La toma en consideración por el Congreso de la proposición del PP que modifica el consentimiento de las menores, pero no toca ni una coma de la regulación del aborto de 2010, consuma de forma definitiva el abandono por el PP de su compromiso electoral de promover «una ley de protección a la maternidad con medidas de apoyo a la mujer embarazada» y de cambiar «el modelo de la actual regulación sobre el aborto para reforzar la protección del derecho a la vida» (cfr. pág. 108 de su programa electoral de 2011).
Este espectacular giro ideológico del PP, que se suma a su negativa a reformar la ley que equiparó el matrimonio a las parejas del mismo sexo, hace que los españoles ya no contemos –hoy por hoy– con ningún partido con capacidad de gobernar que asuma la defensa de la vida y del matrimonio.
En estos temas fundamentales, ya no hay diferencia práctica entre el PP y el PSOE, una vez que el PP ha hecho suya –al no modificarla, pudiendo hacerlo– la revolución ideológica de género de ZP. Éste es ya un dato de hecho y ante él las lamentaciones sirven de muy poco.
Que un pequeño número de diputados del PP se haya negado a sumarse a este abandono de la causa de la vida es un dato digno de aprecio, pues nos demuestra que aún hay gente seria que pone las convicciones y los compromisos con los electores por encima de los intereses y la disciplina de partido. La conducta de estos diputados no es hoy significativa en términos político-parlamentarios, pero es un granito de arena más en la reconstrucción de la cultura de la vida, tarea en que todo suma y nada sobra. A la hora de reconfigurar el mapa político español después de las elecciones que se sucederán este año, la postura de estos diputados honestos –como la foto de la manifestación en defensa de la vida del pasado 14M– quizá lleguen a ser claves analíticas importantes… o no.
El futuro no está escrito, pero nuestra obligación es ir escribiéndolo con actos coherentes y comprometidos, cada uno en el ámbito de sus responsabilidades y posibilidades.
De momento, estamos comprobando cómo la causa de la vida sigue presente en la opinión pública casi siete meses después de que el Presidente Rajoy quisiese cerrar este debate al abandonar el proyecto de derogar la ley Aído. Que no haya caído el temido muro de silencio sobre el aborto es el fruto del compromiso de muchos poco importantes: los manifestantes del 14M, estos diputados valientes, los responsables de algunos medios de comunicación, tanta gente anónima que se ocupa en la sociedad civil de apoyar a las mujeres embarazadas, etc. De eso se trata ahora, de que cada uno hagamos lo que esté en nuestras manos para que no nos acostumbremos al aborto, para que no abandonemos a las embarazadas que sufren, para que la voz de la vida no deje de sonar en la sociedad española… Sólo así algún día volverá a haber una mayoría política que consagre en nuestras leyes el derecho a la vida.