Por sus frutos los conoceréis - Alfa y Omega

Por sus frutos los conoceréis

Miércoles de la 12ª semana de tiempo ordinario / Mateo 7, 15-20

Carlos Pérez Laporta
'Flores del manzano'. Charles-François Daubigny French. Metropolitan Museum of Art de Nueva York
Flores del manzano. Charles-François Daubigny French. Metropolitan Museum of Art de Nueva York.

Evangelio: Mateo 7, 15-20

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Cuidado con los profetas falsos; se acercan con piel de oveja, pero por dentro son lobos rapaces.

Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se cosechan uvas de las zarzas o higos de los cardos? Así todo árbol sano da frutos buenos; pero el árbol dañado da frutos malos. Un árbol sano no puede dar frutos malos, ni un árbol dañado dar frutos buenos. El árbol que no da fruto bueno se tala y se echa al fuego. Es decir, que por sus frutos los conoceréis».

Comentario

Hay una profecía falsa, una religiosidad mentirosa, una moralidad venenosa. Son unos centímetros quizá. Unas palabras. Un acento. Pero todo cambia radicalmente. «Cuidado con los profetas falsos; se acercan con piel de oveja, pero por dentro son lobos rapaces». Por fuera todo parece bondad. Incluso se puede decir que son buenas intenciones. Pero bajo esa capa se esconde el mal: la voluntad de hacer las cosas del modo contrario al que Dios lo ha decidido.

«Por sus frutos los conoceréis». Las buenas intenciones no dan fruto: el fruto exige el suelo, la lluvia, el sol, el tiempo… y no solo la intención de sembrar. Del mismo modo, cuando se pretende hacer el bien se debe tener en cuenta no solo nuestra intención, sino aquello que Dios dispone para que el bien llegue a realizarse. Ocurre con los hijos, cuando bajo pretexto de salvarlos prescindimos de su libertad o de los dones y el tiempo de desarrollo que Dios le da. Ocurre con los que nos están sometidos, cuando bajo pretexto de llevarlos a Dios imponemos cargas desmesuradas. Ocurre con todos aquellos de los que opinamos, cuando bajo pretexto de una perfecta moralidad los destruimos y desmoralizamos. Dios no solo tiene buenas intenciones, sino que cava un hoyo en el suelo que el mismo hizo y llenó de nutrientes, hace y da la lluvia y el sol, y tiene la paciencia suficiente para dar tiempo a que den sus frutos. Hacer el bien exige todo eso, y la verdadera profecía lo imita.