Parroquia de San Matías, una iglesia de pueblo en medio de Madrid
La parroquia de San Matías es bien de interés patrimonial. En su territorio se encuentra el centro para menores migrantes de Hortaleza
La plaza de la parroquia de San Matías es como la aldea gala de los tebeos de Astérix. A su alrededor se extiende la capital de España con sus edificios, su tráfico y su vorágine, dispuesta a tragárselo todo; pero quien se acerca a la plaza de esta iglesia y a sus calles aledañas, todavía puede respirar el aire del pueblo que fue el barrio de Hortaleza durante siglos.
En los mapas antiguos de Madrid se observa que a la actual calle de Hortaleza —hoy pulmón turístico y comercial del centro de la ciudad— era denominada como «camino de Hortaleza», porque esa era la vía que salía de la capital con destino a la población de ese nombre. Su fundación se remonta probablemente al siglo XIII, en una zona regada por varios ríos afluentes del Jarama; por lo que el nombre del barrio deriva de las antiguas huertas de hortalizas que se hicieron famosas en todo el entorno. Desde aquí salían los carros con los alimentos frescos que demandaban los madrileños.

La primitiva iglesia parroquial se levantó en 1535, cuando Hortaleza contaba apenas con un centenar de vecinos. Con el paso del tiempo, las huertas fueron sustituidas por ingentes campos de cereal y viñedos, hasta el punto de que se hizo famoso un vino dulce elaborado aquí: el Garnacho de Hortaleza. Distintos aluviones de inmigrantes fueron haciendo crecer el barrio, hasta que, en marzo de 1950, acabó convirtiéndose en un distrito de Madrid.
«Pero esto sigue pareciendo un pueblo en mitad de la ciudad», exclama Jesús Zoyo, párroco de San Matías, la iglesia heredera del templo primitivo de la zona, aludiendo al encanto original que conserva la zona. El territorio a su cargo es pequeño, pero comprende el cementerio histórico de Hortaleza, ahora también en medio de la metrópoli. Esto contribuye a la idiosincrasia particular de San Matías.
Laicos ilusionados
Los vecinos del barrio son sobre todo personas mayores, con pocos jóvenes y pocos inmigrantes. Pero entre los apenas 3.000 habitantes que viven dentro de sus límites hay que contar a los que viven en el centro de primera acogida para menores de Hortaleza, donde llegan sobre todo chicos migrantes. Lamentablemente, se le conoce sobre todo por las noticias en torno a los problemas que protagonizan sus ocupantes. «La parroquia no tiene mucha relación con ellos porque están justo en el límite de nuestro territorio, pero es verdad que los vecinos sienten cierto recelo e inseguridad», cuenta el párroco; al tiempo que dice que «por aquí no pasan y es difícil acceder a ellos por las trabas que ponen las instituciones».
En cuanto al templo actual, se trata de una construcción de finales del siglo XIX levantada en estilo neomudéjar, que la Comunidad de Madrid reconoció como bien de interés patrimonial hace cuatro años. Toda la imaginería fue quemada durante la Guerra Civil, salvo el querido Cristo de la Salud, que escondió una familia vecina. Aquí se encuentra también la talla de la Virgen de la Soledad, patrona de Hortaleza, que en su fiesta se saca en procesión por las calles.
Los paúles regentaron el templo hasta el año pasado, pero se marcharon y el templo pasó a manos diocesanas. En los locales, en medio de la plaza, se desarrolla buena parte de la vida comunitaria. «Para lo pequeña que es esta parroquia, es muy activa», cuenta Zoyo, que da fe de la labor de Cáritas y del ropero.
Además, hay un grupo de la Renovación Carismática, una fraternidad de laicos llamada Comunidad de Jerusalén, sendos grupos de Vida Ascendente y Adoración Nocturna, y otro formado por laicos que están preparando su primer curso Alpha. Atienden asimismo el colegio Virgen Milagrosa. «Hay gente muy ilusionada en torno a la parroquia, que es muy sencilla y muy de pueblo, como ha sido siempre», concluye el párroco.