Promotor de eliminar los combustibles fósiles: «Es abrumador pero el coste de la inacción es mayor»
Se planea producir un 120 % más de combustibles fósiles de lo compatible con los objetivos del Acuerdo de Paris, denuncia Kumi Naidoo, presidente del Tratado de No Proliferación de Combustibles Fósiles
Para considerarse exitosa, la cumbre del clima COP30 tendría que terminar este fin de semana con un acuerdo para la eliminación gradual de los combustibles fósiles. Es la visión que comparte la presidencia brasileña de la COP30, que la acoge en Belém, y los representantes de la Iglesia y otras religiones. Es lo que también vienen proponiendo desde hace tiempo los promotores de un Tratado de No Proliferación de Combustibles Fósiles. Su presidente, el sudafricano Kumi Naidoo, está allí y ha participado en varios eventos interreligiosos para promoverlo.
—¿En qué consiste exactamente el Tratado de No Proliferación de Combustibles Fósiles que su organización propone? ¿Se trata de una eliminación total?
—Proponemos un mecanismo legalmente vinculante para la cooperación internacional con el fin de detener la expansión del uso de carbón, petróleo y gas y facilitar una transición rápida, justa y financiada a la energía renovable. Nuestra propuesta sigue el modelo de acuerdos internacionales exitosos como el Tratado de No Proliferación Nuclear y tiene tres pilares centrales: detener la expansión de nuevos proyectos de extracción de carbón, petróleo y gas; gestionar una eliminación gradual rápida, basada en la ciencia de la producción de combustibles fósiles ya existentes, en línea con el objetivo de que la temperatura global no aumente por encima de 1,5 ºC, y una transición justa, apoyando a los trabajadores, las comunidades y los países dependientes de los combustibles fósiles para que se pasen a las energías renovables y las economías sostenibles.

—¿En qué plazo pretenden conseguirlo?
—No hay unos tiempos definidos para que el tratado esté instaurado. Sin embargo, ya tenemos un bloque de 17 naciones que están participando en las discusiones para avanzar hacia ello. Además, hace poco Colombia anunció planes para acoger la primera Conferencia Internacional para la Eliminación de Combustibles Fósiles en abril de 2026. Este evento transcendental ofrecerá una plataforma global para que los países cooperen en estrategias para la eliminación gradual de estos combustibles, complementando y reforzando el Acuerdo de París.
Sin embargo, la gravedad de la crisis climática pide una acción urgente para aliviar los peores impactos. Esto requiere medidas urgentes para acelerar el final de la era de los combustibles fósiles, con los países más ricos moviéndse más deprisa y ofreciendo apoyo a otros.
—¿Es realmente realista este objetivo?
—El objetivo es ambicioso pero posible técnica y económicamente. Y cada vez más urgente, dada la crisis climática. Requiere una colaboración global sin precedentes, una inversión económica masiva, y una voluntad política significativa. Depende de varios factores, como la demanda de energía actual, los compromisos globales y el ritmo de la transición energética.
Para cumplir los objetivos del Acuerdo de París de limitar el calentamiento global a 1,5 ºC, las emisiones de gases de efecto invernadero deben tocar techo en 2025 y declinar un 43 % para 2030. A pesar de ello, los gobiernos están planeando producir un 120 % más de combustibles fósiles de lo que es compatible con ese objetivo. Esto incluye nuevas minas, campos petrolíferos y proyectos gasísticos.
—¿Cómo revertir esto?
—Si queremos sustituir los combustibles fósiles, la capacidad de las renovables necesita triplicarse para 2030. Eso requiere unas inversiones de cuatro billones de dólares anuales, frente a los 1,3 billones actuales. Frente a esto, los combustibles fósiles reciben siete billones de dólares anuales en subsidios, lo que hace más difícil abandonarlos. Muchos países en desarrollo todavía dependen fuertemente en los combustibles fósiles para su crecimiento económico. La India y China todavía están construyendo centrales de carbón, aunque China también es líder en desarrollo de renovables.
Aunque es una tarea abrumadora, el coste de la inacción, un cambio climático catastrófico, es mucho mayor.
—Hay quienes afirman que la transición energética castiga a los países en desarrollo, que siguen dependiendo de los combustibles fósiles para crecer. ¿Cómo puede hacerse para que no paguen ellos la factura?
—La equidad es un punto central en nuestra propuesta de un tratado sobre combustibles fósiles. Esto requiere que los países ricos y que emiten más CO2 eliminen gradualmente la producción de combustibles fósiles primero y más de prisa, al tiempo que carguen con la responsabilidad de aportar financiación apoyo tecnológico y capacitación para que los países en desarrollo hagan la transición. Esto asegura que las naciones del sur global puedan cambiarse a la energía limpia de forma equitativa sin sacrificar su desarrollo.

—¿Qué papel han jugado la encíclica Laudato si, y la Iglesia en general, en la promoción de su iniciativa?
—Tanto Laudato si, como el documento posterior del Papa Francisco Laudate Deum aportan un fundamento moral muy fuerte para el tratado. Subrayan la urgencia de poner fin a la era de los combustibles fósiles y de proteger la creación para las futuras generaciones.
Las comunidades religiosas ya han estado entre los que han apoyado de forma más activa el tratado. Instituciones confesionales que representan a más de 1.500 millones de fieles nos han respaldado. La Iglesia, con su alcance global y su autoridad moral, puede seguir amplificando el llamamiento a acabar con los combustibles fósiles, defender la justicia climática y una transición justa para los más vulnerables y movilizar a sus instituciones, redes y comunidades para apoyar y presionar a los Gobiernos para negociar este tratado.