Postulador de la madre Teresa de Calcuta: «Todos podemos imitar a la madre Teresa»
«Una santa venerable, pero también imitable», dice de la madre Teresa de Calcuta su postulador, el sacerdote canadiense Brian Kolodiejchuk. 21 años después de su muerte, la santa de los pobres sigue sirviendo de inspiración para el día a día de muchos sacerdotes y laicos
Gracias a Ven, sé mi luz conocimos una faceta de la madre Teresa que nadie sospechaba. Refleja unas vivencias interiores durísimas. Es difícil entender por qué Dios hace pasar a alguien por ese desierto, y menos a una persona como ella. ¿Por qué?
El sufrimiento que experimentaba madre Teresa no lo conocían ni las hermanas más cercanas, sino tan solo sus directores espirituales. En realidad, esa noche oscura manifiesta una particular unión con Jesús. Algunos santos experimentaron algo parecido, como san Pablo de la Cruz, santa Juana de Chantal o santa Teresita del Niño Jesús, que pasó por esta noche oscura durante 18 meses. Es la preparación para una purificación que todos tenemos que pasar. Es una preparación para la unión por Jesús, que en el caso de madre Teresa fue una preparación apostólica, porque ella estaba experimentando lo mismo que aquellos a los que serviría después: que la pobreza más grande era el no sentirse amado, el estar solo. Ella estaba tan unida a Jesús que Él podía compartir con ella su dolor más grande, el dolor de Getsemaní y el de la Cruz.
Entonces no es una falta de fe, sino una fe mucho más profunda…
Para mí, es una fe heroica, porque consiste en no poder experimentar la propia fe. En una carta escribió: «Si hay un infierno, debe de ser esto».
Hay quien habla de la madre Teresa –con toda la actividad que desplegó a lo largo de su vida– como una de las grandes místicas de la historia de la Iglesia. ¿En qué sentido se puede entender esta afirmación?
Tenía una unión tan profunda con Jesús que le resultaba imposible vivir sin una oración fuerte. Ella rezaba cerca de cinco horas al día, entre la adoración, la Misa, la lectura espiritual y otras oraciones. Rezaba constantemente el rosario, y con él meditaba la vida de Jesús de una manera sencilla. No era una mística de tipo teológico o doctrinal, sino que era una experta en la ciencia del amor.
Ella se lamentó alguna vez: «Nos han malinterpretado. Nosotras sobre todo somos religiosas, no asistentes sociales, maestras, enfermeras o doctoras. No estamos aquí por lo que hacemos, sino por Jesús». Y al mismo tiempo fue criticada por no querer cambiar las estructuras. ¿Sufría ella por eso, por esa etiqueta de activista que le habían colgado?
Hay voluntarios que llegan a Calcuta con todo tipo de fe, o incluso sin fe. A ella no le importaba. Hay quien ha encontrado la fe en Calcuta. Ella no escondía nunca su motivación: «Lo hacemos por Jesús», pero atraía por igual a creyentes y no creyentes. Tenía un eco especial más allá de la Iglesia.
¿Cómo entendía ella la pobreza?
Hay un aspecto material, y luego el no sentirse amado, el sentirse solo, aunque seas rico y tengas mucho dinero. Fue pionera en la atención a los enfermos de sida, cuando todo el mundo estaba aterrorizado en los comienzos de esta enfermedad. Ella percibía muy bien el rechazo de estos enfermos por parte de la sociedad, y eso mismo era lo que la atraía a servirlos y atenderlos.
¿En qué ha enriquecido el mundo y la Iglesia la madre Teresa? ¿Cómo serían si ella no hubiera existido?
Creo que la Iglesia y el mundo son ahora mucho más conscientes de la presencia de los pobres, de su dignidad y de su importancia. Pero advertía también de que no hace falta ir a Calcuta para encontrar a los pobres, porque cada uno puede encontrarlos en su propia familia.
Quizá, como pasa con muchos santos, su figura nos puede quedar lejos, como algo inalcanzable. ¿En qué es imitable la madre Teresa?
Bueno, es una santa venerable, pero también imitable. En realidad, lo que hacen las misioneras y misioneros de la Caridad son precisamente cosas pequeñas, como visitar a alguien enfermo en su casa, por ejemplo. Es algo que cada uno de nosotros puede hacer, son cosas que están dentro de nuestras posibilidades.
Ha dejado en la historia del siglo XX una huella muy profunda. Personalmente, ¿la echa de menos?
Sí, pero a veces digo a las hermanas que es mejor que esté en el Cielo, porque ahora la tenemos más disponible: ¡24 horas y siete días a la semana!
¿Tenía un carácter fuerte la madre Teresa?
Sí, y quizás esa es una de las razones por las que necesitaba tanta purificación. Pero tenía la gracia de combinar el ser firme y exigente con una gran dosis de compasión y ternura por la debilidad humana. Toda la oscuridad que vivió le sirvió para crecer en humildad, porque a pesar de ser tan conocida, todo ese éxito no le afectaba, porque «solo quiero tener a Jesús y no lo tengo», como escribió ella en sus cartas.
¿Cómo está actualmente la obra alrededor de su carisma?
Ahora no hay tantas vocaciones como antes, porque en los 80 y 90, cada seis meses había profesión de votos de 50 o 60 hermanas. Sin embargo, madre Teresa ha dejado una fundación sólida, con muchas ramas: misioneras, misioneros, el movimiento Corpus Christi para sacerdotes diocesanos, contemplativas y contemplativos, colaboradores laicos… Es una familia muy amplia.
…que incluso ha dado mártires: ¿qué va a pasar con el martirio de las cuatro misioneras de Calcuta asesinadas en Yemen? ¿Se va a abrir el proceso de beatificación?
Primero tiene que haber una reputación sólida de santidad entre el pueblo de Dios que permita abrir la causa. Y también tiene que cambiar la situación política en la zona, que actualmente es muy complicada y pondría en riesgo la vida de los fieles allí. ¡Pero son mártires!
El sacerdote canadiense Brian Kolodiejchuk trató a la madre Teresa durante 20 años, desde 1977 hasta su muerte en Calcuta en 1997. Ya como postulador de su causa de canonización, pudo leer el archivo personal de la madre, y conoció de primera mano la noche oscura por la que atravesó durante casi 50 años. «Sentía que me acercaba a algo sagrado y me iba a la capilla a leer estas cartas», confiesa. Todo ese material fue publicado en Ven, sé mi luz y permitió atisbar una dimensión desconocida de la santa de los pobres, lo que ha ayudado a muchos a tomar decisiones difíciles: «Después de publicar el libro, un sacerdote que pensaba dejar el ministerio me escribió y me dio las gracias; él mismo estaba atravesando su noche oscura y decidió seguir con su labor. Y otra persona, rebelada ante una enfermedad terminal, leyó el libro y finalmente aceptó con paz su muerte cercana», asegura Kolodiejchuk.
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