Una estrella de maratones en el Vaticano: «Quiero dar una oportunidad a las niñas» - Alfa y Omega

Una estrella de maratones en el Vaticano: «Quiero dar una oportunidad a las niñas»

Tegla Loroupe, organizadora del primer equipo olímpico de refugiados en Río 2016, ha participado en un congreso en el Vaticano para promover el deporte inclusivo

Victoria Isabel Cardiel C.
La atleta cruza la línea de meta para ganar la maratón de Róterdam, en 1998. Foto: EPA Photo ANP / Toussaint.

A los 7 años Tegla Loroupe (Kenia, 1973) se dio cuenta de que corría mucho más rápido que los demás. Desde su casa —una chabola que compartía con su familia polígama (su padre y sus cuatro esposas, y 24 hermanos)— hasta el colegio más cercano había exactamente diez kilómetros. De lunes a viernes atravesaba la sabana keniana, descalza, forzando sus piernecitas al máximo, y, al poco rato, ya sabía que había dejado atrás a sus compañeros. Una carrera de fondo que también ganaba por las tardes. Correr pronto se convirtió en una vía de escape que acabó transformando para siempre su vida. «En esos momentos yo no era consciente de que estaba haciendo deporte, me lo tomaba como un juego; era el único modo para ir a estudiar, aunque es verdad que hacía mucho ejercicio», asegura a Alfa y Omega.

Pasó su infancia agachada en el campo para recoger las frutas y verduras de la temporada. El resto del tiempo cuidaba a sus hermanos menores, pero ella quería competir. Tenía dos muros por delante: era mujer y de baja estatura. La gente del pueblo donde vivía le dio la espalda, porque no solo no la consideraba apta para ser corredora, sino que veía su potencial como un peligro. Loroupe, en cambio, lo tenía cada vez más claro. Con 16 años se apuntó a una carrera local de 1.500 metros e incluso ganó a los adultos. Había nacido para correr. «La única que confiaba en mí era mi madre. Pensé que podría encontrar mi hueco en la federación nacional, pero no fue fácil, porque no me aceptaron a la primera: me dijeron que era demasiado delgada», incide.

0 La keniana, en el centro, a su llegada a Río de Janeiro en 2016. Foto: Agência Brasil / Fernando Frazao.

Paso a paso, zancada a zancada, fue rompiendo los rígidos esquemas sociales de su país para convertirse en una promesa del atletismo. «Me decía a mí misma que tenía algo especial, que podía hacer deporte como lo hacían los hombres de mi comunidad. No hay que mostrar nunca miedo, solo luchar», explica. Corriendo, Loroupe rompió todos los techos de cristal. Tras ganar una importante carrera local en 1988, de nuevo descalza, la federación keniana de atletismo decidió ficharla. Eran sus inicios. En los años 90 despegó su carrera internacional. En 1994 ganó los Juegos de la Buena Voluntad en 10.000 metros. Y, aunque ya tenía zapatillas de deporte, prefirió hacerlo descalza. Un detalle que dejó a todos boquiabiertos. Ese año también participó en su primera gran maratón, la de Nueva York, donde batió otro récord: se convirtió en la primera mujer de África en ganarla. «Creo que eso llenó de orgullo a las mujeres de todo el mundo. Después de aquello fueron tantos los mensajes de apoyo y de cariño que nunca más me volví a sentir sola», señala.

Loroupe atesora varias medallas mundiales y aún ostenta los récords de 25 y 30 kilómetros. En 1998 consiguió otra meta. Fue, de nuevo, la primera mujer de África en ganar un maratón internacional. El éxito de Nueva York lo repitió en Londres, Róterdam, Hong Kong, Berlín y Roma. Correr le hizo libre. Pero también se convirtió en un ejemplo inspirador. «Las niñas en mi país apenas recibimos apoyo si queremos dedicarnos al deporte». Por eso, ha construido un campo de entrenamiento a las afueras de Nairobi para que las mujeres puedan correr sin prejuicios. «Si eres mujer siempre tienes que luchar, sea donde sea, pero en África es diferente. Es más difícil. Sé bien qué es no contar con ninguna oportunidad, porque eso quiero dar oportunidades a las niñas con más obstáculos para lograr sus sueños», asegura.

«Si el mundo del deporte transmite unidad y cohesión, puede convertirse en un formidable aliado para construir la paz»
Papa Francisco

A pesar de todo, no busca culpables en su pasado: «No señalo con el dedo a nadie. Y tampoco me avergüenzo de mis orígenes; al revés, han forjado en mí un gran espíritu de sacrificio». Loroupe sabe que la educación lo es todo. Por eso se ha preocupado de que ninguna niña tenga que volver a dejarse la piel de los pies en el terreno hasta llegar al colegio, sosteniendo la formación escolar en las aldeas más remotas.

Siempre empieza su historia contando que nació «en una zona de Kenia en conflicto». Su familia echó raíces en la aldea de Kapsait, a unos 600 kilómetros al norte de Nairobi, un área enrocada durante años en el conflicto étnico-político. Vivir de cerca la violencia ha forjado su carácter de activista por la paz. En 2003 creó la Fundación por la Paz Tegla Loroupe, que organiza carreras entre tribus rivales o comunidades locales enfrentadas en territorios fronterizos, y con la que se ganó el respeto internacional, llegando incluso a ser nombrada embajadora del deporte por la ONU. «La gente no se pelea solo porque no se guste, eso son solo estereotipos; la culpable es la falta de recursos», asegura.

En la rueda de prensa del pasado 28 de septiembre en el Vaticano. Foto: Victoria I. Cardiel.

Loroupe fue quien organizó el primer equipo de refugiados de unos Juegos Olímpicos. En Río 2016, diez deportistas refugiados desfilaron bajo la bandera olímpica. «No olvido mis orígenes muy pobres. Sé lo duro que es no tener nada, ninguna oportunidad. Además, ser inmigrante es visto como algo negativo. Los refugiados cargan con un tremendo estigma únicamente por haber tenido que huir de su país. Olvidamos que no son criminales. Ellos dejan todo atrás y se quedan sin nada. Es gente que atraviesa desiertos y océanos para tener una vida mejor. Dentro de cada refugiado hay una historia de superación, como en los deportistas», incide. Este gran gesto para hacer añicos los prejuicios ante los migrantes le valió la nominación de Persona del Año en Naciones Unidas. Su testimonio fue escuchado en el Vaticano, durante el congreso internacional Deporte para Todos, organizado los pasados 29 y 30 de septiembre por el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, junto con el Dicasterio para la Cultura y la Educación, y con la colaboración de la Fundación Juan Pablo II para el Deporte. En la cita participaron también el presidente del Comité Paralímpico Internacional, Andrew Parsons; el presidente del Comité Olímpico Internacional, Thomas Bach, y el presidente de ACNUR, Filippo Grandi. Y contó con la presencia de organismos como Cáritas o la UNESCO.

Bio

Tegla Loroupe ganó su primera maratón con solo 19 años, y su carrera como atleta se disparó entre los años 90 y los 2000. Tras cosechar varias medallas y establecer récords mundiales en los 25, 30 y 42 kilómetros, en 2016, ya retirada, creó el primer equipo olímpico de refugiados.

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