Pascua del Enfermo: «Tenemos que ayudar a Dios para que la gente no esté sola»
«En un momento tan doloroso como el que estamos viviendo por el COVID-19, hemos de acompañar a cuantos sufren por esta pandemia con la esperanza que procede de Cristo resucitado», afirman los obispos españoles en su mensaje con ocasión de la Pascua del Enfermo que se celebra este domingo con el lema Acompañar en la soledad
«En estos dos meses ha habido una soledad muy grande», afirma Iñaki Gallego, capellán del Hospital Clínico, de Madrid, «en línea con un fenómeno que ha ido poco a poco en aumento en las últimas décadas: tantas personas que viven solas, tanta incomunicación, la soledad de los ancianos en sus casas, gente que no habla con casi nadie un día tras otro…». A todo esto se ha unido en estas semanas «el aislamiento en las residencias de ancianos, en los hospitales, en las casas, la gente que no ha podido visitar a sus familiares enfermos… Todo eso deja huella».
Son momentos en los que ha brillado la creatividad de la caridad de la que hablaba el Papa Francisco al inicio de la pandemia. «Yo he visto a los profesionales sanitarios acariciar en este tiempo la mano de muchos enfermos, escucharles, estar con ellos, darles todo el amor que a lo mejor no han podido recibir de su familia. La mano de Dios ha llegado a ellos a través de los trabajadores del hospital», cuenta Gallego.
Después de unas semanas tan intensas resulta difícil mantener la tensión de la caridad y acompañar la soledad, «pero se puede hacer si estamos muy unidos al Señor. Estando con Dios nadie está solo. La cuestión es cómo hacer llegar la caricia de Dios a los demás», continúa el capellán, porque «Dios necesita de nuestras manos y de nuestras palabras para llegar a los que están solos física y espiritualmente. Dios les quiere llevar calor y nos necesita para hacerlo. Tenemos que ayudar a Dios para que la gente no esté sola».
Eso se puede hacer «de muchas maneras, con detalles sencillos», continúa. Por ejemplo «yo he visto en mi barrio a un vecino que le hacía llegar a otro algo de comida a través de una cuerdecita por el balcón. Cada uno, en su ambiente y en sus circunstancias, puede hacer algo. Se trata de vencer la distancia social cuidando los detalles. Todos nos podemos preguntar: “Y yo, ¿qué puedo hacer?”».
Acompañar y hablar de Cristo
En este mismo sentido, Gema Delfa, enfermera en el mismo hospital de Gallego, ingresada por motivo del COVID-19 hace unas semanas, explica que «no podemos volver a la normalidad pensando que todo va a volver a ser igual que antes». Para ella, «como sociedad creo que debemos salir de esta situación recordando que somos frágiles y que ha sido el dolor lo que nos ha unido. Todo este sufrimiento nos ha hecho olvidarnos de nosotros mismos y trabajar juntos. Todos estos lemas que se han difundido en estos días —Saldremos de esta, Todo va a salir bien— no tendrán sentido si simplemente salimos igual que antes».
Para Delfa comienza ahora «un tiempo de gracia. Todo esto ha sido muy doloroso pero también es un tiempo de misericordia», en el que la soledad «ha sido lo peor pero también lo mejor de esta pandemia. Estar solo te hace confrontarte con tu historia, te pone delante de Dios. En la dureza de la soledad Jesús se une más a nosotros».
Entonces, ¿cómo hacer llegar a Jesús a aquellos que se sienten solos y no le conocen? Gema ha podido acompañar durante su trabajo en el hospital a algún paciente y a algún familiar que necesitaba desahogarse: «He podido ayudarles escuchando su dolor y sus heridas, y luego hablándoles de Cristo, contándoles como Él me ha rescatado a mí. Me ha pasado eso con algún paciente y es muy bonito. Ellos comparten su dolor, que es el primer paso, porque de nada sirve hablar de Cristo si no compartes el dolor del otro».
Después, se trata de ir más allá de la escucha, «porque yo puedo dar alivio a una persona escuchándola, pero después de que se desahogue su dolor sigue ahí». Gema concluye diciendo que hay que hablar del Señor. Creo que es la voluntad de Dios que salgamos de nosotros mismos y evangelicemos con nuestra vida, primero rezando mucho, después con nuestro acompañamiento, y luego hablando de Él, porque esta sociedad que apenas le menciona le necesita».
La Campaña del Enfermo de este año está enmarcada en una pandemia que está siendo fuente de un gran sufrimiento. En un momento tan doloroso como el que estamos viviendo por el COVID-19, esta invitación de Cristo de acudir a él en busca de esperanza, de consuelo y alivio, resuena con más fuerza para que profundicemos en el misterio de su persona y participemos de su Pascua, de su muerte y resurrección. De este modo, podremos acompañar a cuantos sufren por esta pandemia con la esperanza que procede de Cristo resucitado.