Primer aniversario de la muerte de la hermana Clare Crockett, SHM - Alfa y Omega

Primer aniversario de la muerte de la hermana Clare Crockett, SHM

Fundación EUK Mamie-HM Televisión

Ha pasado un año desde la muerte de la hermana Clare Crockett en el terrible terremoto que asoló Ecuador el 16 de abril de 2016. Junto a ella murieron tres candidatas a Siervas del Hogar de la Madre: Mª Augusta, Mayra y Jazmina; una aspirante de solo quince años: Valeria; y Catalina, una joven del Hogar de la Madre que ardía en deseos de entregarse a Dios en nuestra comunidad. En nuestra casa de Zurita (Cantabria, España), a causa de la diferencia horaria, era la noche del 16 al 17 de abril de 2016 y llevábamos horas acostadas. Poco después de las tres de la madrugada, una campana intempestiva hizo que nos despertáramos sobresaltadas. Tras conocer la dolorosa noticia, nos pusimos en oración ante el Santísimo, y avisamos a todas nuestras hermanas, en las casas de España, Italia y EE. UU., para que hicieran lo mismo.

Llamamos también a nuestros hermanos, los Siervos del Hogar de la Madre, que se unieron inmediatamente a nuestra oración. En la casa de los Siervos se encontraba pasando unos días un sacerdote, un gran amigo de la comunidad. Cuando de madrugada sintió a los Siervos bajar apresuradamente a la capilla, preguntó qué estaba pasando. Nos contó después que, al conocer la noticia, él había experimentado «como una explosión de vida», y tan fuerte que quería decirnos: «No os preocupéis, están vivas». Pero guardó silencio, porque lo siguiente que vino a su cabeza fue: «Es que, la verdadera Vida es la vida eterna». No sé si seré capaz de explicar —en el breve espacio de este artículo— hasta qué punto las palabras de este sacerdote han demostrado ser verdad. San Juan Pablo II en Salvifici Doloris dice que: «El sufrimiento esconde una particular fuerza que acerca interiormente el hombre a Cristo, una gracia especial». Ciertamente así ha sido con la muerte de la hermana Clare y las otras cinco jóvenes, tanto a nivel comunitario, como fuera de la comunidad: una gracia especial que hemos visto convertirse en una explosión de vida, de vida espiritual.

Los días que siguieron al terremoto y a la muerte de las hermanas experimentamos la cercanía y el afecto de tantísimos amigos que nos rodearon con su cariño. El teléfono sonaba sin cesar y cada vez que recibíamos el correo electrónico, ríos de e-mails entraban en nuestras cuentas. La página web www.hogardelamadre.org se desbordó a causa del número de visitas. Pero no eran solo amigos y conocidos los que llamaban y escribían: muchos periodistas, tanto de medios de comunicación de contenido religioso como generalista, se ponían en contacto pidiéndonos información sobre las hermanas, especialmente sobre la hermana Clare. Aparecieron noticias sobre ellas no solo en los países en los que el Hogar de la Madre tiene presencia y actividad, sino en lugares donde nunca habíamos puesto un pie, y en idiomas —en muchos casos— desconocidos para nosotros: hindi, chino, maltés, croata, holandés, francés, italiano, portugués, vietnamita, coreano… Por otra parte, los que habían conocido a la hermana Clare, de manera espontánea, nos escribían para relatarnos acontecimientos y situaciones en los que la hermana Clare les había hecho bien con su ejemplo, con su palabra… Muchas personas desconocidas comenzaron a escribir también, y comenzaron a contarnos cuánto les estaba ayudando haber descubierto a la hermana Clare. Para muchos estaba siendo motivo de conversión, de descubrimiento de su vocación, de aceptación de una vocación que había sido rechazada, de crecimiento y renovación espiritual…

A día de hoy, los post sobre la hermana Clare, siguen siendo las publicaciones más visitadas y compartidas de nuestras redes sociales, especialmente cuando son textos escritos por ella, con esa mezcla tan suya entre lo espiritual y lo cómico. Muchos medios de comunicación siguen publicando sobre ella. Siguen llegando testimonios sobre el bien que su vida está haciendo a muchas almas. Los ejemplos son tantos que podríamos escribir un libro entero —poco a poco los vamos publicando en www.hermanaclare.com— pero voy a entresacar algunos testimonios a modo de ejemplo.Desde Colombia, Andrea nos escribía así: «Quiero que sepan que la situación de los hermanos del Ecuador nos ha conmovido profundamente y, de manera muy especial, el fallecimiento de las Siervas. Sin embargo, queremos darle las gracias a Dios, porque a raíz de esta situación hemos podido conocer la historia de las hermanas, especialmente de la hermana Clare. Su testimonio nos ha motivado mucho a seguir adelante dándolo todo por Cristo… Ha sido una fuerza que está impulsando vocaciones que se estaban dejando adormecer y que hoy, pensando en ella, han surgido como con un ”fuego nuevo”».

