«Esta gran peregrinación iniciada por san Juan Pablo II en 1985» ya tiene una próxima estación fijada en el horizonte. «Os anuncio con alegría que la próxima Jornada Mundial de la Juventud –después de las dos de ámbito diocesano– será en 2019 en Panamá», dijo el Papa al término de la Misa de clausura de la JMJ de Cracovia.
El continente americano ha acogido 4 jornadas (Buenos Aires, Denver, Toronto y Río), pero esta será la primera en suelo centroamericano.
Francisco hizo pública la decisión durante el rezo del Ángelus, en el que agradeció a los jóvenes haber «llenado Cracovia con el entusiasmo contagioso de vuestra fe. San Juan Pablo II ha disfrutado desde el cielo, y os ayudará a llevar por todo el mundo la alegría del Evangelio», dijo.
«En estos días hemos experimentado la belleza de la fraternidad universal en Cristo, centro y esperanza de nuestra vida. Hemos escuchado su voz, la voz del Buen Pastor, vivo en medio de nosotros», añadió. «Él ha hablado al corazón de cada uno de vosotros: os ha renovado con su amor, os ha hecho sentir la luz de su perdón, la fuerza de su gracia. Os ha hecho experimentar la realidad de la oración. Ha sido una oxigenación espiritual para que podáis vivir y caminar en la misericordia una vez que hayáis regresado a vuestros países y a vuestras comunidades».
Ese don recibido toca «custodiarlo en el corazón, para que germine y dé fruto, con la acción del Espíritu Santo. De este modo, cada uno de vosotros, con vuestras limitaciones y fragilidades, podrá ser testigo de Cristo allá donde vive, en la familia, en la parroquia, en las asociaciones y en los grupos, en los ambientes de estudio, de trabajo, de servicio, de ocio, donde quiera que la providencia os guie en vuestro camino».
Queridos hermanos y hermanas,
Al final de esta celebración, deseo unirme a todos vosotros en el agradecimiento a Dios, Padre de infinita misericordia, porque nos ha concedido vivir esta Jornada Mundial de la Juventud. Doy las gracias al Cardenal Dziwisz y al Cardenal Ryłko por las palabras que me han dirigido, y sobre todo por el trabajo y la oración con la que han preparado este evento; y doy las gracias a todos aquellos que han colaborado para su buen desarrollo. Y un inmenso «gracias» a vosotros, queridos jóvenes. Habéis llenado Cracovia con el entusiasmo contagioso de vuestra fe. San Juan Pablo II ha disfrutado desde el cielo, y os ayudará a llevar por todo el mundo la alegría del Evangelio.
En estos días hemos experimentado la belleza de la fraternidad universal en Cristo, centro y esperanza de nuestra vida. Hemos escuchado su voz, la voz del Buen Pastor, vivo en medio de nosotros. Él ha hablado al corazón de cada uno de vosotros: os ha renovado con su amor, os ha hecho sentir la luz de su perdón, la fuerza de su gracia. Os ha hecho experimentar la realidad de la oración. Ha sido una «oxigenación» espiritual para que podáis vivir y caminar en la misericordia una vez que hayáis regresado a vuestros países y a vuestras comunidades.
Aquí, junto al altar, hay una imagen de la Virgen María venerada por Juan Pablo II en el santuario de Calvaria. Ella, nuestra Madre, nos enseña cómo la experiencia vivida aquí en Polonia puede ser fecunda; nos dice que hagamos como ella: no desperdiciar el don recibido, sino custodiarlo en el corazón, para que germine y dé fruto, con la acción del Espíritu Santo. De este modo, cada uno de vosotros, con vuestras limitaciones y fragilidades, podrá ser testigo de Cristo allá donde vive, en la familia, en la parroquia, en las asociaciones y en los grupos, en los ambientes de estudio, de trabajo, de servicio, de ocio, donde quiera que la providencia os guie en vuestro camino.
La Providencia de Dios siempre nos precede. Pensad que ya ha decidido cuál será la próxima etapa de esta gran peregrinación iniciada por san Juan Pablo II en 1985. Y por eso os anuncio con alegría que la próxima Jornada Mundial de la Juventud -después de las dos de ámbito diocesano- será en 2019 en Panamà.
Con la intercesión de María, invocamos el Espíritu Santo para que ilumine y sostenga el camino de los jóvenes en la Iglesia y en el mundo, para que seáis discípulos y testigos de la Misericordia de Dios.