Pequeños rayos de luz para las personas con ideaciones suicidas
Los bomberos del Ayuntamiento de Madrid reciben el Premio Social de la Fundación MAPFRE por su formación para asistir a quienes quieren quitarse la vida
Los datos confirman la tendencia al alza del suicidio: en España se ha pasado de 3.539 en 2018 a 4.097 el año pasado. Ante esta tragedia actúa la Unidad Formativa de Intervención en Tentativa Suicida de los Bomberos del Ayuntamiento de Madrid, que nació de forma pionera hace diez años ante la pregunta: «¿Qué podríamos haber hecho como bomberos para tratar de revertir la situación previa al fatal desenlace en caso de haber llegado a tiempo?». Su trabajo le ha valido a la unidad el Premio Social de la Fundación MAPFRE al mejor proyecto, cuyo galardón recogió, como iniciador, Sergio Tubio el pasado 10 de octubre de manos de la reina Sofía. Para él, todo empezó cuando «me tocó rescatar el cuerpo de un chico de 16 años que se había precipitado desde su vivienda» y este «no llegar a tiempo» le llevó a una crisis porque, «si estamos para rescatar, deberíamos estar mejor formados para intervenir en esa situación». Antiguamente actuaban «por instinto», por lo aprendido en situaciones anteriores, pero sin metodología. No solo es una cuestión de material, de estar asegurados, que también, sino de gestión con la persona. «Si no comprendes qué le ha llevado ahí, no tienes nada para contraargumentar».
En conversación con Alfa y Omega, Tubio explica que el suicidio es multicausal. Hay factores de riesgo y un factor desencadenante, «la gota que colma el vaso». Junto a esto también existen factores de protección, «tener algo a lo que atarte» como la familia, los amigos y, también, el sentimiento religioso, aunque «es algo personal, no a todo el mundo le ayuda de la misma manera». La conducta suicida, continúa, «es muy compleja»; de hecho, «hay tantos tipos de suicidios» como personas. En los menos tolerantes al estrés y en los más jóvenes, la conducta suicida «puede ser más breve». Pero lo habitual es que esta se desarrolle durante semanas o meses; es el tiempo en que la persona se debate entre vivir o morir, que «no es morir, sino dejar de sufrir».
—¿Por qué aumentan los suicidios?
—Cuantos menos recursos, menos acceso a la salud mental, menos estabilidad económica, menos factores de protección, hay más probabilidad de que una persona desarrolle ideación suicida.
Y esto lleva a Tubio a afirmar que «el suicido como tal es un fracaso de la sociedad», no es «un problema exclusivo de salud mental», y de ahí que el futuro pase por preguntarse «cómo podemos ser más humanos». Además de protocolos y formación, es importante hablar. «Hablar del suicidio no lo fomenta; lo que mata es el silencio», sostiene el bombero. Dejar de ser tabú hace que la gente con este tipo de pensamientos pueda sentirse más comprendida, menos sola, y «esto es un gran facilitador para que pida ayuda». «Tenemos que ser pequeños rayos de luz en la oscuridad de esas personas», aunque la intervención de los bomberos no siempre sea exitosa. El suicidio se convierte entonces en «la situación más dura que tenemos» y, por eso, en su formación se incluyen estrategias para «potenciar en los siguientes días», como hablar del tema con los compañeros, estar más con amigos y familia, pedir ayuda si se cree necesario… «Los bomberos somos vulnerables, como cualquier otra persona».
No solo ellos pueden actuar ante personas que piensan quitarse la vida. Tubio anima a todos a leer guías de prevención del suicidio y entender «que estamos ante personas que están en un estado de sufrimiento tal que se plantean morir como solución a ese dolor». Ante esto, se les debe dejar «espacio para que se expresen, que ventilen emocionalmente» mediante preguntas abiertas, que es no interrumpir y no invalidar la emoción con frases del tipo «no llores más» o «todos tenemos problemas». También anima a acudir a recursos de ayuda: Línea de Atención a la Conducta Suicida del Ministerio de Sanidad, 024; Teléfono de la Esperanza, 717 003 717, y guías de prevención en papageno.es.