Pelayo Bolívar: «Las humanidades ayudan a entender el día a día»
Ha creado junto a otros dos socios Virtus Universitas
Pelayo Bolívar se enamoró de las humanidades tras recibir un curso de Historia de Occidente en la universidad. Esta experiencia personal —nadie se la había contado de forma tan atractiva— hizo que propusiese a su familia una formación en este sentido y tuviese la necesidad de compartirlo con toda la sociedad. Así, ha lanzado junto a dos socios una empresa que explica valores como la integridad, el trabajo en equipo o la excelencia a través de la historia, la literatura, el arte o la ópera.
¿Qué es Virtus Universitas?
Es una iniciativa para recuperar la formación humanística a través de las empresas, las universidades, los colegios y las familias. Las humanidades ayudan a entender el día a día, el mundo en qué vivimos y por qué estamos como estamos.
¿Cómo se concreta?
Primero creamos un programa para la empresa. Lo explicamos a través de la etimología de la palabra empresa, de una obra como La Ilíada, de las expediciones a la Antártida o a través de la caverna de Platón. Luego ponemos en fricción sus elementos básicos —equipo, coordinación, delegación…— con el día a día, con la gestión de los temperamentos, con el saberse humanos, con la motivación o la creatividad. Ahora ofrecemos un servicio más personalizado: analizamos los valores de las empresas desde las humanidades y los explicamos a través de contenido audiovisual y sesiones presenciales.
¿Algún ejemplo concreto?
Una empresa nos pidió una formación sobre liderazgo femenino aplicado a su empresa y presentamos una serie de mujeres que, a lo largo de la historia, han reflejado sus valores. Les hablamos de santa Teresa de Jesús o de la madre Teresa de Calcuta, entre otras. Para hablar de trabajo en equipo recurrimos a los hoplitas y a los romanos, y hacemos formaciones con reproducciones de sus escudos a tamaño real. Descubren que, si falla un miembro del equipo, caen todos. También llevamos a los directivos a conocer a los empleados que trabajan en sus fábricas.
¿Por qué la empresa necesita más formación humanística?
Cualquier directivo te dice que el 90 % de los problemas que tiene son humanos. Los técnicos se resuelven. Además, el compromiso de las personas con sus empresas en Europa está en el 12 %. Quiere decir que, de cada 100 personas, solo doce están comprometidas. Esto es bajísimo y cuesta dinero. Nuestro objetivo es dar sentido y trascendencia a la empresa y al trabajo personal, que tiene un valor más allá del beneficio económico o del salario. Así, en las formaciones hablamos de antropología o metafísica para fundamentar todo esto. Y lo hacemos de una manera atractiva, a través de batallas históricas o filósofos actuales o antiguos. Al final, se descubre que el fin de la empresa y el del trabajador no difieren tanto. Si mucha más gente entendiese el sentido que tiene lo que hace, estaría más comprometida. Invertir en formación humanística va a aportar a los empleados crecimiento personal y habilidades como la escucha, la comunicación, el trabajo en equipo… Las empresas que no cuiden a sus empleados desaparecerán en 20 años.
¿También las universidades y los colegios necesitan esta reforzar su propuesta humanística?
–Hay una gran carencia en este sentido. Se prioriza la técnica que, por otro lado, se queda rápidamente obsoleta. Las universidades ya no se diferencian por quién te da mejor la macroeconomía, porque todas las dan igual, sino por el trato personalizado al alumno.
Acaban de lanzar Regala Valores, una iniciativa destinada también al público en general. ¿En qué consiste?
Hay muchos valores que se han dejado de lado. Por eso, explicamos la integridad, el respeto, la honestidad o la excelencia a través de una jornada presencial y 20 vídeos cortos. El encuentro incluye dos sesiones magistrales donde se va a hablar de mitología, de cómo se han transmitido los valores a lo largo de la historia, y del concepto de excelencia a través de la filosofía y de la vida militar.
Es una propuesta a contracorriente en una sociedad muy técnica.
Es natural que nuestra sociedad esté muy desarrollada técnicamente; el problema es dar importancia solo a los números. El desarrollo funcionará mejor si mantenemos vivo lo que nos hace más humanos. Todo pueblo que olvida sus raíces acaba por sucumbir.
Pero son muchos los que prefieren la ingeniería o el big data.
Cada vez más se valoran los perfiles humanistas. Pronto va a ser difícil encontrar un trabajo diferencial con formación en datos o una ingeniería. Lo que va a marcar la diferencia son las habilidades personales.
¿Es rentable invertir en humanidades?
Invertir en lo permanente puede reportar beneficios económicos. No es algo que se vaya a ver mañana en una cuenta de resultados, pero se puede medir. El 30 % del salario de una persona que no está comprometida se pierde para la empresa. Una persona que no está comprometida cuesta dinero. Y esto quiere decir que una persona con un mayor compromiso trabaja mejor.