Otra joven, Regina, afirmaba con simpatía que «la hermana Clare me ha metido en un gran lío. He visto su testimonio de vida, su carisma, he leído todas las cartas e historias que se cuentan sobre ella… Y me ha hecho pensar mucho en el destino que debe tomar mi vida. Aunque no la conocí en persona, está influyendo en mi vida actual y me está acercando más a Dios». Kary Rojas, coordinadora de pastoral en un colegio católico nos envió este mensaje: «La he tomado como modelo de vida para las jóvenes con las cuales trabajo, que a veces sienten que el mundo las gana y las vence. Pero, desde la vida de la hermana Clare, les he demostrado que no, que el mundo no vence, que es el amor de Dios el que domina todo lo demás, solo tenemos que dejarnos amar». Es especialmente emocionante cuando las que nos escriben son religiosas, a las que la hermana Clare está ayudando en su camino de entrega a Dios. En este sentido, desde Brasil recibimos el testimonio de Victoria Vasconcelos, una joven religiosa que, cuando descubrió a la hermana Clare, atravesaba un momento de dificultad en su vocación. El testimonio de la hermana Clare la ayudó de tal forma, que exclama: «Te alabo, oh Padre, que nos das tu gracia abundantemente y sin limitaciones de distancias, tribulaciones y dificultades. Hiciste que yo, una joven del noreste de Brasil, fuera fortalecida y alimentada por gracia tuya, con el ejemplo de una joven hermana que vivía en Ecuador. Gracias, hermana Clare, porque tu testimonio me ha fortalecido, no solo a la hora de dar clase, sino que me ha dado una fuerza nueva para seguir mi vocación, y un amor perseverante en este camino de la vida religiosa. ¡Intercede por mí y mi vocación!».

Otro testimonio estremecedor fue el de la hermana Magdalena Guadalupe, una joven Carmelita Descalza. Para ella, descubrir a la hermana Clare fue —en sus propias palabras— «una sacudida en mi interior»: «Me sentía cansada, como en un sinsentido de mi vida consagrada, sin un porqué o un para qué. Llevaba ya un tiempo ”enviciada” en el internet, y dejando a un lado mi oración. Pero cuando conocí la vida de la hermana Clare (…) fue como una sacudida en mi interior… Regresó en ese mismo instante el amor a Jesús mi Esposo, a mi Comunidad, a mi Consagración. Y un rechazo total a todo lo que me impedía unirme a Dios. En ese mismo momento llamé a mi Superiora. Ante ella renové mi entrega y, en su presencia, destruí y borré todo aquello que me estaba haciendo mal y me impedía caminar hacia Jesús. Sé que pude hacerlo por el testimonio de vida de la hermana Clare, que renovó mi Amor y le dio vitalidad a mi consagración. Sin ninguna duda, ella intercedió por mi y cambió mi corazón». Hay una nota común en los mensajes que recibimos, y es que muchos describen a la hermana Clare como «su amiga», aún sin haberla conocido. Son frecuentes mensajes así: «Quería compartirles lo que su vida le ha dado a mi vida, y cómo ahora que la conozco la he hecho mi amiga espiritual». «Doy gracias a Dios por ella (…) teniéndola ya como amiga y modelo». «Sentí en mí un profundo afecto, una identificación y amistad profundas con la hermana Clare». «Es una amiga fuerte en el cielo, y sigo hablando con ella como la amiga que es». «La experimenté como hermana, amiga y compañera. Como confidente que cobijaba mi alma». «Aunque no la conocí en vida, estoy segura de que ella sí me conoce a mí… La siento como una amiga del Cielo. Desde el primer día que supe de ella, no ha dejado de ser una motivación muy bonita su vida».

