«¿Para qué queremos finanzas si no tenemos familia?»
«No es una cuestión de manías del clero sobre el sexo» ni de «querer amargar la vida a la gente». Al contrario: «Es una cuestión de hacer feliz la vida de las personas, y de que las relaciones sociales vayan bien». Son palabras del obispo auxiliar de Madrid y Secretario General de la Conferencia Episcopal, monseñor Juan Antonio Martínez Camino, al presentar el documento La verdad del amor humano. Orientaciones sobre el amor conyugal, la ideología de género y la legislación familiar
Se trata -añadió- de un «documento para la reflexión, de largo recorrido», que «exige lectura atenta, pero tampoco es un documento difícil», explicó el obispo portavoz de la CEE. Está escrito pensando en toda la sociedad, «para todos los que quieran escuchar la voz de la Iglesia en este ámbito de grandísima trascendencia social». No obstante, sus principales destinatarios son «sobre todo los educadores, agentes de pastoral, padres de familia…».
Va a ser una referencia importante «en la vida de la Iglesia», aclaró. «Va a servir para alentar la vida de muchísimos matrimonios católicos que viven el amor conyugal de manera excelente y brillante. Muchísimos. Hay que animar y agradecer a estas familias su coraje de vivir la belleza del amor, con el sacrificio que implica, pero con la felicidad que produce, y el servicio que prestan a la sociedad, en un contexto a veces de incomprensión. Y siempre de dificultad. Pero son muchísimas las familias católicas y también no católicas que prestan este gran testimonio y servicio».
También confía el secretario General que el documento contribuya «a la educación de los jóvenes en el amor de los jóvenes y los niños. En el amor se educa», subrayó. «No hay amor sin libertad ni hay amor sin educación».
Un trabajo coral
Lleva fecha de 26 abril, pero el texto ha pasado por las tres últimas plenarias. En la primera ocasión, no hubo tiempo para que los obispos estudiaron en el documento. En las dos Plenarias siguientes (las dos últimas, de noviembre de 2011, y la reciente de abril), se introdujeron diversas aportaciones de obispos, hasta su aprobación final, condicionada a la introducción de pequeños retoques, encomendados a la Comisión Permanente.
No obstante, «el texto originario», de la Subcomisión de Familia y Vida, «fue bien recibido» y «suscitó mucho interés», reveló el obispo auxiliar de Madrid. Que se hayan producido numerosas aportaciones da cuenta del interés generado por el documento, y en absoluto significa que haya habido «dificultades especiales» para su aprobación. Éste es, en todo caso, «la primera acción del nuevo Plan pastoral» de la Conferencia Episcopal «que se cumple», resaltó monseñor Martínez Camino.
El texto está estructurado en tres partes, explicó el Secretario General: los tres primeros capítulos, un tercio del documento, están dedicados al anuncio de la buena noticia del amor conyugal y de la familia. Otro tercio del documento es básicamente de denuncia. Y un último tercio se centra en la formulación de propuestas de acción y de respuestas a los problemas planteados.
Matrimonio homosexual
Al ser preguntado sobre el llamado matrimonio homosexual, monseñor Martínez Camino reiteró que, a diferencia de lo ocurrido en otros países, donde se ha equiparado el matrimonio a otras realidades, «en España las cosas son peores. El matrimonio ha dejado de existir en la ley en su especificidad. Los españoles han perdido el derecho a ser tratados por la ley como esposos o esposas, porque se han eliminado estas palabras deliberadamente del Código Civil».
En todo caso, añadió, «estas consideraciones» de los obispos «no tienen un sentido político inmediato, sino que tratan de llamar la atención y de animar a la sociedad a ser activa», también a la hora de exigir un adecuado tratamiento jurídico a este asunto, «de una relevancia básica. «Llama la atención que, para cambiar la regulación del matrimonio, hayan bastado 14 votos de diferencia», en el Congreso, mientras que «para hacer otros cambios menos relevantes para la vida social, se necesitan mecanismos constitucionales de mayoría de dos tercios».
Al obispo auxiliar de Madrid se le preguntó también por la inclusión del matrimonio homosexual en el Diccionario de la Real Academia. «El Diccionario recoge el lenguaje que se emplea en la sociedad», aclaró, «sin decir si es bueno o malo. Pero sí es interesante señalar que el Diccionario mantiene, en su primera acepción de matrimonio, la unión de un hombre y una mujer. Y luego dice: Y en algunas legislaciones -año yo: injustas e insólitas- también se incluyen las uniones de personas del mismo sexo».
Acogida a las personas homosexuales
A otra pregunta sobre este asunto, monseñor Martínez Camino aclaró, sin embargo, que la homosexualidad «no es un tema central de este documento». Aunque se alude a él, «el asunto central es la verdad y la belleza del amor conyugal. Y el efecto constructivo que éste tiene para la identidad de las personas y para el conjunto de la sociedad».
Respecto a las personas homosexuales, el obispo aclaró que simplemente «se recoge la doctrina católica, donde se dice que encontrarán en la Iglesia compresión, acogida y respeto» en la Iglesia. «Al mismo tiempo», se invita a ofrecerles «ayuda para encontrar una solución a los problemas de todo tipo que puedan tener. Se insiste en el respeto, la acogida a todas las personas».
