Parolin denuncia en Jordania la grave situación humanitaria de Oriente Medio

Líbano ha entrado en una fase de estabilidad política con dos rostros claves para nombrar un nuevo gobierno. Nawaf Salam fue votado como nuevo primer ministro por 84 de los 128 parlamentarios. Una sólida mayoría que también aupó al presidente libanés, el excomandante de las Fuerzas Armadas libanesas Joseph Aoun, con 99 votos a favor.

Diplomático, jurista y académico, Salam presidía desde el pasado 6 de febrero la Corte Internacional de Justicia de La Haya, uno de los seis órganos para impartir justicia de las Naciones Unidas (ONU). Ha abogado en público por una mayor independencia del poder judicial, así como por una reforma que erradique la plaga de la corrupción.

Ante este nuevo panorama, el cardenal secretario de Estado, Pietro Parolin, que actualmente se encuentra en Jordania —donde el viernes inauguró la iglesia del Bautismo en Al-Maghtas— mantuvo una conversación telefónica con Aoun.

Según ha informado la oficina de prensa de la llamada se produjo en la tarde del 13 de enero justo cuatro días después de la elección del nuevo jefe de Estado libanés. Ese mismo día, además, el responsable de la diplomacia del Vaticano convocó en Ammán una reunión con todos los nuncios (embajadores del Papa) de los países de Oriente Próximo para hablar de la grave situación humanitaria en la región a pocos días de que se celebre el día de la Memoria, el próximo 27 de enero, en recuerdo de las víctimas del Holocausto. Esa fecha está marcada en rojo en el calendario de los libaneses porque se agota el acuerdo de alto el fuego de dos meses entre Israel y Hezbolá, tal y como especificó Aoun en su discurso de investidura. A pesar del acuerdo, el ejército israelí ha seguido bombardeando el sur del país aunque —con la caída del régimen de Bashar al Assad en Siria y el cierre de las rutas terrestres de abastecimiento desde Irán— es poco probable que se produzca un inminente rearme de Hezbolá.

Según ha informado la oficina de prensa de la Santa Sede, Parolin se reunió en Jordania con los representantes pontificios de Baréin, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Jordania, Irán, Irak, Israel, Kuwait, Líbano, Omán, Palestina, Qatar, Siria y Yemen.

Durante el encuentro, «se abordaron las crisis actuales en la región, la condición política y eclesial de cada país, los signos de esperanza que se vislumbran en algunos, las graves situaciones humanitarias en las que se encuentran las poblaciones más implicadas en los conflictos, la necesidad de solidaridad de la comunidad internacional».

El deseo común fue que las armas callasen «pronto en todos los frentes» y que Oriente Medio «pueda ser una tierra de paz, donde los cristianos sigan siendo un componente esencial para la convivencia fraterna entre las diversas religiones y para el progreso de los respectivos países».