Pasión del Norte: la Semana Santa en Mondoñedo-Ferrol
La diócesis gallega acoge algunas de las semanas santas más significativas de Galicia y de toda la cornisa cantábrica. Las de Ferrol y Viveiro cuentan con la mención de Fiesta de Interés Turístico Internacional gracias a su antigüedad, continuidad, arraigo popular y participación de la gente y cofradías. Estas celebraciones llevan al centro de estos días: la cruz, el símbolo más importante de la memoria cristiana
Nuestra diócesis de Mondoñedo-Ferrol, que abarca la parte norte de las provincias de Lugo y A Coruña con paisajes de extraordinaria belleza, acoge algunas de las semanas santas más significativas de Galicia y de toda la cornisa cantábrica. Hay dos que cuentan con la mención de Fiesta de Interés Turístico Internacional: las de Viveiro y Ferrol, galardonadas con esta distinción desde 2013 y 2014, respectivamente. La antigüedad de la celebración, su continuidad en el tiempo, su arraigo popular, la participación de la gente y el hecho de que existan cofradías y hermandades que la respalden, son algunos de los criterios valorados a la hora de otorgar dicho reconocimiento.
Contamos con muchas otras celebraciones de Semana Santa a lo largo y ancho de estas hermosas tierras gallegas. Mondoñedo, Ribadeo, Ortigueira, Burela, San Martiño… son algunas de las localidades que, cada una con sus peculiaridades e idiosincrasia propia, conmemoran año tras año, con sentimiento y devoción, la Pasión, la Muerte y Resurrección de Jesucristo, nuestro Señor.
Detengámonos, un momento, en las celebraciones de Viveiro, que se vienen desarrollando, ininterrumpidamente, desde el siglo XIII. Hablamos quizá, por tanto, de las más antiguas de Galicia. El esfuerzo y la dedicación de los hermanos y hermanas de las ocho cofradías de la ciudad pone de manifiesto el precioso don de la fe, transmitido de generación en generación, que atesoran esos 3.500 cofrades que reúnen entre todas ellas. Desde la noche del Viernes de Dolores, cuando la V.O.T. Franciscana saca a la calle a la Dolorosa, y hasta la tarde-noche del Domingo de Resurrección, cuando la Hermandad de las Siete Palabras desfila con los pasos de La Resurrección y Nuestra Señora del Camino de la Luz, en la procesión del Vía Lucis, se suceden en Viveiro una docena de procesiones. En Viveiro hay que resaltar una cita singular anunciada por tres heraldos la mañana del Viernes Santo: El Encuentro. Bajo la guía de un predicador, muestra, con impronta y pedagogía franciscana, el artesanal movimiento de las imágenes articuladas de Jesús con la Cruz a cuestas, la Dolorosa, san Juan y la Verónica que se acercan, gesticulan y hasta se abrazan.
El marchamo franciscano de las celebraciones viveirenses contrasta, en parte, con el espíritu de la Semana Santa de Ferrol, más próximo al estilo del sur de España en cuanto a lucimiento y espectacular puesta en escena. Las cinco cofradías de la ciudad (Angustias, Dolores, la Merced, Santo Entierro y la Soledad) organizan con todo detalle más de una veintena de procesiones, que cuentan con un seguimiento masivo por parte de los ferrolanos y del altísimo número de turistas que llegan hasta Ferrol.
La pasión de esta Semana Santa ferrolana se nos ofrece (tras el preludio del solemne pregón en la concatedral de San Julián) con una gran escenificación a través de los diferentes pasos y procesiones de enorme raigambre en la ciudad con acompañamiento multitudinario: la bendición de Ramos en la plaza de Amboage, el Cristo de los Navegantes (por el Ferrol Vello, el muelle y el Arsenal, con la feligresía del Socorro, devotos y miembros de la Armada), Ntra. Sra. de los Cautivos y Cristo Redentor (este año la Orden de la Merced celebra su 800 aniversario), Nuestra Señora de las Angustias (que, en este 2018, celebra los 250 años de la refundación de su hermandad), la Virgen de la Esperanza, el Cristo de la Misericordia, María Santísima de los Dolores, el impresionante Santo Encuentro, el Santo Entierro, la Soledad, la procesión de os caladiños… Todas ellas nos van relatando los últimos días y las últimas escenas de Nuestro Señor, ofreciendo su vida por nuestra salvación, antes de resucitar al tercer día, que también se evoca con procesión de encuentro y alegría en Ferrol.
Y llegamos a Mondoñedo, la otra sede episcopal de la diócesis, en la que se encuentra la catedral-basílica de la Asunción, con san Rosendo, patrono de la diócesis, en lo alto de su fachada, contemplando siglos de historia; una historia en la que Mondoñedo ha visto menguar su protagonismo, sin restar un ápice de autenticidad a su sobria celebración de los días de la Pasión, en un marco de gran belleza. No en vano, el pasado noviembre, la Semana Santa mindoniense era declarada de Interés Turístico Gallego.
Este año, Mondoñedo arrancó las celebraciones con una nueva procesión, la de Ntra. Sra. de los Dolores (en la noche del viernes anterior al Viernes Santo), con una preciosa talla de la Dolorosa (iglesia de Santiago). La tarde del Domingo de Ramos, procesión del Ecce Homo desde la capilla de Alcántara. El Martes Santo, en la catedral, una ceremonia que se va alternando cada año entre Mondoñedo y Ferrol: la Misa Crismal, con la consagración y bendición de los santos óleos. Y algo para no perderse: el Plorans que se canta en la procesión de la Soledad en la noche del Viernes Santo; una pieza musical de José Pacheco (1784-1865), quien fue durante 60 años maestro de capilla en la catedral de su Mondoñedo natal y dejó estipulado que dicha pieza sólo podía interpretarse en dos únicos lugares, en Mondoñedo y en la Capilla Real de Madrid.
Terminemos con algunas palabras del pregón de Semana Santa que pronuncié este año en Ortigueira, Mondoñedo y Ribadeo, para no perder de vista el verdadero significado de estos días: «En el centro está la cruz. El signo más importante de nuestra memoria cristiana. En la cruz, necedad para los que no entienden a Jesús, está la sabiduría de Dios. La cruz refleja dolor profundo y lacerante. Pero también la cruz es porta vitae, puerta de la vida, que queremos franquear con ganas, hasta con ansias y, desde luego, con necesidad».