Pueblos Madrina para realojar a familias desahuciadas por la crisis
Fundación Madrina impulsa una iniciativa para reubicar en pueblos de Castilla a madres con niños y familias que han perdido su trabajo y su hogar en los últimos meses
«No aceptamos mascotas ni madres con niños»: esta es la frase con la que se encuentran muchas mujeres a la hora de intentar alquilar un piso. Y no solo son ellas: la crisis económica provocada por la pandemia ha originado un tsunami de familias desalojas de sus viviendas por no poder pagar el alquiler. Para todas ellas, la Fundación Madrina ha ideado un modo de ayudarlas que lleva funcionando ya varios años: los Pueblos Madrina, en los que reubican a familias enteras que pueden comenzar allí una nueva vida.
«Con la pandemia son muchas las familias que ya no pueden vivir en las ciudades. Han perdido su empleo y después su hogar, y las que más sufren esta situación son madres gestantes o con hijos a cargo», afirma Conrado Giménez, presidente de la Fundación Madrina.
Desde su organización estiman que durante los próximos seis meses, el 50 % de las familias más vulnerables y que han caído en las redes de la nueva pobreza perderán sus hogares por falta de empleo y ayudas sociales [en las pocas horas que ha durado la producción de este reportaje, han sido cuatro las familias que han contactado con Fundación Madrina por estar en situación de calle, algunas de ellas con niños pequeños]. «La administración está colapsada, y la imposibilidad de realizar los trámites burocráticos es para muchas de estas familias un problema añadido», lamenta.
Por eso, la Fundación Madrina está impulsando estos días su proyecto Pueblos Madrina, por el que realojan a estas familias en pueblos de Guadalajara, Ávila o Toledo. «Es una iniciativa que creamos hace unos años y de la que ya se han beneficiado más de 100 familias. Ahora la relanzamos para encontrar una solución a todas aquellas que que ya no pueden seguir viviendo en Madrid», dice Conrado.
Una de estas familias es la que componen Alba, sus dos hijas y sus tres nietos –dos de ellos, recién nacidos–, que van a ser desahuciados de su piso en Madrid el próximo lunes, 14 de diciembre, a las 10:30 horas.
«Mis niños son inocentes»
Alba es la única que trabaja a día de hoy, pero en los últimos meses su empresa la incluyó en un ERTE y no ha llegado a cobrar del SEPE ni un solo mes. Eso ha perjudicado seriamente la economía familiar y ha impedido que pudieran hacer frente al alquiler.
«Yo ahora he vuelto al trabajo, pero al no cobrar no he podido pagar el alquiler. Y la dueña del piso necesita ese dinero, porque tiene que pagar la hipoteca y también a ella la pueden echar de su casa», cuenta Alba.
Ahora se ve en la tesitura de tener que hacer corriendo las maletas e irse a la calle. «Yo me voy a dormir a un parque si es necesario, pero mis niños son inocentes, tengo que cuidar de ellos», afirma.
Desde hace algún tiempo está recibiendo ayuda de su parroquia y de la Fundación Madrina, que le da comida, pañales y potitos para sus nietos. «Lo estamos pasando muy mal», reconoce. Por eso ve un rayo de esperanza cuando desde Madrina le comentaron la posibilidad de irse a vivir a un pueblo. «Estaríamos dispuestas a irnos donde sea con tal de tener una casa para vivir. Yo solo quiero estar tranquila con mis hijas y con mis nietos», añade.
«Nos han recibido muy bien»
El recorrido que le espera a Alba ya lo ha realizado Nancy. Peruana, con tres niños de 8 meses a 13 años, después de varios meses de apuros económicos se apuntó al programa de los Pueblos Madrina y el 14 de noviembre llegó a Muñotello (Ávila), junto a otra familia colombiana. Ahora está feliz: «Mis niñas ya están en el instituto, y hasta les han dado la oportunidad de comer en el comedor, tienen muchas amigas, se han adaptado. La gente del pueblo nos ha recibido muy bien, nos apoyan en todo. Nos traen leche, fresas, mantas… Se están volcando con nosotros. Nos han acogido muy bien, piensan en nuestros hijos, es muy lindo ver que en la calle todos están pendientes del carrito para ir a ver a mi hijo».
«Estamos felices»
Aunque la iniciativa va a buen ritmo y están consiguiendo realojar a cuatro familias al mes desde el inicio de la pandemia, todavía hay una lista de espera de 500 familias.
Conrado Giménez afirma que esta ha sido para muchas de ellas «su única solución», pero que ahora «están felices», porque «han echado raíces, los niños tienen el colegio, han hecho amistades. Ya han hecho su vida allí y les encanta».
En cada localidad los reciben con los brazos abiertos: «La mejor tarjeta de presentación son los niños. Cuando van los niños, las personas de los pueblos son felices. Hasta hay algunos que te piden más niños», ríe Conrado.
Por eso, la iniciativa sigue adelante con los ayuntamientos como principales interlocutores, «pero necesitamos sacerdotes y parroquias que se quieran involucrar en este proyecto, y también ayuntamientos y sucursales bancarias», concluye.
La iniciativa de los Pueblos Madrina sería imposible sin la colaboración de madrina y padrinos que se vuelcan con la Fundación para encontrar alojamiento a las familias y acompañarles en el inicio de su nueva vida. Una de estas madrina es Mar, una madrileña afincada en Ávila que ya ha ayudado a varias mujeres con hijos a cargo en este proyecto. «Por aquí cerca hay muchos pueblos que se están despoblando, y son una buena alternativa para estas familias y estos niños. Es una manera de volver a nuestras raíces de antes y tener una vida digna».
«Todos necesitamos una familia», añade Mar. «Nosotros podemos acudir a madres, padres y abuelos, pero si no tienes familia ni dinero, ¿quién te ayuda? Y cuando eres muy joven es peor. Y si estás embarazada y eres joven, más todavía, y eso que estas chicas son muy valientes al tirar hacia delante con un embarazo, cuando hoy lo más fácil es lo contrario. Para mí son unas campeonas».