Los acontecimientos que entre 1936 y 1939 ocurrieron en España trascendieron nuestras fronteras. Lo mismo sucedió cuando se conoció que uno de los dos bandos, el llamado nacional, había asumido la defensa de la Iglesia católica frente a aquellos que la estaban persiguiendo. El catolicismo internacional tomó partido. Unos a favor de los sublevados, otros en contra. Entre estos estuvo el sacerdote italiano Luigi Sturzo, fundador y secretario general del Partido Popular Italiano.
El historiador Alfonso Botti en Con la Tercera España. Luigi Sturzo, la Iglesia y la Guerra Civil española, nos presenta el análisis, las previsiones de lo que podría suceder tras la Guerra Civil y los intentos por llegar a una solución pacífica del conflicto que realizó Sturzo.
La lectura de este libro nos lleva a sacar varias conclusiones, algunas de las cuales están apuntadas indirectamente en estas páginas. Primera, la Iglesia aceptó el poder constituido y se mostró dispuesta a colaborar con el Gobierno republicano. A pesar de ello, los gobiernos republicanos promovieron una serie de leyes de carácter laicista que buscaron eliminar la presencia pública de la Iglesia.
Segunda, los acontecimientos europeos, el fascismo italiano, la llegada al poder de Hitler, la política ultraconservadora de Dollfuss en Austria, no favorecieron la imagen de partido de centro y moderado que pretendía la derecha católica española de Gil Robles.
Tercera, a partir de la victoria del Frente Popular, en febrero de 1936, pero especialmente desde la sublevación del 18 de julio de ese año, hubo una campaña propagandística que se empeñó en presentar a la Iglesia como enemiga del pueblo y de la democracia.
Cuarta, las impresiones que Luigi Sturzo tuvo de los acontecimientos españoles parecen estar mediatizadas por las noticias de la prensa europea y por su propia experiencia del forzado exilio que tuvo que vivir. El sacerdote italiano recelaba de la Santa Sede, que había firmado los pactos lateranenses con Mussolini y el concordato con Hitler, y sospechaba que podría haber una futura connivencia con los sublevados españoles.
Quinta, no podemos olvidar que la Guerra Civil fue cruel y sangrienta. Enfrentó a hermanos contra hermanos, y no solo metafóricamente. Las circunstancias provocaron que hermanos de sangre lucharan en bandos contrarios.
Surgen además algunas preguntas. ¿Fue la poca acción social de la Iglesia lo que provocó que la clase obrera se alejara de ella y la percibieran como un enemigo? Los obispos quisieron explicar lo que estaba sucediendo en España, pero sus argumentos no fueron muy afortunados. Ahora bien, ¿el episcopado tenía que guardar silencio ante la persecución?
Luigi Sturzo quiso buscar una solución pacifica al conflicto armado. El sacerdote italiano calificó de inmoral la sublevación. Estaba convencido de que la causa de Dios, la única que tenía legitimidad, era la que trajera la paz y la reconciliación. Esta labor lo sitúa con la Tercera España.
Y es aquí donde también hay que situar a los muchos obispos, sacerdotes, religiosos y laicos que murieron perdonando a sus perseguidores y quisieron una paz que les fue arrebatada. Uno de ellos, Manuel Medina Olmos, obispo de Guadix, escribía a su sobrina: «Dad gracias a Dios y pedidle por los perseguidores. […] El diluvio pasará y lucirá el sol de nuevo. […] Mi sitio es este para alentar a todos. Nada pasará. Esta tierra no está plagada de malvados».
Alfonso Botti
2021
312
22 €