«Que Occidente revise su ayuda a Indonesia»
Las iglesias en las provincias de Papúa y Papúa Occidental, en Indonesia, han pedido ayuda a la comunidad internacional ante el recrudecimiento desde este verano del largo conflicto que las golpea. 194 sacerdotes católicos denuncian en un comunicado, el 16 de noviembre, acciones como el bombardeo de cientos de casas y la detención injusta de civiles defensores de la independencia. Cinco días después, el Consejo de las Iglesias de Papúa Occidental explicaba que desde 2018 más de 300 civiles han muerto y 60.000 han huido a los bosques.
El conflicto, una guerra de guerrillas, se remonta a 1962, cuando, tras la descolonización, el Tratado de Nueva York cedió a Indonesia el control de estas provincias situadas en la isla de Nueva Guinea, totalmente diferentes étnica, cultural y religiosamente. De hecho, en el país con más musulmanes del mundo, el 99 % de los papúes son cristianos. La autonomía especial que Jakarta concedió en 2001 «no cumplía los estándares internacionales y era solo una estrategia para prolongar su presencia», afirma a Alfa y Omega Don Nahak, papú que en 2016 se refugió en Papúa Nueva Guinea, como otros 10.000 compatriotas, huyendo de las amenazas del Ejército. En 2019, a raíz de una serie de protestas, Indonesia desplegó en la región a 22.000 soldados. Y en los últimos meses la modificación unilateral de la autonomía por parte del Gobierno ha agravado la violencia.
En el fondo del conflicto, explican los sacerdotes católicos, están las inmensas reservas de oro de la región, que explotan compañías «vinculadas a militares retirados». Mientras, estas provincias son las más pobres de Indonesia. A esto se suma, añade el Consejo de las Iglesias, el intento de expandir el islam en la región mediante la construcción de mezquitas y la captación de niños para escuelas coránicas.
Ante esta situación, las reivindicaciones de los sacerdotes católicos incluyen que se declare el alto el fuego, se promueva el diálogo, que el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos visite la región y que Occidente «revise las formas de cooperación» con Indonesia para evitar que ese dinero financie la intervención militar.