Parroquia de Madrid y museo de Inmaculadas - Alfa y Omega

Parroquia de Madrid y museo de Inmaculadas

San Ginés, en el centro de la capital, conserva una destacada colección de pinturas de la Inmaculada, todas del Siglo de Oro y el XVIII, que fueron restauradas por el Museo Metropolitano de Nueva York

Begoña Aragoneses
Exterior de la iglesia de San Ginés de Madrid. Foto: Maya Balanya.

La actual real iglesia parroquial de San Ginés no se cita en el fuero de Madrid de 1202 porque estaba fuera de las murallas del Mayrit árabe, pero hay constancia de que ya en 1086, cuando el yerno de Alfonso VI, Raimundo de Borgoña, se estableció con sus tropas junto al arroyo Arenal para la toma de la ciudad, los soldados se trajeron el culto a san Ginés, mártir de Arlés, estableciendo un primer templo. Siglos después, fue testigo de un hecho extraordinario que ligó definitivamente la parroquia a la Inmaculada. El 25 de julio de 1653 el rey Felipe IV proclamó solemnemente el voto de defensa de la Concepción Inmaculada de Santa María. Faltaban dos siglos para que la Iglesia definiera el dogma que establecía que la Virgen María fue concebida sin pecado original –el 8 de diciembre de 1854 mediante la carta apostólica Ineffabilis Deus, del Papa Pío IX–, «pero en el pueblo de Dios esto ya era una verdad». Lo cuenta José Luis Montes, que fuera párroco durante años de San Ginés y actual delegado episcopal de Patrimonio Cultural de la diócesis de Madrid, ante la próxima solemnidad de la Inmaculada, este 8 de diciembre.

Manto
La novedad iconográfica de esta Inmaculada de Antonio González Ruiz es el manto de su cabeza, al estilo de la de Giambattista Tiepolo, en el Prado.

Prueba de este sentimiento de los fieles acerca de la Inmaculada Concepción de María son también las representaciones de Inmaculadas a lo largo de los siglos en las artes, de las que hay una muestra única en San Ginés. De hecho, la parroquia custodia la primera y mejor colección, «por calidad», de Purísimas de entre las iglesias de Madrid, que Montes «ha mimado» como a la niña de sus ojos. Son todas de la escuela madrileña, excepto una de la sevillana, representativas del Siglo de Oro y el XVIII, que se conservan «impecables», afirma el sacerdote con rotundidad. Tanto, que toda la iglesia, incluidas las pinturas de las Vírgenes, fue restaurada durante los años 2002 al 2012 por conservadores del Museo Metropolitano de Nueva York.

Flores
Eficaz pintor de flores, en esta obra de Francisco Camilo se aprecian las rosas y los lirios, símbolos de la pureza de María.

De las seis pinturas que componen esta colección, cuatro se encuentran en las capillas de la nave derecha del templo, una en la sacristía y otra en la sala de juntas. Las dos mejores son la de Francisco Camilo (1656), claramente influenciada por Rubens, que está en la capilla del Carmen, y el cuadro que preside la capilla de la Inmaculada, de Antonio González Ruiz (1745). Pintor de cámara de Fernando VI y Carlos III, en esta Inmaculada se aprecia el cruce de las tres culturas, española, francesa e italiana, muy en sintonía con el aire rococó del Madrid de mediados del XVIII. «Es una fuga artística –detalla Montes–, una explosión de luz, de colores… Una sinfonía». La tercera Inmaculada a la vista del público se encuentra también en la capilla del Carmen, frente a la de Camilo; se trata de la Inmaculada Concepción de José Antolínez, especialista en Inmaculadas del Siglo de Oro. Supone «los fuegos artificiales del Barroco madrileño», resume el sacerdote. Por último, se puede admirar la Inmaculada de Juan Antonio de Frías y Escalante (1666) en la capilla de la Sagrada Familia, que en sí misma contiene una «prodigiosa capacidad de anunciar la pintura rococó del siglo XVIII». Ya en la sacristía se encuentra la quinta Inmaculada de la colección, de la escuela española del siglo XVIII, y la sexta, en la sala de juntas, es una obra de Lucas Valdés Leal, de la escuela sevillana.

