Pepa ha dado voz al síndrome de Down
Pepa, una chica gallega, interpretó a la protagonista de la película Valentina. Su directora, Chelo Loureiro, quería contar que los niños con discapacidad también pueden vivir aventuras «como cualquier otro»
Aunque Valentina es un personaje de animación, ella y Pepa, que le puso voz, tienen mucho en común. «A las dos nos gusta cantar y bailar. Yo hago baile moderno en el colegio», nos cuenta esta chica de 14 años de Santiago de Compostela. «Y las dos tenemos una abuela que cocina muy bien». La de Valentina es quien más la anima a perseguir su sueño de ser trapecista. Pepa y Valentina también comparten el síndrome de Down: en cada célula de su cuerpo hay unos genes extra que hacen que les cuesten más las cosas. Por eso, a Valentina le dicen que es imposible que sea trapecista. «Y a mí no me dejaron ir a gimnasia rítmica», cuenta Pepa. Ella, cuando termine el instituto, sueña con ser peluquera.
La historia de Valentina, que es como se llama su película, empieza cuando de repente su abuela desaparece sin despedirse. Sus padres le dicen que se ha ido de viaje y la niña decide ir a buscarla. La idea fue de Chelo Loureiro. Ella es productora de cine. Es decir, busca historias que le gusten, consigue dinero y contrata al equipo para rodarlas. «Llevaba años queriendo hacer una película protagonizada por un niño con discapacidad que viviese una aventura como cualquier otro niño», cuenta. Alguien como su hermana, que va en silla de ruedas porque de niña tuvo una enfermedad llamada polio. «Ella no podía hacer lo que más me gustaba: correr, saltar, bailar…». A veces lloraba, «pero luego se pasaba y hemos vivido con alegría».
En cambio, todas las historias de niños con discapacidad que encontraba le parecían tristes. Así que decidió escribir una con su hija Lúa. Desde el principio, tuvo claro que quería que a Valentina le pusiera voz una niña con síndrome de Down, porque la forma de hablar de estos niños es característica: «No pueden expresarse bien y cuesta entenderles». Mucha gente le decía que cogiera a otra actriz, porque en una película hace falta que a los personajes se les entienda. Chelo respondía que no pasaba nada si la gente tenía que esforzarse un poco para entender a Valentina.
Valentina ha ganado muchos premios. El más importante fue el Goya de Animación en el año 2022. «Como era en Valencia no pude ir y, viéndolo en la tele, me quedé dormida. Me lo dijeron al día siguiente», cuenta Pepa. También ha ganado, entre otros, el Premio Personaje de la asociación CinemaNet. Pero, para Chelo, el mejor premio «son las cartas que recibimos de chicos con síndrome de Down. El mes pasado, en un colegio, una chica que lo tiene vino a abrazarme y a decirme que gracias a la película se había dado cuenta de que no solo su hermana pequeña hacía cosas por ella, sino que también ella hacía cosas por su hermana».
Le película se sigue proyectando en auditorios municipales y se puede ver en la plataforma Filmin. También la ponen en colegios. Luego, los niños pueden trabajar sobre ella con una pequeña obra de teatro, escrita por Chelo y Lúa, sobre qué pasa después. El 22 de marzo, se va a estrenar en Francia, también doblada por una niña con síndrome de Down y con Laetitia Casta, una actriz famosa. Es una fecha estupenda porque el 21 es el Día Mundial del Síndrome de Down.
Encontrar a las actrices fue muy difícil. Llamaron a colegios y asociaciones. Por ejemplo, Down Compostela, donde va Pepa. Cuando se lo contaron, decidió que «quería hacer la película». La grabaron con un móvil diciendo varias frases. Chelo lo escuchó y, después de año y medio buscando, decidió que era la mejor. Otra niña, Lucía, hizo de Valentina en gallego. Las dos tenían 11 años. Lúa, la hija de Chelo, fue varias veces a su casa para enseñarles, jugando, cómo actuar delante de un micrófono.
Luego grabaron en el estudio, una hora al día durante un mes. Aunque lo hacían en distintas salas, «Lucía y yo nos hicimos muy amigas», cuenta Pepa. Estaban con los demás actores, y «repetíamos las frases para que cuadraran con los dibujos». «Dividimos el texto en frases cortas para que las recordaran», cuenta Chelo. Aun así, algunas se les atascaban. Por ejemplo, la palabra «metamorfosis», que es como llama la abuela de Valentina a cómo se transformará de oruga en mariposa. «Ellas decían lo que les salía» y así se quedó en la película.
Fue mucho trabajo, pero también «muy bonito y divertido», dice la productora. Al terminar, «todos decían que lo que más les había gustado era lo que habían aprendido de Lucía y Pepa». Ella está muy orgullosa de haber ayudado a que otros niños conozcan el síndrome de Down. «Me gustaría decirles que nosotros somos iguales y queremos que nos dejen ser como ellos».