En resumidas cuentas, «este documento no va en contra de nadie, de ninguna persona ni de ningún grupo social». Sí «va en contra de ideas equivocadas», y esto se hace «proponiendo ideas positivas».
Los Anticonceptivos
La cuestión de los anticonceptivos no se aborda en el documento de forma directa, aunque sí indirectamente, dentro del apartado sobre la antropología del amor, explicó el Secretario General, al ser preguntado sobre esta supuesta omisión. «La apertura a la fecundidad implica que la fecundidad es contradictoria con el verdadero amor», aclaró. «Y no hay verdadero amor cuando hay anticoncepción, cuando se mutila la relación interpersonal entre el esposo y la esposa», ya que esto «implica no reconocerse mutuamente en su integridad», porque «la unión en una sola carne implica la fecundidad. Excluirla voluntariamente es inmoral, no porque lo diga la Iglesia, sino porque es falsear la relación de amor».
En todo caso, monseñor Martínez Camino resaltó que «hay doctrina suficiente sobre el asunto», por lo que no hay necesidad de una aclaración especial. En cambio, con respecto a temas como «la ideóloga de género», el asunto es más reciente».
Eso no significa que el tema de la anticoncepción no esa importante para la Iglesia. «La mentalidad anticonceptiva desfigura las relaciones entre hombre y mujer, y convierte la relación de mutua donación como personas en tráfico de intereses, sobre todo fuera del matrimonio», afirmó.
Adoctrinamiento en las aulas
Uno de los motivos de mayor preocupación que se denuncian es que en España «se emplee la educación para difundir la ideología de género. No se puede instrumentalizar la educación para contribuir a la deseducación», dijo monseñor Martínez Camino. «Sobre eso se ha pronunciado la CEE» en el pasado, «sobre la asignatura Educación para la ciudadanía y sobre lo previsto en la ley del aborto», que ordena «utilizar el sistema obligatorio para deseducar».
La Iglesia -aclaró- «no se opone a una educación afectivo-sexual»; al contrario, «desea que haya una buena» formación en este campo. «Lo que denuncia es que se instrumentalice la educación obligatoria para imponer ideologías particulares y contrarias a la vedad del amor humano».
A juicio del Secretario General de la CEE, «no se informa bien de lo que está en juego» en este campo. A remediar esa falta de información «quiere contribuir también este documento».
Argumentos de razón
A la hora de plantear este y otros asuntos, el portavoz de la CEE aludió a un doble plano. «El amor conyugal participa del amor de Cristo a su Iglesia, que se entrega a sí mismo hasta la muerte, y así es también el amor conyugal», porque también «los esposos se aman hasta la muerte». No obstante, «antes de tener esta significación de fe», hay un elemento «de razón». Al afirmar que «este amor pie fidelidad, pide eternidad, pide exclusividad, pide fecundidad», se trata de «elementos inteligibles para la razón humana». Por ello, «la propuesta que hace la Iglesia en este asunto tiene una vocación de universalidad y de razonabilidad universal».
Justicia con la familia
Uno de los puntos centrales del documento es la necesidad de una legislación familiar que renazca y haga justicia a la realidad del matrimonio y de la familia. «La familia y el bien social que aporta en cuanto a tal no está bien enfocada» en España, dijo monseñor Martínez Camino. «Hay que enfocarla ya» correctamente. «Y será uno de los elementos que contribuya a la solución de la crisis. Porque uno de las causas de la crisis en España y Occidente es el mal trato de la familia. Lo dice Benedicto XVI en la encíclica Cáritas in veritate. Es necesario que la sociedad anime a los gobernantes a tomar en serio la familia, como capital social fundamental, más importante que las finanzas. ¿Para qué queremos finanzas si no tenemos familia? Y no tendremos sociedad, si no tenemos familia. Y sucede por primera vez en la historia que sociedades ricas, sanas y sin guerras disminuyen su población. Eso nunca había sucedido».
¿Y qué espera la Conferencia Episcopal del Gobierno? «Esperamos de estos gobernantes y de cualesquiera otros una política familiar más justa», respondió el obispo portavoz. La Iglesia pide a los gobernantes «que se decidan a romper clichés que se basan en el individualismo, en concepciones trasnochadas de la libertad, y que causan un daño social tremendo. Esperamos que haya políticos de este o de cualquier Gobierno, y en todos los niveles de la Administración, capaces de entender la trascendencia del amor conyugal, del matrimonio y de la familia». Y que traten a estas instituciones «con justicia».
Ahí tienen los gobernantes «un gran desafío. La iglesia está dispuesta a colaborar, no sólo con documentos y clarificaciones doctrinales», sino también mediante el apoyo a las asociaciones familiares, la educación de niños y jóvenes, la preparación al matrimonio… «La Iglesia pide humilde pero enérgicamente que se atienda esta cuestión, que no es una cuestión marginal. Que no es una cuestión de manías del clero sobre el sexo. Que no es una cuestión de querer amargar la vida a la gente. Es una cuestión de hacer feliz la vida de las personas, y de que las relaciones sociales vayan bien. En esto estamos. Es una actitud positiva y esperamos una actitud positiva de los gobernantes». De estos, «y de cualquier otros».