¿Qué se llevan los turistas que visitan, estos días, las iglesias y las catedrales? Mi casa es casa de oración - Alfa y Omega

¿Qué se llevan los turistas que visitan, estos días, las iglesias y las catedrales? Mi casa es casa de oración

Este verano, las catedrales e iglesias de toda España acogerán a millones de turistas. Muchos visitantes apenas saldrán de los templos con algunas nociones sobre historia del arte. Para remediarlo, surgen propuestas que buscan dar a cada visita cultural un acento evangelizador, pero estas iniciativas suelen toparse con resistencias en las diócesis, a menudo atadas por convenios con Gobiernos autonómicos. En contraste, los guías voluntarios españoles son recibidos con los brazos abiertos en Italia, Francia o Reino Unido

Redacción
Barcelona, basílica de la Sagrada Familia: más de tres millones de visitantes en lo que va de año.

«Perdone, ¿me puede decir dónde está el Santísimo?», pregunta una visitante a uno de los guías que acogen a los turistas en la puerta de una importante basílica española.

¿El qué?, responde el muchacho.

El Santísimo

Perdone, no la entiendo.

El sagrario, la «cajita» donde está guardado el Señor.

Ah…, ya. Pues tiene que salir de la basílica, rodearla, y en una pequeña capilla de la parte posterior, ahí está.

Abundan las anécdotas sobre desconocimientos básicos de los guías turísticos que explican el patrimonio de la Iglesia. Otra muy conocida sucedió en Granada: tras ser preguntado sobre qué significaba la media luna a los pies de la Inmaculada Concepción, el guía contestó, sin miramientos, que era una loa al triunfo del cristianismo sobre el Islam [la figura es del Apocalipsis. Según la Tradición, la luna menguante representa a san Juan Bautista, que deja paso al Sol, Jesucristo]. Hay quien, ante una talla de Cristo atado a la columna, pregunta: ¿Quién es ese santo? O quien confunde el viril que custodia al Santísimo con una lupa. También algún guía ha explicado que la Virgen de los Dolores tiene clavadas tantas espadas porque se suicidó tras la muerte de su Hijo. Y otro ha traducido el Noli me tangere, de Jesús a María Magdalena, por ¡No me lo puedo creer!

Voluntarios de Nartex ante una iglesia románica.

Don Manuel Íñiguez, director del Secretariado de la Comisión episcopal de Patrimonio, de la Conferencia Episcopal Española, señala que el problema está en que «hay guías de turismo que enseñan nuestras catedrales y no tienen la preparación adecuada». Por eso, la mayoría de los turistas que salen de los templos en España se marchan con un montón de datos y fechas, pero poco más.

¿Y por qué sucede esto? Porque el trabajo de los guías lo suelen controlar las comunidades autónomas, lo que conduce a una situación delirante: «Se podría dar el caso de que un cura que está explicando el retablo de su propia parroquia sea denunciado por competencia desleal. Por tanto, éste es un problema que hay que resolver a nivel legislativo», explica Íñiguez.

Mientras llega y no llega la nueva ley que ponga fin a esta situación anómala y permita a la Iglesia decidir quién explica sus propios templos, diócesis como la de Segovia ofrecen a quien lo desee «una buena formación que incluya el sentido religioso de todo lo que explican», como cuenta don Miguel Ángel Barbado, delegado de Patrimonio de la diócesis segoviana. «Pero son sólo algunos guías los que hacen nuestros cursos. Nosotros no queremos quitarles el pan, como nos acusan, pero lo que no puede ser es que no sepan bien lo que explican», se lamenta. «La intención, al final, es que puedan hacer bien su trabajo. Es algo que nos interesa a todos: explicar las cosas bien, y que te las expliquen bien», recalca Barbado.

¿Por qué me cobran por entrar?

Una de las cosas que más sorprende a quienes aprovechan este verano para visitar alguna catedral es que, a la entrada de muchas de ellas, tienen que pagar una entrada para poder acceder al templo. No entiendo por qué tengo que pagar para entrar en una iglesia es la queja más habitual. Don Manuel Íñiguez responde que «las catedrales y las iglesias de interés especial llevan consigo unos gastos de seguridad a los que hay que hacer frente, y que tenemos que sufragar entre todos, para evitar robos o atentados contra el patrimonio».

Y don Miguel Ángel Barbado, delegado de Patrimonio de la diócesis de Segovia, ofrece dos razones para cobrar entrada en los templos: «La primera es que, antes de cobrar la entrada, muchos venían a la catedral a comerse el bocadillo, porque en verano se estaba fresquito. La otra es que sólo de ahí se puede sacar el dinero necesario para pagar los gastos de luz, vigilancia y limpieza que tiene una catedral; si esto no fuera así, la gente tendría que ver las iglesias a oscuras». En realidad, «son gastos lógicos para que lo puedan ver mejor, y que todo esté limpio. El único dinero con el que podemos cubrir estos gastos procede de las entradas, porque el Estado no paga nada a la Iglesia para la conservación de los templos». En cualquier caso, refiere también que hay dos momentos al día, por la mañana y por la tarde, en que las catedrales —al menos, las de Castilla y León— ofrecen a los visitantes una visita guiada con un marcado acento catequético, y es totalmente gratuita.

