Osoro: «Que la luz pascual no se apague» - Alfa y Omega

Osoro: «Que la luz pascual no se apague»

El amor de Jesucristo por la humanidad ha sido el hilo conductor de las predicaciones que el arzobispo de Madrid ha realizado para profundizar en los misterios de la Pascua

Pablo Martín Ibáñez
Arranque de la Semana Santa en Madrid con la bendición de ramos. Foto: Archimadrid / Ignacio Arregui.

Termina la Semana Santa y, con ella, ese momento de enorme intensidad litúrgica. Este año, en las celebraciones que el arzobispo de Madrid, cardenal Carlos Osoro, ha presidido, el hilo conductor ha sido el Amor, con mayúscula, que Dios, en su Hijo, tiene con la humanidad. Comenzó la semana el Domingo de Ramos con la tradicional bendición de las palmas, a la que asistían, además de los obispos auxiliares de Madrid José Cobo y Juan Antonio Martínez Camino, SJ, el obispo emérito de Almería, Adolfo González Montes, y el alcalde de la capital, José Luis Martínez-Almeida. En la Misa de Ramos, el cardenal Osoro hizo un alegato por la no violencia, utilizando la imagen de Jesús entrando a Jerusalén en un borrico. «Representa la mansedumbre y la paz frente al caballo, que era símbolo de la guerra». Pero Cristo es el Mesías, «lleno de no violencia». «Ningún rey de Israel, ningún jefe del mundo, ningún líder, ha ejercido sin usar a veces la fuerza y la violencia». Frente a esto, Jesús es «el primero que viene como rey y como mesías manso». Además, el cardenal terminó la predicación del Domingo de Ramos pidiendo: «Señor, enséñanos a descubrir lo que significa amar como tú nos amas».

Sermón de las Siete Palabras en la basílica de Jesús de Medinaceli. Foto: Archimadrid / Ignacio Arregui.

El siguiente hito de esta Semana Santa llena de actos y procesiones fue la Misa Crismal. Junto al arzobispo emérito de Madrid, cardenal Antonio María Rouco Varela, y numerosos sacerdotes de la archidiócesis, el arzobispo invitó a los presbíteros a transmitir la alegría del Evangelio: «Hemos sido ungidos con óleo de alegría para ungir con óleo de alegría». Una alegría, además, cuya fuente está «en el amor del Padre».

La mañana del Jueves Santo, el cardenal presidió la Misa de la Cena del Señor en la cárcel de Soto del Real, en la que participaron 225 internos. Refiriéndose a la Última Cena, les trasladó cómo Jesucristo «se fía de nosotros» y cómo «se entrega a todos en la cena». Ya por la tarde, en la catedral de la Almudena arrancó el Triduo Pascual con los oficios de Jueves Santo. En la Eucaristía, el purpurado hizo a los asistentes la siguiente pregunta: «¿Dejarás que hoy a ti te limpie los pies el Señor?». Y recordó que «lo único que se nos pide es que nos dejemos amar por el Señor y, también, que nosotros nos amemos de verdad». La mañana del Viernes Santo, la basílica de Jesús de Medinaceli acogió un año más al purpurado para pronunciar el ya tradicional Sermón de las Siete Palabras. Un momento de gran intensidad para profundizar en los últimos instantes de la vida de Jesús. Ante el Cristo de Medinaceli y un auditorio lleno, el cardenal Osoro pudo repasar estas escenas que, sin duda, habrán ayudado a muchos a vivir con más hondura los días santos. Por la tarde, en la celebración de la Pasión del Señor, el amor se volvió a hacer presente. Recordó el arzobispo que, en esta fiesta, «descubrimos el gran amor de Dios al mundo, que se hace solidario del sufrimiento de todos los seres humanos». Aprovechó también el cardenal la predicación para invitar a todos a ser testigos y a «anunciar esa buena noticia», de la «Vida y el Amor».

Una mujer recibe el Bautismo durante la Vigilia Pascual en la catedral de Madrid. Foto: Archimadrid / Ignacio Arregui.

La noche del Sábado Santo se celebró la Vigilia Pascual. A los obispos auxiliares de Madrid Juan Antonio Martínez Camino y José Cobo se unió el también auxiliar Jesús Vidal. Asimismo, la ceremonia contó con la presencia especial del arzobispo metropolitano del Patriarcado Ecuménico de España y Portugal, su eminencia reverendísima Besarión. Durante la vigilia, la Iglesia dio la bienvenida a siete nuevos bautizados que, como es tradición, también recibieron los otros dos sacramentos de la iniciación cristiana: la Eucaristía y la Confirmación. El arzobispo de Madrid animó a los fieles a que, durante esta Pascua, anuncien que «la vida es más fuerte que la muerte» y deseó que «la luz no se apague nunca en vuestro corazón».