Primera Misa en la historia de Mulembe: «La gente se ha quedado impactada» - Alfa y Omega

Primera Misa en la historia de Mulembe: «La gente se ha quedado impactada»

Nunca antes había entrado un sacerdote en el poblado y jamás se había celebrado la Eucaristía hasta el 7 de noviembre. «Lo habitual es que se muestren muy contentos de la llegada de la Iglesia Católica», asegura el misionero Jeremías Villalba

José Calderero de Aldecoa
Primera Misa celebrada en Mulembe. Foto: Jeremías V.

En pleno siglo XXI, con 1.345 millones de católicos repartidos por todo el mundo, todavía hay lugares en la tierra en los que jamás ha entrado un sacerdote o donde nunca se ha celebrado la Santa Misa. El carisma de la Orden de San Elías es, precisamente, llevar el Evangelio a esos lugares. Y lo están haciendo en sitios como Malawi, donde el padre Federico Highton, el novicio Jeremías Villalba y un tercer compañero que responde al nombre de Nahuel tienen encomendadas, entre otras labores, la primera predicación en cerca de 85 aldeas.

«Nos encontramos en la diócesis de Karonga, aunque estamos en una zona rural a dos horas de la ciudad. El obispo nos ha encargado varias parroquias diseminadas por la zona. También tenemos que atender un montón de substation que no llegan a ser parroquias pero donde hay una pequeña iglesia o capilla, y luego nos ha encomendado unos 85 poblados donde la Iglesia no tiene presencia y en muchos de los cuales nunca ha entrado un sacerdote», explica a este periódico Jeremías Villalba, quien un día antes de la conversación recibió su sotana de novicio.

En estos últimos, la dinámica siempre es la misma. «Cuando llegamos por primera vez a una de las aldeas, pedimos reunirnos con el jefe del poblado. Le explicamos quienes somos y lo que queremos, y lo habitual es que se muestren muy contentos de la llegada de la Iglesia Católica», asegura Villalba. Una vez hechas las presentaciones, «le pedimos al jefe que convoque a la gente y hacemos una primera predicación». El encargado es el padre Highton. Al acabar, los misioneros apuntan los nombres de quienes quieran comenzar el catecumenado para poder recibir en el futuro los sacramentos de la iniciación cristiana.

Una vez que está sembrada la semilla de la fe, será «el líder eclesial de cada zona –una figura que existe aquí para ayudar a los sacerdotes–, junto con varios catequistas, los que se encargan del catecumenado». El equipo de San Elías volverá 2 o 3 meses después para celebrar la Eucaristía, la primera que se celebrará en todos estos lugares. «Hemos elaborado un cronograma para ayudarnos con la organización de las Misas. La idea es poder celebrarla en cada aldea una vez al mes o mes y medio», afirma el misionero.

Hasta el sarna acudió a Misa

El último poblado en el que se ha celebrado la Misa por primera vez en la historia es Mulembe, situada en las periferias del norte de Malawi. Tuvo lugar hace tan solo diez días, el 7 de noviembre de 2021. «Por aquí no usan relojes y se guían por el sol». La celebración estaba programada para cuando saliera el sol, más o menos. «Cuando llegamos al lugar no había nadie. Pero comenzamos a preparar las cosas y empezó a correrse la voz y a llegar la gente poco a poco», recuerda el novicio. «La verdad es que, al principio, la gente no entiende muy bien lo que está pasando, pero sí se dan cuenta de que hay un misterio que está sucediendo. Se quedaron muy impactados». Es la primera vez que Cristo se hace presente en su poblado.

Primera Misa celebrada en Mulembe. Foto: Jeremías V.

Tras el podéis ir en paz, la labor de los misioneros en el poblado no había acabado. «A la Misa asistió una joven de entre 15 y 20 años que tenía sarna, una enfermedad que en Occidente no tiene casi presencia y solo afecta a animales». Así que, una vez concluida la Misa, «hubo que montar todo un operativo para poder llevar a la chica al hospital. Tenemos la suerte de que Nahuel es enfermero y después de este suceso hemos elaborado un plan de ayuda a la gente con sarna».

Ante todas estas experiencias, Jeremías Villalba se siente un privilegiado. «La verdad es que cuando estaba en Argentina terminando mi carrera y discerniendo mi vocación, un día Dios me dijo en la oración: “Vas a ver paisajes que jamás te hubieras imaginado”. Y es justamente lo que está ocurriendo ahora», confiesa el joven. «Ver cómo la gente está deseosa de conocer a Dios, cómo se convierten. Ser testigo de la primera Misa celebrada en lugares donde nunca antes había llegado ningún sacerdote es un regalo inmenso», añade.

Villalba despide la comunicación con una reflexión: «En Occidente estamos muy acostumbrados a que la Misa es algo accesible. Y ahora que con la COVID-19 se ha hecho todo virtual, creo que se ha relativizado mucho el valor de la Eucaristía. Ir a una primera Misa me ha golpeado con fuerza el corazón». Y concluye: «Hay muchísimos lugares del mundo en los que todavía no se conoce el nombre de Jesucristo, y Él nos mandó ir y evangelizar a todas las naciones. En ello estamos».