Para ser catequista hay que perder el miedo y dar ejemplo - Alfa y Omega

Para ser catequista hay que perder el miedo y dar ejemplo

El curso Voy a ser catequista busca responder al vértigo de quienes se estrenan en este servicio. Los catecúmenos recordarán «si les han mostrado que merece la pena ser cristiano», explica Manuel Bru

Rodrigo Moreno Quicios
Sesión inicial con Manuel Bru y el obispo auxiliar José Antonio Álvarez
Sesión inicial con Manuel Bru y el obispo auxiliar José Antonio Álvarez. Foto: Rodrigo Moreno Quicios.

«Cuando un párroco le dice a un joven “creo que serías un buen catequista”, su reacción suele ser asustarse un poco y decir que no está formado. Pero el Papa Francisco lo dejaba muy claro en Evangelii gaudium: todos estamos preparados para evangelizar». Lo explica a Alfa y Omega Manuel Bru, delegado de Catequesis de Madrid, cuando acaba de concluir Voy a ser catequista, un curso que el pasado fin de semana ayudó a 30 educadores a perder ese miedo. 

Durante la primera edición de este ciclo de charlas —impartida el 19 y 20 de septiembre en el salón de actos del Arzobispado de Madrid y que tendrá una segunda edición del 17 al 18 de octubre aún con inscripciones abiertas—, estuvo presente el obispo auxiliar José Antonio Álvarez, quien abordó esta misma cuestión. «Uno puede sentir el vértigo y preguntarse: “¿Por qué yo, si hay gente con más talentos?”», reconoció. Dio la respuesta inmediatamente después subrayando que «el Señor no elige a los capaces, sino que hace capaces a los que elige». Igualmente aseguró a los participantes que «la Iglesia diocesana siente la necesidad de acompañaros y liberaros del miedo a realizar una tarea que exceda vuestras fuerzas». «Fiaos del que os ha llamado», pues «no estáis solos y la Iglesia os sostiene», les prometió. Otros 52 catequistas de todas las vicarías de Madrid harán en los próximos días experiencia de esta cercanía y de «lo grande que es la Iglesia universal», señala Bru. Desde este jueves, viajan a Roma para participar en su Jubileo, del 26 al 28 de septiembre.

Tres requisitos

Preguntado por este semanario sobre cuáles deben ser las características principales de un catequista, Manuel Bru destaca que «lo importante es el testimonio». Parafraseando de nuevo a Francisco, destaca que «la catequesis es la transmisión de la fe de la Iglesia a través de la memoria de la fe del catequista». «El chaval que reciba la catequesis no se va a acordar de muchas cosas», reconoce este sacerdote, «pero sí recordará si el catequista le ha mostrado con su personalidad que merece la pena ser cristiano». 

Le da la razón Juan Antonio Carvajal, vicerrector de la Universidad Eclesiástica San Dámaso, quien impartió otra de las sesiones del pasado 20 de septiembre. Para él es imprescindible «que sea un testigo». Apoyándose en los textos de Pablo VI, reivindica que «un testigo catequiza más que un maestro» porque «el hombre contemporáneo cree más a los testigos que a los maestros». Por ello, pone tarea a quienes quieran lanzarse a esta misión para abordarla desde el ejemplo más que por el mero cumplimiento del deber o solamente por dar respuesta a las necesidades de su comunidad: «Cuando un catequista es llamado, lo primero que debe hacer es revitalizar su fe». «Es difícil transmitir lo que uno no vive», advierte.

Nuevos perfiles

Preguntado por qué perfiles tienen hoy los catequistas de Madrid, Manuel Bru recuerda que «suelen ser más jóvenes que los veteranos». Y al hilo de la exhortación pastoral Comunidades acogedoras y misioneras, que la Conferencia Episcopal publicó en 2024 —en el que se reivindicaba que los recién llegados son a menudo potentes agentes pastorales—, señala que «un porcentaje muy alto son migrantes de origen hispano que se ofrecen a lo que haga falta y no tienen tanto miedo a ser catequistas, porque ya lo fueron en su lugar de origen».

Finalmente, explica la importancia de no enseñar solo contenidos teóricos en las catequesis sino incorporar dinámicas como «los oratorios». «Son espacios de liturgia de la Palabra donde lo importante es dejar que entre en el corazón de los niños y suscite una admiración, un eco y una respuesta». Más que teoría, «es una experiencia de encuentro personal», sentencia.

Una segunda habilidad que destaca el delegado de Catequesis es la capacidad de «acompañar» a los catecúmenos. Es decir, que esté pendiente de las crisis en su vida y ofrezca un consejo cuando sea pertinente. Suscribe sus palabras Koldo Gutiérrez, director de la revista Catequistas, que editan los salesianos, y quien también participó en la sesión inaugural del pasado viernes. Allí destacó que «el trabajo con los jóvenes puede ser cansado», pero es lo que sucede con «todas las cosas buenas de la vida». Durante su intervención, resaltó los dos aspectos imprescindibles de la catequesis. Por un lado, debe ser kerigmática, «va al mismo corazón de la fe y contiene la esencia del mensaje cristiano». Y, por el otro, es mistagógica; es decir, «que introduce en la experiencia de vida de la comunidad cristiana». Por su parte, Juan Antonio Carvajal señala que a veces «se hacen unas catequesis demasiado centradas en lo doctrinal o lo emotivo». Pero lo importante es «iniciarse en la vida cristiana».

Por último, Manuel Bru destaca que una tercera característica del catequista es la «diocesanidad», «que entiendan que están enviados por el obispo de Madrid». Y que sus catequesis deben adaptarse «a una sociedad muy cosmopolita e incorporar la doctrina social de la Iglesia».