Por eso, es necesario que la Iglesia se implique a fondo en formar bien a los guías. Monseñor Timothy Verdon, director de la Delegación para el Arte Sacra de Florencia y presidente de la Fundación Ars et Fides, reconoce que «existe el riesgo de que nuestras iglesias sean percibidas como museos, especialmente hoy, cuando muchos visitantes no tienen ninguna experiencia directa de la vida de Iglesia». Y recuerda que es fundamental «insistir en el carácter sacro de los monumentos cristianos, y que expliquemos, con caridad y paciencia, en qué consiste la vida cristiana, que es para lo que se hicieron tanto los templos como la iconografía religiosa».

Esta afirmación la comparte don Manuel Íñiguez, quien subraya que «el patrimonio cultural de la Iglesia no es sólo arte, sino que debería ser una introducción a la fe que se vive y se celebra». Y reconoce que «necesitamos buenos evangelizadores que sean buenos acompañantes de los turistas, para mostrar bien nuestro patrimonio. Deben tener una buena formación, de modo que se valgan del arte religioso para evangelizar. Hay algunas experiencias en este sentido en España, pero necesitamos más».

Experiencias, háylas, pero…

En la diócesis de Santander, por ejemplo, un total de 40 iglesias y monasterios abrirán sus puertas, este verano, para acoger visitas guiadas por una treintena de guías, muchos de ellos voluntarios, que explicarán los templos «desde una perspectiva de fe, como una ilustración catequética para el visitante», según señala el delegado diocesano de Patrimonio, don José María Ruiz.

La asociación Nártex nació con este mismo objetivo, que ha hecho lema de su trabajo: Haced hablar a las piedras. Sus socios, conscientes de que las iglesias y monasterios en España son hoy la huella viva que ha dejado más de dos mil años de cristianismo, organizan «visitas guiadas, cursos de formación, trabajos de investigación y publicaciones», cuenta su Presidenta, doña Isabel Fernández. De hecho, ya hicieron una buena labor durante la JMJ Madrid 2011.

Pero no está resultando un trabajo fácil. Isabel, conocedora de la legislación que regula las comunidades autónomas en materia de turismo, reconoce «no tener muchas puertas abiertas para realizar nuestro trabajo». Y eso que ellos envían, sobre todo en verano, a grupos de voluntarios que se preparan durante todo el curso, para explicar el patrimonio religioso a través de un extenso recorrido catequético. Además, lo hacen gratis, a cambio sólo de los gastos de alojamiento y manutención de los jóvenes, pero «los convenios con asociaciones de guías frenan mucho» a las diócesis, explica la Presidenta.

Voluntarios de Nartex en la iglesia de San Ginés.

«El único lugar donde tenemos voluntarios, ahora, en toda España, es en la iglesia de San Ginés, en Madrid». Allí están todos los días, de 9 a 12 h. y de 18:30 a 21:30 h. «Hasta hace tres años, también teníamos un proyecto en la catedral de Toledo, pero ya no…», se lamenta Isabel. Y mientras en España encuentran dificultades, Nártex envía, durante este verano, a voluntarios a 23 destinos europeos: «San Marcos, de Venecia, Notre-Dame, de París, San Paul, de Londres… Están deseando que vayamos, sobre todo en Francia», donde sus voluntarios se repartirán por todo el país.

Pero cuando se cierra una puerta, se abre una ventana. Y por eso, los miembros de Nártex, sabedores de que solventar el problema es un proceso lento, han elaborado alternativas, como explica su Presidenta: «Realizamos folletos catequéticos para turistas —con un espacio especial dedicado al sagrario y a la contemplación— en iglesias pequeñas que nos han pedido ayuda, pero en las que no podemos realizar un proyecto por ser de poca afluencia turística. Y formamos a un equipo autóctono de cada lugar».

Nártex también trabaja junto a Arte y comunión —una iniciativa surgida de la espiritualidad de Comunión y Liberación— en un proyecto que trata de «responder, con los artistas creyentes que hay en la actualidad, a la demanda de los nuevos espacios religiosos. Cuando se pone en marcha una parroquia, no se llama a los artistas católicos que tenemos, sobre todo por desconocimiento», y eso es lo que se intenta cambiar. Porque —recuerda—, «si nosotros no marcamos la diferencia, ¿quién lo hará?».

Cristina Sánchez
Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo