Por eso quieren engañarnos
No conviene que sepamos que ese conjunto de células es, en verdad, una criatura cuyo corazón palpita de emoción
«La polémica la genera el colega este que no sabe de embarazos», intentaba argumentar la exministra Carmen Calvo el pasado lunes en Hora 25 de la SER. El colega Gallardo no supo responder en qué semana del embarazo se hace una ecografía 4D, algo que, a ojos de las masas deseosas de «respeto por el cuerpo de las mujeres», le incapacita para ser moralmente tenido en cuenta al proponer que, quienes vayan a abortar, puedan escuchar antes el corazón y ver en cuatro dimensiones al niño al que van a cercenar la posibilidad de respirar, de probar una palmera de chocolate, de pisar el mar, de sentir el calor de un madre. De vivir, al fin y al cabo.
El debate es tan forzado, tan inverosímil, que solo se le puede hincar el diente desde el manoseo político y la ideología feroz. Pocas rendijas hay para recordar tantos casos —muchos contados en estas páginas— de mujeres que, cuando vieron un resquicio de ayuda, siguieron adelante con el embarazo. O que jugar a ser dioses y decidir sobre la vida y la muerte solo ha llevado —y llevará— a las sociedades a una decadencia moral de la que es casi imposible recuperarse. Al cierre de esta edición, el Gobierno capoteaba a Calvo en su proclama de incapacitaciones y aseguraba que declararía incompetente a Castilla y León en materia antiaborto y VOX, por su parte, anunciaba que revisarían «si seguir» en la Junta en el caso de que no se cumpla el protocolo provida. Cuánto asusta un latido. La adolescente Juno, protagonista del filme producido por John Malkovich, no pudo dar marcha atrás cuando vio «sus uñitas». Por eso esta controversia, que ha traspasado despachos y ha convertido en vocera de los derechos reproductivos a media España, deja un mensaje sobre la mesa: la vida realmente importa. Por eso quieren engañarnos. No conviene que sepamos que ese conjunto de células es, en verdad, una criatura viva cuyo corazón palpita de emoción por poder salir al mundo, cruel a veces, emocionante otras. Una criatura con «sus uñitas».