Azules
Destaca en este cuadro de Frías y Escalante la exquisitez de su colorido, ligero y luminoso; un buen ejemplo son los azules.

No son estas las únicas representaciones de la Inmaculada que hay en un templo que atesora más de 30 imágenes de la Virgen María entre cuadros, frescos y esculturas. Precisamente de estas últimas hay dos Inmaculadas más: una talla en la sacristía y otra, la que preside el retablo de la capilla del Santísimo, que fue un regalo de Carlos III para conmemorar la proclamación de la Inmaculada Concepción como patrona y protectora de España en 1644.

Agregada a la catedral del Papa

San Ginés –completamente restaurada en 1645 con el aspecto actual y monumento histórico artístico nacional desde 1982–, atesora un «patrimonio cultural de primerísima fila», como destaca el delegado episcopal de Patrimonio Cultural. En ella destaca la capilla del Santísimo Cristo de la Redención –actual capilla del Santísimo–. Es «el gran tesoro, lo mejor del Siglo de Oro, la Sixtina de San Ginés», asegura Montes. Costeada por el propio Felipe IV, en ella se formaban espiritualmente los cortesanos que residían en las casonas del entorno del Palacio Real.

Libros
Autor:

José Luis Montes y José María Quesada

Editorial:

Edilesa

Año de publicación:

2021

Páginas:

80

Tal y como destaca el sacerdote en una nueva edición preparada durante la pandemia de Real Parroquia de San Ginés. Guía del patrimonio cultural, escrito junto a José María Quesada, esta capilla fue agregada perpetuamente a la basílica de San Juan de Letrán en Roma, la catedral del Papa, en 1757 gracias a una bula de Benedicto XIV. De este hecho deja constancia la página 2 del libro, inédita hasta esta edición. «Es una distinción del Papa por su interés, por su arte, por la devoción…», que lleva aparejados privilegios de gracias espirituales.

Los templos de la diócesis se suman a la fiesta

Madrid ha comenzado las celebraciones de la Inmaculada Concepción con novenas, triduos y vigilias en numerosas parroquias de la diócesis. Tal es el caso de la novena en María Inmaculada y Santa Vicenta, cada día predicada por un vicario episcopal, o la de la basílica de San Miguel, que honra a la titular de la Hermandad de los Estudiantes –con sede canónica en el templo–, María Santísima Inmaculada Madre de la Iglesia. Ya el día 7 por la noche se celebrarán las vigilias. En la catedral de la Almudena será a las 21:00 horas, presidida por el arzobispo de Madrid, cardenal Carlos Osoro, que ha escrito una carta especial para la ocasión en la que expresa el deseo de «adentrarnos en el corazón inmaculado de la Madre y beber de esta fuente inagotable de gracia». A la misma hora se celebrarán vigilias en las sedes subsidiarias de la basílica de la Merced, presidida por el arzobispo emérito de Madrid, cardenal Antonio María Rouco Varela, y el santuario de María Auxiliadora, presidida por monseñor Juan Antonio Martínez Camino, SJ, obispo auxiliar de Madrid.

El Papa ha enviado su bendición apostólica a los participantes y los alienta a «aprender del corazón inmaculado de María» las virtudes de la fe, la confianza en Dios, la fidelidad a su voluntad, y el amor, «sobre todo y ante todo», a Jesucristo. Además, este año se encomendará de forma especial el Sínodo de los Obispos, una llamada a la misión para saciar la sed de Dios de las personas.

Ya el 8 de diciembre, el cardenal Osoro presidirá una Eucaristía solemne en la catedral a las 12:00 horas. Por la tarde se trasladará al Seminario Conciliar de Madrid, que honra este día a su patrona al estar bajo su advocación, para celebrar una Misa a las 18:30 horas. Después compartirá un encuentro con los seminaristas y sus familias. Muchas parroquias contarán también con Eucaristías solemnes, y en algunas de ellas se celebrarán cultos propios, como en la colegiata de San Isidro, donde los congregantes de la Real Congregación de San Isidro renovarán el voto inmaculista. También algunas localidades retomarán este año las tradicionales procesiones al término de las Misas mayores, como Cabanillas de la Sierra o La Cabrera.