Mirando hacia atrás, no puedo menos que sonreír recordando nuestra reacción cuando, al día siguiente de su conversión, el Viernes Santo del año 2000, la hermana Clare cogió el micrófono ante la asamblea de participantes en ese Encuentro de Semana Santa con el Hogar de la Madre, para decir que ella siempre había soñado con ser una actriz famosa, pero que ahora había descubierto que debía ser monja, y que había pensado entonces que podría ser «una monja famosa». Reírnos nos reímos mucho con el razonamiento, pero tomarla en serio, verdaderamente en serio, solo lo hizo una persona en esa sala: el padre Rafael Alonso, fundador del Hogar de la Madre, que la contestó al vuelo: «Clare, si quieres ser una monja famosa, tendrás que ser muy humilde». En efecto, el Padre se lo dejó muy claro desde el comienzo a la hermana Clare. Una religiosa no llega a ser «verdaderamente famosa» por sus talentos naturales, sino por sus virtudes. Porque, aunque los talentos naturales puedan procurarle a la consagrada una «cierta fama», durante un cierto tempo… Si no hay virtudes solidas, será como decía San Pablo: «Aunque hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, si me falta el amor sería como bronce que resuena o campana que retiñe» (1 Cor 13, 1).

Cuando uno lee lo que la gente escribe de la hermana Clare y escucha sus recuerdos, es obvio que la hermana Clare no ha sido «una campana» que simplemente ha hecho ruido… El Señor ha podido hacer de la hermana Clare una «monja famosa», y su testimonio ha podido dar la vuelta al mundo entero, porque la hermana Clare entró con decisión por el camino de la humildad, que puso todos sus talentos naturales al servicio de la gloria de Dios y del bien de las almas. En este sentido, la misma hermana Clare escribía a una joven en el año 2009: «Como tú has dicho, el Padre ha tenido mucha fe en mí y me ha ayudado mucho, pero yo me esforcé en hacer caso a lo que él me decía». Dios no niega su gracia a nadie, pero somos libres de aceptarla o no. Y la hermana Clare decidió aceptarla, «con una muy determinada determinación de no parar hasta llegar al final» (Santa Teresa de Jesús. Camino 21, 2). Eran sobresalientes en ella las virtudes de la obediencia, la caridad y el sacrificio. La hermana Ana Mª Lapeña, que fue su superiora un año, lo confirma en su testimonio: «Todavía no sé qué cosas le costaba hacer y qué cosas no, porque la reacción que vi en ella fue siempre la misma. Daba igual la cosa que le pidiese y en la circunstancia que se diese. Al final de ese año yo pensé: “Quiero aprender a obedecer así”. Vi en ella lo que profesamos: Obediencia pronta, alegre, universal y constante».

Y la hermana Mary Donovan, que pudo pasar unos días con la hermana Clare en las Navidades del 2015, tres meses antes de su muerte, nos relata: «Llevaba bastante tiempo sin ver a la hermana Clare. Al reencontrarla, me pareció muy cambiada, hasta el punto de que recuerdo haber pensado: “Dios mío, se ha entregado totalmente aquí”. Su cara y su voz estaban totalmente gastadas por todo el trabajo y apostolado. Observar su aspecto me hizo reflexionar mucho sobre mi propia entrega a Dios, y si realmente estaba haciendo todo lo que podía para llevar las almas a Dios». A la hermana Clare todo le parecía poco por Cristo. Lo demuestra este fragmento del e-mail que dirigió al padre Rafael el 8 de abril de 2015, en el que decía: «Aunque el Viernes Santo es un día triste, no sé explicar la alegría y el deseo entusiasmado que tengo de sufrir por el Señor. Todo me parece poco: la falta de sueño, el ayuno, el calor, el tener que atender a la gente… Todo lo que puede costar me llena de alegría, porque me hace estar cerca del Señor. (…) Estuve un buen rato delante de la cruz pidiendo la gracia de nunca, nunca olvidar todo lo que el Señor y la Virgen han sufrido por mí». Que el Señor nos conceda que el ejemplo de la vida entregada de la Hermana Clare, nos lleve a cada uno de nosotros a una entrega cada vez mayor. Que también a nosotros, «todo nos parezca poco» por Cristo.

Hna. Beatriz Liaño, SHM / Fundación E. U. K. Mamie