Personas sin hogar: «¿Pero qué toque de queda?»
«¿Toque de queda? ¿Pero qué toque de queda? ¿Dónde nos vamos a meter?»: la conversación transcurre ante la mirada atenta de cinco perros —los que hacen compañía a Rubén y Suso— y la indiferente de quienes pasan a nuestro lado, en plena calle Mayor de Madrid. Ambos viven en la calle con sus mascotas, uno debajo de un puente y el otro en una tienda de campaña.
Durante estos días de toque de queda han recibido la visita de la Policía, «pero ellos mismos reconocen que no nos podemos meter en ningún lado y nos dejan en paz», dice Rubén, que lleva en la calle desde los 14 años. «La Constitución dice que tenemos derecho a una vivienda. ¡Pues que nos den una casa!», exclama Suso, que empezó su vida sin hogar cuando perdió los dos negocios que tenía. «Y ahora mírame cómo estoy…», lamenta.
El toque de queda decretado por el Gobierno español está generando una situación delirante para las personas sin hogar. Si en primavera tuvieron que afrontar el #QuédateEnCasa desde la imposibilidad de confinarse, ahora tienen que volver a enfrentarse a una norma que para ellos es imposible cumplir.
Los datos que ofreció Cáritas Española la semana pasada indican que en España hay alrededor de 40.000 personas sin techo, un fenómeno que se ha disparado con el confinamiento y que afecta a cada vez más familias, hasta el punto de que, a día de hoy, hay contabilizados 1.000 niños y adolescentes en situación de calle.
Ante este panorama, entidades y administraciones hacen lo que pueden. En Burgos, por ejemplo, la Policía local y Cáritas Diocesana trabajan para que las personas sin hogar acudan a la Unidad de Mínima Emergencia habilitada por el Ayuntamiento. En Córdoba, el consistorio local ha habilitado 81 plazas de alojamiento municipal. A nivel particular, la asociación Somos Cádiz ha sacado de las noches a la intemperie a dos familias, y en Córdoba las personas sin hogar dispondrán de refugio en el Colegio Mayor Séneca para pasar el toque de queda.
«Todo lo que podamos hacer es un grano de arena», asegura Jesús Ruiz, director del centro de acogida Assis, en Barcelona. Desde su asociación están distribuyendo certificados para que las personas sin hogar que no tienen dónde pasar la noche no sean multadas. «No hemos hecho los deberes en tiempos de bonanza y ahora estamos viendo son las consecuencias». No solo siguen a la intemperie los que estaban antes, sino que «cada vez hay más gente que tiene la vida cogida con pinzas y que acaba en la calle».