Paula (9 años): cómo una compañera con síndrome de Down cambió mi vida - Alfa y Omega

Paula (9 años): cómo una compañera con síndrome de Down cambió mi vida

Colaborador

Paula tiene 9 años y va al colegio San Ignacio de Loyola de Torrelodones. Allí conoció a Andrea, una niña con síndrome de Down que ha cambiado su vida. E incluso lo que quiere ser de mayor. Así lo explica ella misma en una carta que ahora reproducimos y que ya se ha leído en numerosos encuentros, entre ellos, uno de magistrados

«Hola, me llamo Paula, y os voy a contar cómo este curso cambió mi vida. Tengo nueve años y estudio 4º de Primaria.

En 1º, 2º y 3º de Primaria, yo era una niña normal y corriente. Ayudaba a la gente, resolvía problemas (sigo resolviéndolos), pero la mayoría de las veces me aburría o estaba triste sin motivo.

En 2º de Primaria llegó al colegio una niña llamada Andrea. Pensaba que había repetido un montón de cursos y que era un poco rara, porque físicamente no era como los demás niños.

En 3º la verdad es que no me fijé mucho en ella, pero descubrí que tenía síndrome de Down. En 4º de Primaria Andrea entró en mi clase. Un día ella estaba jugando con mi mejor amiga, Sofía, con la que había compartido el curso pasado. Me acerqué a ellas y les pregunté si podía jugar. Me dijeron que sí. Sofía me presentó a Andrea y desde entonces nos empezamos a llevar bien. Empezamos a jugar juntas y me di cuenta de que podía ayudarla a hacer su vida del cole más fácil.

Desde ese momento empecé a estar más cerca de ella, la empecé a ayudar más y más. Por ejemplo, cuando se va con una profesora especial, yo la espero para ir al patio; cuando dice que no puede, la animo a que lo haga; la ayudo a partir la comida… aunque a veces la regaño un poco cuando no obedece a los profesores o compañeros. Le cuento hasta cinco para que venga, y siempre viene. Sofía, otra niña de clase, también la ayuda.

Así, poco a poco, Andrea se fue convirtiendo en una de mis mejores amigas. A veces, Andrea se escapa y tenemos que ir detrás de ella, pero al fin y al cabo, es muy divertida. Ella nunca está triste y eso hace que nos alegre el día a cada una de las personas que estamos a su lado.

Desde que conocí a Andrea mi vida ha cambiado, ha mejorado, y me siento mejor persona. Ya no estoy triste ni aburrida, y estoy deseando que llegue la hora del patio para jugar con ella.

Me he fijado mucho en Pachi, la profesora especial de Andrea. Hasta hace poco quería ser actriz cuando fuera mayor, pero me he dado cuenta de que es solo un hobby que pienso disfrutar. Lo que de verdad quiero ser es profesora de niños con capacidades especiales como Andrea.

He querido hablaros de mi amiga, porque estoy segura de que si cada uno de nosotros tuviera una Andrea en su vida, seguro que este mundo sería un poquito mejor.

Paula (9 años)
4º de Primaria