio. Hemos visto el providencial uso que se puede hacer de estos instrumentos durante el confinamiento. Muchos creyentes, que no podían acceder a las iglesias, han podido así alimentar su fe.
¿Cómo interpreta la decisión del Papa de premiar a la orden de los franciscanos con varios nombramientos en el Colegio Cardenalicio?
Creo que san Francisco de Asís está un poco en medio de todo, incluidas las dos últimas encíclicas del Papa, Laudato si y Fratelli tutti. Pero no me gustaría darle demasiado peso a este aspecto. No creo que el Papa esté contando con los dedos de la mano cuántos cardenales hay de esta orden religiosa y cuántos de esta otra.