Ramón Masats: Visit Spain
La Tabacalera de Madrid expone fotos que realizó Masats en los 50 para retratar los estereotipos que, según la publicidad oficial de la época, representaban a España
Visit Spain. Este título evoca el eslogan de la campaña publicitaria de los años 50 para promocionar nuestro país como destino turístico. De esa década y la siguiente da cuenta esta muestra comisariada por Chema Conesa y que forma parte de la Sección Oficial de PHotoESPAÑA 2020.
Se exhiben en el espacio Tabacalera Promoción del Arte de Madrid, hasta el 12 de octubre, las fotos que Masats tomó entre 1955 y 1965 con ocasión de un viaje por España para retratar los estereotipos que, según la publicidad oficial, representaban a España y sus valores. El dossier de prensa de la exposición dice que nuestro fotógrafo «documenta y retrata la realidad de un país atrapado en la pobreza material, laminado en lo social y acérrimo en su atadura espiritual». Dejando de lado el prejuicio de una expresión como «atadura espiritual» para hablar de la Iglesia y de la vida religiosa en la España de los años 50 y 60, podemos ver en algunas fotografías imágenes que permiten otra lectura.
En efecto, uno puede valorar que el fotógrafo levanta acta de la «España de charanga y pandereta, cerrado y sacristía» de la que habló Machado, o bien uno puede descubrir una España tradicional en la que la cultura popular y las tradiciones se consideraban valiosas y estaban arraigadas en la vida colectiva. Desde las procesiones de Semana Santa a la tauromaquia, se va desplegando ante nosotros un país que no había abrazado las convenciones de nuestro tiempo desde el laicismo hasta el veganismo. Esa España, que se pretende reflejar desde sus sombras, permite otras miradas más luminosas.
Por ejemplo, podemos admirar esta foto famosísima de un partido de fútbol en el seminario de Madrid (1960). Donde algunos podrían apreciar una «atadura» yo veo, en cambio, una muestra de vigor y vitalidad que no encuentra contradicción entre el balón y la sotana. Para una mirada limpia de prejuicios, este partido muestra una dimensión cierta y necesaria de la vida de la Iglesia: la comunidad, la felicidad compartida y la ausencia de complejos. Antes de que llegasen los gurús del fitness y los coaches, la Iglesia ya enseñaba la importancia del deporte y del trabajo en equipo. En un tiempo en que cualquier futbolista lleva el pelo como un mohicano, lo verdaderamente revolucionario es la sotana. Después de ver esta foto tan humana, uno puede releer con otros ojos el texto de John Henry Newman sobre los sacerdotes: «Si vuestros sacerdotes fueran ángeles, hermanos míos, ellos no podrían compartir con vosotros el dolor, sintonizar con vosotros, no podrían haber tenido compasión de vosotros, sentir ternura por vosotros y ser indulgentes con vosotros, como nosotros podemos; ellos no podrían ser ni modelos ni guías, y no te habrían llevado de tu hombre viejo a la vida nueva, como ellos, que vienen de entre nosotros». Se empieza celebrando un gol y se termina riendo en un bautizo y llorando al despedir a alguien llamado por Dios a su presencia.
Me gusta otra foto de los Cursillos de Cristiandad, que se venían celebrando en España desde finales de la década de los años 40. De nuevo, esta Iglesia muestra que, lejos de ser una atadura, para muchos fue un trampolín que los elevó muy alto. Repárese un momento en este tiempo: España aún acusa las heridas de la persecución religiosa durante la II República (1931-1939) y la guerra civil (1936-1939). Se recuerdan las quemas de conventos, los fusilamientos con o sin proceso, las profanaciones, los bombardeos, los caídos del frente en una lucha atroz de hermanos contra hermanos. Viendo esta foto, uno puede tomar conciencia de que solo el perdón puede sanar estas heridas. Solo Cristo puede curarlas. Solo Él puede tomar sobre sí el espanto, el horror y la muerte que se han abatido sobre nuestra tierra. Solo él puede recomponer las familias rotas, las amistades quebradas, la sociedad fracturada, el pueblo dividido. Tal vez parezca antigua. Es cierto. Pero más antiguo es el odio y ahí sigue con tantos que lo alimentan. Solo desde la cruz puede contemplarse el mal y solo desde ella puede comprenderse que el amor es aún más fuerte. Que al final el amor vence. Que la reconciliación es posible y que la muerte, toda esa muerte que esta gente ha visto y recuerda, no tiene la última palabra. La Iglesia empezó la Transición mucho antes de que esta tuviera siquiera un nombre. Lleva más de 20 siglos propiciando transiciones de las buenas.
Vayan a ver la exposición. Desafíen la mirada que les proponen. Elaboren la suya. Que la disfruten.
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