Para que Perú resucite
Una iniciativa pastoral propuesta por el Papa une a Perú para resurgir de la desigualdad social, agravada por una crisis sanitaria que sitúa al país andino a la cabeza en número de muertes por COVID-19
Perú necesita «un plan para resucitar», dijo el Papa Francisco. Y fue el cardenal jesuita Pedro Barreto, vicepresidente de la Conferencia Episcopal Peruana, el que tomó la iniciativa de poner en práctica la petición del Papa junto a un puñado de estudiantes universitarios. La primera acción solidaria que encabezaron en medio de la pandemia fue la reactivación y la creación de fábricas de oxígeno en medio del caos: en Perú los medios difundían constantemente imágenes de gente formando largas colas para conseguir algo de oxígeno, mientras que los proveedores subían los precios y se abrían puestos clandestinos de venta.
El cardenal Barreto se pasó horas hablando por teléfono y realizando videollamadas con funcionarios, empresarios, científicos y profesionales de la salud. Fue así como nació esta red de ayuda, que hizo que la inmovilidad y la desesperanza del pueblo quedaran atrás y realizaran una colecta. La burocracia estatal que estaba poniendo trabas al acceso al oxígeno de los enfermos se transformó, y lograron que dos hospitales en Huancayo, la localidad donde el cardenal es arzobispo, accedieran a la preciada medicina. La experiencia con el oxígeno fue el embrión del plan Resucita Perú Ahora.
El país inca se encuentra en el noveno puesto de países con mayor cantidad de infectados por la COVID-19, y es el primero de mortalidad en el planeta. «Hasta hace dos años, Perú creció en su PIB por encima de muchos países de Iberoamérica; sin embargo esto fue un castillo de naipes que se derrumbó. Ese crecimiento no significó crecimiento social. Hoy tenemos más pobreza, que ha quedado expuesta con la crisis sanitaria», asegura el cardenal en entrevista con Alfa y Omega.
La base deResucita Perú Ahora fue la solidaridad de la iglesia local, traducida en 266 proyectos, distribuidos en 46 jurisdicciones eclesiásticas, que van desde el reparto de oxígeno hasta la alimentación en comedores sociales. A raíz de esta respuesta, la Conferencia Episcopal de Perú aceptó seguir impulsando el plan para resucitar. Miguel Cabrejos, el franciscano que preside a los obispos, —a su vez es presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM)—, se sumó a convocar a todos los sectores.
Contra la corrupción
Políticos, empresarios, médicos, jóvenes, obispos, evangélicos y movimientos sociales se están uniendo al presidente Martín Vizcarra, a parlamentarios, al poder judicial y artistas de todo tipo en esta campaña para levantar al país. «Estamos descubriendo peruanos que trabajan hace tiempo para resucitar a Perú», añade Barreto.
La Iglesia explica que este proyecto no es solo de cara a la pandemia de COVID-19; quieren aprovechar la unidad del país para transformar la sociedad, salir del individualismo y la corrupción, y lograr una conversión del corazón, fortaleciendo las instituciones políticas y sociales.
Aún no han sido lanzadas públicamente las propuestas y objetivos de Resucita Perú Ahora, con miembros divididos en comisiones de acción y expansión. Por ahora, los diálogos se están tejiendo con el primer ministro, con el que ya realizaron seis reuniones, y con las ministras de Salud y Mujer.
La encíclica Fratelli tutti para los obispos peruanos se concreta en este plan, porque en un mundo de oscuridad, cerrado y sin esperanzas, ellos sienten entusiasmo, compartido con otras comunidades de fe como los evangélicos y los musulmanes. «Las religiones nos sentimos sal y levadura en la masa», concluye el cardenal jesuita.
El cardenal Barreto, hasta ahora vicepresidente de la Red Eclesial Panamazónica (REPAM), estará desde el 9 de noviembre al frente de esta entidad. Sustituye al cardenal brasileño Claudio Hummes, que la semana pasada comunicó que renunciaba a este cargo para centrarse en la recién creada Conferencia Eclesial de la Amazonia (CEAMA), de la que también está al frente y que la semana que viene celebra su Asamblea Plenaria.
Tras años trabajando juntos, ambos cardenales seguirán colaborando para especificar los ámbitos de actuación de cada entidad. «La CEAMA es un organismo eclesial que tiene como finalidad encauzar los aportes del Sínodo» sobre la Amazonia. La REPAM, más bien, «es un espacio de diálogo, de articulación», con una relación «muy directa con el territorio y los indígenas». Es decir, «si la CEAMA da unas orientaciones, las va a aplicar la REPAM; pero al mismo tiempo va a hacer llegar a la primera el sentir de las poblaciones». Otro gran desafío al que se va a enfrentar el nuevo presidente de la REPAM es la explotación de los recursos naturales. «Tenemos informes muy específicos» de cómo a pesar de la pandemia de COVID-19 «no se detienen la deforestación e invasión de territorios», ni el asesinato de líderes. Este problema afecta «a toda la humanidad y a toda la iglesia». Y no se solucionará mientras no se aborde la búsqueda de «un nuevo modelo económico alternativo al actual, que pone el dinero por encima de la dignidad de las personas».